The Guest: un divertido tributo al slasher de los 80

El director Adam Wingard nos presenta a un enigmático y encantador exsoldado (Dan Stevens) que se gana el cariño de una familia. Homenaje al cine de terror, discurso paródico y la guerra eterna de EEUU como subtexto.

The Guest (2014) dir. Adam Wingard
The Guest (2014) dir. Adam Wingard

En lo que en las manos de un director del montón sería (otro) manotazo a la nostalgia ochentosa, Adam Wingard la convierte en una película que homenajea y reelabora, pero sin olvidar que sea personal, excitante y divertida. A base de un cautivador protagonista y una formidable construcción de clima y tono, “El huésped” (The Guest, 2014) les recuerda a sus contemporáneas dónde debería estar la vara del slasher.

Wingard, de reciente estallido popular por su trabajo en “Godzilla vs. Kong” (2021), es un director nacido en el mumblecore, pero paulatinamente ganó atención en el terror. “Cacería macabra” (You’re Next, 2012), por ejemplo, es un astuto y entretenido slasher que bebe explícitamente de John Carpenter, Wes Craven y Michael Haneke, tríada referenciada con frecuencia en sus trabajos. Pero a diferencia de otros realizadores adorados en el mundillo cinéfilo como Robert Eggers (“The Witch”, 2015) y Ari Aster (“Hereditary”, 2018), Wingard nunca pierde de vista lo valioso del discurso paródico si es que realmente se quiere revitalizar el género.

The Guest (2014) -
The Guest (2014) -

“El huésped” tiene como protagonista al encantador David (Dan Stevens), un exsoldado que llama a la puerta de la familia Peterson y dice tener una promesa pendiente con su amigo Caleb, caído en la guerra en Afganistán. Necesitados de afecto y cariño tras el fallecimiento del joven, los anfitriones lo dejan quedarse un par de días.

Luke (Brendan Meyer), el menor del clan, recupera al hermano arrebatado por la guerra, ya que David parece ser el único que entiende la desazón que padece con sus compañeros de escuela. Y mientras mamá Laura (Sheila Kelley) y papá Spencer (Leland Orser) quedan fascinados por la amabilidad del muchacho, la adolescente Anna (Maika Monroe) sospecha que el recién llegado es el responsable de una seguidilla de tragedias que empiezan a beneficiar a la familia.

Wingard se encarga de ubicar todas las piezas en un llamativo orden. Un protagonista que huye, una calabaza que inaugura el extendido tributo a “Halloween” (1978) y un golpe a la puerta que instala la tensión hacia David dejan al espectador tan hipnotizado como a los Peterson. El visitante reúne encanto, es objeto de deseo y fuente de sabiduría, pero también atrae por un potencial de destrucción implacable.

A Stevens, quien aquí demuestra por qué es uno de los mejores de su generación, la dualidad Jekyll/Mr. Hyde le sale a la perfección, incluso cuando su personaje se cruza al terreno de Jason Bourne o del T-800. Es que “El huésped” funciona mejor cuando se libera de las ataduras y juega a su antojo con los tropos del asesino en serie de los 70 y 80. También lo logra al añadir una crítica sobre cómo la eterna guerra de Estados Unidos daña a sus jóvenes hasta transformarlos en monstruos. Sin embargo, cuando Wingard y su habitual socio en escritura, Simon Barrett, se meten en la paranoia de agentes y cuarteles secretos, emulan a uno de esos (y tantos) thrillers de salida mensual.

Quizá parte del valor de “El huésped” provenga de su deliberada defensa de la estridencia, el exceso y el cinismo, capaz de abrazar el exploitation y ofrecer al público todo el sexo, la sangre y los tabúes que no puede hoy -al menos tan fácilmente- hallar en la cartelera.

Cuando se habla de la película de Wingard, no faltan quienes afirman que es una heredera del antihéroe de Ryan Gosling en “Drive” (2011), de Nicolas Winding Refn, o de la faceta insolente y pop de “It Follows” (2014), de David Robert Mitchell. Justo esta última también con la actuación de Maika Monroe, una de las “scream queens” de turno. Pero la comparación apenas es acertada en cuanto a estética y tendencias de la época, más que de estilo.

The Guest (2014) -
The Guest (2014) -

Principalmente, Wingard revisita a Carpenter. Más allá de los guiños visuales al clásico de 1978, los sintetizadores tenebrosos y el ritmo histérico de la persecución, el tramo final es una muestra que debiera enorgullecer al maestro sobre cómo cranear y filmar una matanza sin subestimar al espectador. Después, por supuesto, es posible trazar conexiones con la siempre recreada paleta cromática de Dario Argento o con la perturbación desplegada por Rutger Hauer en “Asesino de la carretera” (The Hitcher, 1986).

“El huésped” es la vuelta a casa del horror disimulado por los discursos y la superficialidad de ciertos cánones. Todo aquello que se creía enterrado para alcanzar una fachada de seguridad. Tal como su desenlace, lejos de la celebración del héroe, lo deja claro: mejor estar preparados la próxima vez que lo inesperado llame a nuestra puerta.

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