27 de abril de 2025 - 00:15

Convulsión peronista: ¿La batalla final?

En una disputa que en algún punto emula la pelea nacional entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner, aquí se representa en las figuras del presidente partidario, Emir Félix y de la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti.

La guerra está declarada abiertamente. Lo que semanas atrás fue el inicio de hostilidades y algunas escaramuzas mediáticas se ha transformado, con el correr de los días, en abiertos desafíos públicos que ponen en riesgo no sólo la unidad partidaria, sino también la estrategia del Partido Justicialista (PJ) mendocino en este año electoral.

Uno de los dos bandos en pugna es el que representa a los intendentes de las siete comunas peronistas (Lavalle, Maipú, Santa Rosa, La Paz, Tunuyán, San Rafael y Malargüe); allí también se enrolan mayoritariamente los sindicatos y otras agrupaciones que se reivindican como kirchneristas. Enfrente, los cristinistas “puros” de La Cámpora.

En una disputa que en algún punto emula la pelea nacional entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner, aquí se representa en las figuras del presidente partidario, Emir Félix y de la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti. Dos expresiones con una historia de recelos y diferencias que en esta ocasión parecen estar dispuestas a velar armas para la batalla final.

Cartelización comunal

Anabel, como simplemente se la conoce en el ámbito de la militancia, viene preparando el terreno de lo que intuye es una tormenta perfecta que entiende puede dejar sin representación a quienes se encolumnan detrás suyo. Un combo particularmente definido por la ola canceladora de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), ya suspendidas a nivel nacional y con altas probabilidades de que en Mendoza también así suceda.

Además, ella advierte una especie de “cartelización” de los intendentes que pretenden dejar atrás todo rastro de vinculación del peronismo con el cristinismo en pos de inaugurar una nueva etapa. Un proyecto de futuro capaz de sintonizar de mejor forma con el electorado local.

Ante esa eventualidad, admitió haber apurado la construcción de una herramienta electoral para participar de las próximas elecciones si la vía de la competencia interna queda vedada por la suspensión de las PASO y un acuerdo entre los jefes comunales para excluir a los camporistas.

Lo que sólo parecía una amenaza, se materializó con un rosario de críticas hacia ese sector mayoritario del peronismo y un pliego de estrictas condiciones para un eventual acuerdo capaz de hacer firmar la paz.

Lo cierto es que esas exigencias políticas son de difícil cumplimiento para Félix y compañía, pues no sólo reclama un claro y absoluto perfil opositor frente a Alfredo Cornejo y Javier Milei, sino además la reivindicación de CFK (en vez de “esconderla” como cree que muchos en el PJ local pretenden).

ABL (pero con justicia social)

Sagasti también cuestionó con fuerza la estrategia de preservación de los territorios departamentales de los intendentes justicialistas, que desde la visión de la senadora, sólo ha reducido la proyección política a la gestión municipal, lejos de un objetivo de poder mayor. “El PJ tiene que tomar decisiones clave, tiene que decidir si es un partido provincial o si es un frente municipal de alumbrado, barrido y limpieza” (ABL), señaló con descarnada ironía.

Para la desafiante legisladora, la renovada decisión de los jefes comunales, que más allá de lo que decida Cornejo respecto del cronograma electoral, volverían a desdoblar los comicios en sus departamentos es no sólo una muestra de debilidad, sino también la exteriorización de un “sálvese quién pueda” que implica -otra vez- regalar la elección provincial.

La legisladora extraña el verticalismo peronista de hace más de una década cuando -en bloque- el PJ nacional, provincial y municipal, traccionaban en la misma dirección.

Más allá de las objeciones políticas, Sagasti entiende que tiene en contra un frente suficientemente fuerte como para poner un límite que en otros tiempos nadie se animó a correr. Y que la candidatura a diputado nacional para Félix, supuestamente ya acordada entre los caciques, es un escollo demasiado difícil de superar. En todo caso, la oferta implícita de un acuerdo para evitar una derrota interna está planteada: endurecimiento discursivo y participación en las listas para el cristinismo.

Operativo contención y retorno

Mientras tanto Emir, como simplemente se lo conoce en el ámbito de la militancia, evita la confrontación pública y prefiere que la polémica no escale, consciente que las mejores cartas están de su lado. Pero también un clima de época que ahora le permite intentar conducir a ese kirchnerismo duro que durante mucho tiempo impregnó, condicionó y sometió al peronismo mendocino.

Como anfitrión de esta vigilia pone a disposición un menú discreto y restrictivo que tiene toda la apariencia de una sopa fría, el plato único de la venganza.

Rápido de reflejos, el sanrafaelino ofrece hoy -a lo sumo- una “interna abierta”, que fuera del marco legal de las PASO se transforma ahora en una plataforma demodé como con la que los partidos tradicionales dirimían antaño sus diferencias; entre fichas de afiliación dudosas, punteros todo servicio, movilización de los aparatos (en muchos casos con recursos públicos) y un infinito catálogo de picardías capaces de favorecer a los dueños de la lapicera o a quienes ostentan el control circunstancial de las estructuras.

Justamente en esa dirección avanza el ex intendente de San Rafael, al consolidar su mirada más mendocinista que cristinista, sumar voluntades y hasta habilitar el regreso de aquellos peronistas que acompañaron la aventura variopinta de La Unión Mendocina (LUM) y la candidatura a gobernador de Omar De Marchi.

Lo que por ahora es alta tensión puede que encuentre un camino de síntesis. Pero para ello deberá pasar todavía mucha agua bajo el puente. No son pocos los analistas partidarios que estiman que sólo se trata de una ebullición para coincidir en una lista común que -“ingesta batracia mediante”- satisfaga a todos.

Ninguna de las dos opciones convulsivas, ni la “interna abierta” ni La Cámpora jugando por fuera le conviene a ambos sectores. Por el contrario, podría relegar a alguno de ellos a un escalón más bajo de lo que fue -el aún doloroso- tercer lugar del 2023.

Más saludable podría ser que ese debate postergado, de indudable raíz ideológica pueda empezar a saldarse. Esa sí sería una batalla final todavía no imaginable, pero también posible.

* El autor es periodista y profesor universitario.

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