La llegada de la Luna Llena del 12 de abril de 2025 marcará un momento clave en este inicio de otoño, que comenzó hace apenas unas semanas. Este evento astronómico, conocido como la Luna Rosa, representa una instancia de renovación energética.
Este sábado 12 de Abril nos encontramos con un potente evento, la Luna Llena en Libra y su regente Virgo iniciando directa nuevamente.
La llegada de la Luna Llena del 12 de abril de 2025 marcará un momento clave en este inicio de otoño, que comenzó hace apenas unas semanas. Este evento astronómico, conocido como la Luna Rosa, representa una instancia de renovación energética.
La Luna Rosa recibe ese nombre por su coincidencia con el florecimiento del Phlox subulata, también llamado musgo rosa, una planta nativa de América del Norte que florece en esta época. Según Vogue, esta Luna Llena es la primera tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte y se considera “poderosa e innovadora”.
No se trata de un cambio cromático en el satélite, sino de una interpretación simbólica que representa transformaciones profundas. Además, la revista subraya que Plutón ingresará por primera vez en Acuario, lo que podría intensificar los signos de evolución y renovación, sin descartar aspectos como la muerte simbólica, los avances personales y las transiciones inevitables.
Los astrólogos advierten que esta energía puede tener un comportamiento impredecible, casi como una montaña rusa: acelerada y abrumadora al inicio, para luego desvanecerse repentinamente. A pesar de eso, muchos creen que este plenilunio puede impulsar proyectos o al menos invitar a la reflexión profunda sobre los ciclos vitales. “Mantente fiel a tu corazón”, aconseja la publicación, sugiriendo una actitud de equilibrio, sin dramatismos ni indiferencia.
Desde un punto de vista científico, la Luna Rosa tiene muchas implicancias especiales más allá del simbolismo cultural. Su denominación proviene de comunidades indígenas norteamericanas que la relacionaron con el ciclo de floración del musgo rosa durante la primavera. Aunque el satélite no adopta tonalidades rosadas, su cercanía a la Tierra durante esta fase permite que se perciba más grande y luminosa, lo cual suele fascinar tanto a creyentes como a escépticos.