La noticia del fallecimiento del Papa Francisco conmocionó al mundo entero. Líder espiritual de millones, Jorge Bergoglio dejó una profunda huella por su cercanía, humildad y carisma. En Argentina, su país natal, su partida se sintió aún más fuerte: era uno de los nuestros, con gustos simples y memorias afectivas muy marcadas.
Entre esas costumbres, había una que nunca abandonó: su amor por los alfajores cordobeses. Más allá de sus responsabilidades como sumo pontífice, siempre encontraba tiempo y espacio para disfrutar de una de sus debilidades culinarias. Esos pequeños placeres lo mantenían conectado con sus raíces y reflejan también su mirada sencilla sobre la vida y la comida.
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La facilísima forma de hacer los alfajores favoritos del Papa Francisco: una de las recetas con más historia cordobesa
Su relación con estos alfajores comenzó cuando, aún como Bergoglio, viajaba con frecuencia a Cura Brochero. Allí conoció los productos de la marca El Nazareno, elaborados de forma casi artesanal en el Valle de Traslasierra. Desde entonces, quedó fascinado con los alfajores de hojaldre con dulce de leche, al punto de que quienes lo visitaban en el Vaticano sabían qué llevarle.
Los ingredientes nobles, la textura única y el sabor inconfundible convirtieron a estos alfajores en un símbolo de afecto y nostalgia para el Papa. Su historia, ligada al emprendimiento de la familia Grisoni, también habla de fe, esfuerzo y vocación. Y eso, para él, tenía un valor especial. Esta receta resume una parte de su vida, de su país y de su paladar.