13 de abril de 2025 - 09:00

Cuando Mendoza atrajo la inmigración italiana

La inmigración italiana en Mendoza fue fruto de políticas y sueños compartidos que ayudaron a forjar la identidad de toda una provincia.

Hubo un tiempo en que la inmigración fue sinónimo de esperanza. Cruzaba el océano en barcos desde puertos como el de Génova, donde miles de italianos partieron dejando atrás la pobreza y el miedo al porvenir. Venían en busca de trabajo, pan y dignidad. Muchos encontraron en Mendoza ese hogar que su tierra ya no podía darles.

La provincia recibió a esas familias con los brazos abiertos. Desde entonces, las huellas de Italia están por todas partes: en los apellidos que nos definen, en el lenguaje, en los mediodías de domingo donde la pasta nunca falta. Porque Mendoza no sería Mendoza sin esa parte de Italia que la habita en silencio, con orgullo, desde hace más de un siglo.

Un país que se pensó con inmigrantes

Pero esta unión no fue espontánea. A fines del siglo XIX, la Argentina vivía una transformación profunda. La idea de “poblar el desierto” se convirtió en política de Estado. Desde el gobierno nacional se impulsó activamente la llegada de inmigrantes europeos para poblar, trabajar y cultivar las vastas tierras del interior. Se prometía tierra, libertad y trabajo. Era una apuesta por el futuro: consolidar un país moderno, productivo y civilizado, con la fuerza del inmigrante como motor.

La Ley de Inmigración y Colonización de 1876, impulsada por figuras como Nicolás Avellaneda, estableció mecanismos para fomentar la llegada de extranjeros. Delegaciones, agentes y promotores fueron enviados a Europa con la misión de seducir a las familias empobrecidas del Viejo Mundo con la imagen de una Argentina próspera y abierta. La propaganda nacional hablaba de campos fértiles, salarios dignos y una sociedad sin guerras ni persecuciones.

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Inmigración italiana - Niños jugando en el Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires, 1915. Cortesía del Archivo General de la Nación.

Inmigración italiana - Niños jugando en el Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires, 1915. Cortesía del Archivo General de la Nación.

Santiago Siglieri: el puente entre dos mundos

Entre los muchos destinos dentro del país, Mendoza fue uno de los que más atrajo a inmigrantes italianos. El clima, la vitivinicultura en expansión y la posibilidad de tener una pequeña propiedad agrícola resultaban irresistibles. Pero esto no sucedió por casualidad: fue el resultado de acciones concretas, como la que emprendió Santiago Siglieri.

Siglieri, un comerciante italiano, fue designado por el Gobierno de Mendoza para promover la emigración desde Italia hacia la provincia. Su tarea era integral: no solo buscaba atraer inmigrantes, sino que también llevaba consigo productos mendocinos para mostrar las riquezas locales y se encargaba de importar desde Italia arte, monumentos, semillas y maquinaria agrícola.

Según Diario Los Andes, en su edición del 3 de julio de 1884, Siglieri era optimista: conocía bien a sus compatriotas y sabía que muchos obreros y agricultores aceptarían el desafío de venir a Mendoza. Y no se equivocaba. Gracias a esfuerzos como el suyo, miles de italianos se asentaron en la provincia, formando parte esencial de nuestra identidad.

La historia de Santiago Siglieri nos recuerda que detrás de cada ola migratoria hay políticas públicas, pero también hay personas concretas que tienden la mano, que allanan el camino. La inmigración no fue un fenómeno espontáneo: fue una apuesta estratégica del Estado nacional, y encontró eco en provincias como Mendoza, que supieron abrir sus puertas.

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