Dada la importancia que ha adquirido el Área Fundacional en los últimos años, muchos mendocinos creen que Pedro del Castillo fundó allí la ciudad de Mendoza, pero eso no es así.
Dos tiros de arcabuz. Estudios recientes permiten afirmar que el Área Fundacional es en realidad el lugar donde Juan Jufré, trasladó (y refundó) la ciudad un año después, en marzo de 1562.
Dada la importancia que ha adquirido el Área Fundacional en los últimos años, muchos mendocinos creen que Pedro del Castillo fundó allí la ciudad de Mendoza, pero eso no es así.
En realidad, este capitán tomó posesión del valle de Guentata el 22/2/1561 y el 2 de marzo erigió la ciudad en el mejor lugar que hasta entonces había observado, teniendo en cuenta la disponibilidad de agua, comida y mano de obra indígena.
El acta de fundación incluía el plano de la ciudad o traza de la cuadrícula, que consistía en el trazado de las cuadras (manzanas) y solares (un cuarto de manzana) que se repartían a los vecinos y a las distintas órdenes religiosas y de los solares destinados a la iglesia mayor y al cabildo.
Las declaraciones de algunos testigos de la información de Castillo realizada en Mendoza el 8/11/1561 dejan claro que ese plano no era una mera formalidad en el papel y que efectivamente los terrenos fueron trazados y medidos a cordel y regla. Además, una copia de la traza realizada el 16/2/1562 (que ilustra el estado de la ciudad antes de que fuese mudada por Juan Jufré el 28/3/1562), muestra su crecimiento hacia el norte, con una hilera más de cuadras. Obviamente, el reparto de estos nuevos solares debió ser hecho por Castillo o por el cabildo, y su inserción en la nueva copia refleja un crecimiento real de la ciudad en un breve período. Si la traza hubiera sido un mero “instrumento jurídico” o un “trazado en el papel”, no habría tenido sentido el agregado de estas nuevas cuadras en el plano.
El acta de fundación incluía el plano de la ciudad o traza de la cuadrícula, que consistía en el trazado de las cuadras (manzanas) y solares (un cuarto de manzana) que se repartían a los vecinos y a las distintas órdenes religiosas y de los solares destinados a la iglesia mayor y al cabildo.
Algunos autores opinan que en realidad Castillo sólo tomó posesión de las tierras y realizó un anteproyecto de una futura ciudad que se llamaría Mendoza, pero no materializó la fundación. Sin embargo, no existen dudas de lo actuado por Castillo, además de que se tuvieron en cuenta todos los elementos propios y necesarios para efectivizar la fundación: confección y firma del acta refrendada por un escribano con licencia real, inserción física del árbol de justicia (rollo o picota) y nombramiento de alcaldes y regidores para conformar el cabildo. Además, el acta menciona la posibilidad de mudanza “de esta dicha ciudad”, lo que supone su existencia legal a partir de ese momento. Prueba de la misma es el propio reconocimiento realizado en 1562 por el comendador Pedro de Mesa, al quitarles las varas de mando a los alcaldes para volvérselas a entregar de inmediato en nombre del nuevo gobernador Villagra. Esta acción constituyó un reconocimiento explícito de la existencia del cabildo como centro político y administrativo de la ciudad, y de la jurisdicción territorial de ésta.
Diversos documentos prueban que, una vez fundada la ciudad de Mendoza, Castillo inició un reconocimiento del territorio, mientras algunos soldados construían un fuerte con la ayuda de la mano de obra indígena. Esta acción respondió a la costumbre que tenían los españoles de levantar un pequeño fuerte como primer edificio en un territorio recién conquistado o en una ciudad recién fundada, aunque no hubiera indios hostiles. En el interior se improvisaban las “viviendas” de los pobladores, la capilla y el cabildo. Dado que en numerosos casos los fuertes se ubicaron frente a las plazas fundacionales, es probable que en este caso haya sucedido lo mismo, y que haya sido construido en alguno de los solares que rodeaban la plaza, quizás en el correspondiente al cabildo.
Debe recordarse que los grupos fundadores eran muy reducidos (unas pocas decenas de conquistadores-pobladores asistidos por un grupo de yanaconas) y que las fundaciones se realizaban en territorios ocupados por indígenas locales con diverso grado de hostilidad. A esta realidad responde el modelo de ciudad indiana transmitido por la documentación histórica: un pequeño y provisorio fuerte de frontera rodeado de un entorno rural. Desde el punto de vista edilicio, el fuerte se constituyó en la ciudad misma durante los primeros años de existencia de ésta. Con pocas casas levantadas en la cuadrícula fundacional, es probable que, por razones de seguridad, la mayoría de los vecinos continuaran concentrándose diariamente en el fuerte para pernoctar. Si perdemos de vista la realidad contextual arriba descripta para las ciudades del siglo XVI, es fácil caer en el error de pensar que al no haber una masiva e inmediata construcción edilicia en la traza de la ciudad, ésta no fue localizada o fundada.
Como señala Draghi Lucero, el acta de fundación de Castillo no aporta datos sobre la ubicación de la ciudad. Sin embargo, ésta puede estimarse a partir de un complejo análisis de la información documental de los siglos XVI y XVII, entre la que se destacan un plano de Castillo de octubre de 1561, una mensura de “tierras vacas” de 1574 y una mensura realizada por los jesuitas en 1671. Nuestra propuesta sobre el emplazamiento de la ciudad se basa en la articulación de varios datos surgidos de un minucioso análisis: la ubicación de las acequias principales del valle de Guentata, la localización tentativa del “camino de Guaymaye” y del ejido del plano de 1561 y la coincidencia posicional de parcelas otorgadas a los vecinos Lope de la Peña, Cambranes y Contreras, y al hospital. Debido a su extensión, este análisis no puede detallarse aquí, pero puede ser consultado en la bibliografía correspondiente (Palacios 2018; Palacios y García 2021). Los resultados indican que el ejido de la ciudad (espacio destinado a la recreación de los vecinos y tránsito de ganado) se habría extendido entre las calles Ingeniero Ballofet, Pedro Molina, Ituzaingó y Allayme/Maure, y que la cuadrícula urbana de Castillo y el sitio de su fuerte fundacional se habrían ubicado aproximadamente en el sector central de este terreno, cerca de la actual “rotonda del avión”. Además, este punto se encuentra a unos 1.300 metros de distancia de la actual plaza Castillo, una distancia que sería equiparable a los dos tiros de arcabuz mencionados por Jufré en el acta de fundación de 1562. Por lo tanto, es acertada la afirmación de monseñor Verdaguer (1920) de que la ciudad se trasladó hacia el suroeste.
Esto implica que la primigenia ciudad de Mendoza abarcó terrenos actualmente pertenecientes a la ciudad de Mendoza y a los departamentos de Las Heras y Guaymallén. Adicionalmente, y lo que es más importante, constituye una base más firme para discutir el tema y poder avanzar (desde una perspectiva arqueológica y documental) en la detección del lugar específico de la ciudad fundada por Pedro del Castillo.
(*) El autor es ingeniero - Departamento de Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de La Rioja. Este artículo se realizó en coautoría con el doctor Alejandro García (Conicet-UNSJ).
Producción y edición: Miguel Títiro - [email protected]
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-Palacios, E. 2018. Mendoza. La ciudad perdida. De los cuatro vientos. Buenos Aires.
-Palacios, E. y A. García, 2021. La fundación de Mendoza. El valle de Guentata y su transformación en el siglo 16. Cigeobio, San Juan.