La tensión volvió a apoderarse del frente financiero de la Argentina por el impacto de la volatilidad internacional. El precio del dólar volvió a subir fuerte y la deuda del país fue castigada por el mercado.
Fue un día negro, el peor desde que llegaron al país los dólares prestados por el Fondo Monetario Internacional (FMI): subió 3,8% el tipo de cambio; el riego país aumentó 9% superando 704 puntos básicos, el mayor nivel en tres años y medio; las acciones argentinas que cotizan en Wall Street perdieron hasta 10% y en la Bolsa porteña algunos papeles se hundieron hasta 6,25%; y la tasa de las Lebac avanzó al 47%.
Además, la deuda argentina fue la castigada entre los países emergentes: si el Gobierno tuviera que salir a emitir hoy deuda en el exterior tendría que afrontar un costo del 10% anual en dólares, casi lo mismo que el mercado le exigía al kirchnerismo. En el segmento de renta fija, los principales bonos en dólares se desplomaron 8%.
El precio del billete estadounidense avanzó 1,10 pesos y cerró en los 29,80 pesos para la venta en el promedio de los bancos porteños. A lo largo de la semana, el precio del billete subió 1,80 pesos, es decir, 6,43%.
El Banco de Nación Argentina intentó contener ayer el billete en torno a los 29,50 pesos, pero la fuerza del mercado fue más fuerte y lo tuvo que subir a 29,70 pesos. El HSBC y el Galicia ya posicionaron al dólar en 30 pesos.
En el mercado mayorista, el tipo de cambio saltó 7,1% en la semana al pasar de 27,31 pesos a 29,25 pesos para la venta. Ayer hubo tensión a pesar de que el mercado local negoció 559 millones, un volumen promedio habitual.
La situación de esta nueva devaluación de la moneda hace prever que el Gobierno podría volver a incrementar la venta de los dólares de Hacienda que llegaron como un préstamo del FMI. Venía vendiendo 100 millones por día, pero justo esta semana lo bajó a 50 millones.
Así, el mercado le puso fin a la tregua que le había dado hace un mes al presidente Mauricio Macri, quien el 16 de mayo había decretado el fin de la crisis cambiaria.
Las causas de la tensión
Una primera lectura apunta al aumento de la desconfianza de los inversores, que compran dólares en la plaza local como refugio ante el enorme ruido que generó el estallido de la "causa de los cuadernos", con resultados finales impredecibles para las empresas.
Además, existen dos causas fundamentales que explican la nueva escalada del billete estadounidense: la crisis de los países emergentes y el avance de la política proteccionista de Donald Trump, y la escasez de dólares genuinos que padece la Argentina.
El peso argentino cayó en un escenario muy adverso: la lira turca se hundió 15%. Otros países emergentes sintieron el impacto de una nueva jornada negra: el rublo ruso retrocedió 6%; el rand sudafricano perdía 5,45%; y el real brasileño bajó 4%.
Incluso el euro cayó a su nivel más bajo en 13 meses frente al dólar, tironeado por el derrumbe de la lira turca.
Todas las monedas estaban afectadas por las fuertes tensiones en la economía turca, lo que provocó temor de un efecto contagio a la economía mundial: esto llevó a una nueva demanda global de dólares como refugio.
El presidente de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan, instó a los turcos para que cambien sus euros y dólares a liras para frenar la fuerte depreciación de la moneda turca, que en lo que va del año ha caído más de 40%.
Existen temores sobre la posibilidad de colapso económico y los ahorristas e inversores de ese país se desprenden lo más rápido que pueden de la moneda local.
Esta situación de Turquía -en tensión creciente con los Estados Unidos por diferencias políticas en el seno de la OTAN- genera contagio en otros países emergentes y golpea a la Argentina, cuyos activos venían en caída.
El presidente estadounidense anunció este viernes en su cuenta de Twitter haber dado su autorización para duplicar los aranceles al acero y aluminio procedente de Turquía, aumentando la presión sobre Ankara cuya economía se muestra debilitada.
La Argentina enfrenta una escasez estructural de dólares genuinos por la reciente sequía histórica y porque su economía está en caída, dirigiéndose hacia una recesión cuya duración y profundidad aún está en duda.