En las cocinas del mundo ashkenazí, los knishes representan mucho más que un simple bocado: son una conexión directa con la memoria, la historia y los sabores familiares. Originarios del este de Europa y popularizados en Nueva York a principios del siglo XX, estos pastelitos rellenos de puré de papas y cebolla caramelizada conquistaron corazones.
La receta tradicional implica una masa casera, pero esta versión exprés, con tapas de empanadas compradas, permite disfrutar de su sabor reconfortante sin pasar horas en la cocina.
Recetas
Esta es una de las recetas más extravagantes que podés hacer en tu casa.
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Con un relleno cremoso, ligeramente dulce por la cebolla dorada, y una masa crujiente por fuera, los knishes se adaptan a cualquier ocasión: se sirven como entrada, como acompañamiento, o incluso como un almuerzo liviano con ensalada.
Los knishes pueden conservarse en la heladera por hasta 4 días, guardados en un recipiente hermético. También se pueden freezar hasta por 3 meses y recalentar directamente en horno sin necesidad de descongelar.
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La preparación de estos knishes comienza con la cocción de papas, que se transforman en un puré suave al que se le añade cebolla previamente dorada hasta caramelizar. El relleno se condimenta con sal, pimienta y, si se desea, un toque de pimentón dulce. Luego, se utiliza masa de empanadas ya preparada para formar los pastelitos, que se hornean hasta lograr una textura dorada y crujiente.