“Los mendocinos no le tememos a la competencia; la relación precio-calidad de nuestros productos se impone sobre nuestros habituales competidores. La vitivinicultura es un ejemplo”, dijo el gobernador Alfredo Cornejo durante la apertura del período de sesiones ordinarias en la Legislatura. La mención para la industria llegó casi al final del discurso, con poca importancia, lo que dejó “recalculando” a varios sectores.
En términos futbolísticos, la vitivinicultura parece haber pasado a la “B”. Se evidenció que el futuro de la economía de nuestra provincia está ahora en el sector energético y minero, una apuesta a largo plazo que, si resulta exitosa, podría implicar un verdadero cambio en la matriz productiva.
Según datos recientes del IERAL, la vitivinicultura representó el 7% del Producto Bruto Geográfico. Las ventas en el mercado interno están en caída y las exportaciones también. Además, hay un dato más alarmante que aparece en el anuario del IERAL: “En los últimos 30 años, Mendoza ha exportado, en promedio, solo un 30% de su sector transable, mientras que Argentina ha exportado un 53%”. Diversas razones están detrás de este problema; una de ellas es la calidad de muchos productos mendocinos, que no han estado a la altura de los requerimientos de los mercados externos. Para aumentar el relativamente bajo potencial exportador, la provincia debe reconvertir gran parte de sus sectores transables para competir en el contexto internacional.
La ausencia de grandes menciones a la vitivinicultura en el discurso de Cornejo, sembró dudas entre los actores del sector, quienes consideran que esta industria, además de generar empleo, ha impulsado el desarrollo turístico y la marca de la provincia. Por otro lado, aseguran no estar sorprendidos porque hasta ahora la política del gobierno ha sido, poca intervención en los mercados, quita de regulaciones y que los negocios sean entre privados, sin tener que requerir de una inyección de dinero del Estado. Entre tanta duda, un respiro para los industriales fue conocer que finalmente se derogorará la Ley de Contratos Frutihortícolas, habrá que ver cómo sin esa legislación qué sucede la próxima temporada.
El código de aguas, si que dejó varias preguntas, si bien a nivel regional Irrigación ya ha ido planteando alguno de los temas, referentes estiman que la racionalización y medición del uso del agua, algo necesario para que pueda continuar la actividad, requiere de la adopción de nuevas tecnologías en el cultivo, lo que podría suponer desafíos para el sector vitivinícola, especialmente debido a la volatilidad de los precios del vino y de la uva y baja inversión en tecnología.