Vitivinicultura: El clima y las plagas hacen que la cosecha 2025 sea desafiante

Las lluvias, la humedad y las olas de calor representan un desafío para los viticultores, porque favorecen la proliferación de insectos y enfermedades.

Las altas temperaturas, combinadas con humedad elevada y lluvias abundantes, han generado una combinación de factores que están haciendo que la producción vitivinícola enfrente desafíos este 2025. Esto, en particular, en aquellas fincas en las que los productores no pueden afrontar los costos para realizar tratamientos preventivos, por lo que han proliferado plagas como la lobesia botrana y la mosca del mediterráneo, y hongos como la botrytis, el oidio y la peronospora.

Un comentario reiterado en cierto sector de la vitivinicultura es que esta temporada la lobesia botrana está provocando daños importantes en los viñedos ya que, sin el aporte de fondos por parte de Nación, la campaña de control se realiza de modo más acotado. La polilla de la vid deja en los granos de uva orificios que favorecen el ingreso de hongos, que provocan enfermedades. Aún más en un verano que viene siendo muy húmedo y caluroso.

Daños del 20% al 40%

El gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, Mauro Sosa, calificó la situación de muy grave y evaluó que los porcentajes de daño por la lobesia son importantes, en el orden del 20% al 40%, e incluso hasta del 100% en ciertos casos. “La consecuencia de la presencia de la plaga es la aparición de botrytis, que acelera el proceso de deterioro del racimo, disminuye los rendimientos y se traduce en la merma de la producción”, resaltó.

Advirtió que, de todos modos, el dato clave sería conocer el daño acumulado a lo largo del ciclo. Esto es, el que provoca la primera generación del insecto al momento de la floración, más el provocado sobre la fruta inmadura en la segunda generación y la verificada en la tercera generación, que se está atravesando ahora.

“La campaña puede valorarse como muy mala, debido a la subestimación del problema y como consecuencia de la insuficiencia de recursos, agravado por no haber estado disponibles en tiempo y forma de tal modo que permitiera cumplir con las etapas de trabajo previstas bajo el enfoque de manejo integral de plaga (monitoreo, trampas, feromonas, entrega de insecticidas, aplicaciones aéreas, etc.)”, analizó Sosa.

Recordó que esta temporada sólo el Gobierno provincial dispuso financiamiento para el combate de la plaga, mientras que Nación, como ya sucedió en años anteriores, “negó los fondos, incumpliendo la legislación vigente y, por supuesto, desconociendo la responsabilidad que tiene sobre el ingreso de la plaga”.

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Lobesia botrana o polilla de la vid

Lobesia botrana o polilla de la vid

La polilla de la vid llegó al país desde Chile en 2009, en una máquina cosechadora que no tuvo la desinfección adecuada en el control fronterizo; tarea que le corresponde al Senasa. Entre 2009 y 2016 las acciones del Estado nacional para evitar que proliferara el territorio argentino se limitaron a multar a los productores que no realizaban curaciones en los viñedos.

Cuando esta estrategia no funcionó y la lobesia se expandió, implementaron un programa de control con aportes de los Gobiernos provincial y nacional, que en un primer momento permitió reducir la presencia de la plaga y empezar a hablar de una posible erradicación.

Sin embargo, a partir de 2019 comenzaron a retrasarse los envíos de fondos nacionales, lo que obligó a acotar las acciones y, en ocasiones, dificultó el desarrollo del programa, ya que existen plazos, determinados por el ciclo de la polilla, para utilizar cada herramienta. A mediados del año pasado, desde el Ejecutivo nacional se planteó que no se iba a financiar más el programa.

“Lejos quedaron, en cuanto a resultados positivos, las campañas 2017/2018 y 2018/2019, que nos dieron la mejor expectativa de avanzar hacia la erradicación de la plaga”, analizó el gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este.

Sumó que las proyecciones para los próximos años no son alentadoras, ya que ni siquiera se ha logrado controlar la expansión del insecto. Es que se ha demostrado que la estrategia adecuada es un enfoque integral, que abarque grandes áreas de cultivo, para que las labores que desarrolla cada productor no se vean afectadas por la falta de acciones en el entorno.

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Más generaciones de lobesia

Fabián Ruggeri, ingeniero agrónomo y presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), explicó que esta temporada, por las altas temperaturas y elevada humedad, cada ciclo biológico de la plaga se achica y, en lugar de tener tres generaciones de la polilla, puede que se llegue a cuatro o cuatro y media. “Es lógico que vayamos a tener más daño de lo previsto”, consideró.

Coincidió en señalar que, al no poder desarrollar el programa de control adecuado y completo, lentamente van aumentado los niveles poblacionales. Aunque indicó que hay una disminución de lo que podría llegar a ser la afectación por lobesia si no hubiera ningún tipo de acción coordinada desde el Estado.

Detalló que el insecto deja un orificio de entrada y otro de salida en la uva, pero, cuando es un verano más seco, los problemas no son tan importantes. En cambio, cuando la humedad es elevada, comienzan las pudriciones. Pero resaltó que no es que se haya producido más ataque, sino que las condiciones favorecen que esos agujeros que dejó la lobesia sean la puerta de entrada de enfermedades. Esto es lo que se conoce como daño secundario, ya que la presencia de la plaga debería ser muy extendida para provocar afectación primaria.

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Mosca del Mediterráneo

Mosca del Mediterráneo

Ruggeri expresó que hay que sumar a este panorama la mosca del Mediterráneo, ya que han encontrado algunas larvas en las pudriciones, también porque en los años calurosos la presión de esta plaga aumenta, aunque en este caso sí se desarrolla una estrategia más consistente de control por parte del Iscamen.

Además, enumeró que hay otros múltiples fenómenos que impactan en la producción, como el granizo y las catas, que lastiman el grano y, con la humedad, hacen que se pudra, principalmente por botrytis. Detalló que también hubo, al principio de la temporada, en el momento de la floración, un ataque de peronospora.

Sumó que por estos días están viendo que las plantas están extremadamente estresadas por el calor, pese a que este año ha habido más disponibilidad de agua para riego. Pero, como se riega cada 8, 10 o 12 días, a las plantas les resulta difícil enfrentar jornadas en las que las temperaturas están por encima de los 25º a la noche.

“Esta temporada está pintando compleja”, lanzó Ruggeri, aunque de inmediato añade que quienes llevan años en la producción saben que estas son las reglas del juego y que cada año presenta sus desafíos particulares.

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Peronospora

Peronospora

Impacto en la cosecha

Consultado sobre si esta multiplicidad de factores podría hacer que el aumento de la cosecha pronosticado por el INV sea inferior, Ruggeri indicó que en Acovi realizan un pronóstico interno, que les dio un 7% de incremento en comparación con 2024 y que suele arrojar datos bastantes ajustados al resultado final, porque la entidad tiene productores repartidos en los cuatro oasis productivos.

“Más uva tenemos”, evaluó y aclaró que la producción que se llevó el granizo ya está “descontada”, porque la estimación se hace en base a la cosecha anterior y se consideró el daño por tormentas, viendo Zonda, pudriciones, heladas, etc.

El 14 de febrero, el Instituto Nacional de Vitivinicultura dio a conocer que, de acuerdo con su estimación, en 2025 la cosecha de uva tendrá un incremento del 9% en comparación con 2024 y se pasará de los 19.189.738 quintales a 20.971.400 en todo el país. En Mendoza, el pronóstico marca la misma variación, del 9%, al subir de 13.624.209 a 14.800.900 quintales.

El presidente de Acovi detalló que, en principio, enológicamente la uva se está comportando de modo bastante aceptable, aunque están teniendo algunas dificultades de deshidratación en syrah y bonarda (en este último caso, cuando la planta se encuentra debilitada). Es que, resaltó, aunque las uvas estén listas, los establecimientos tienen una capacidad de molienda determinada “y no se puede hacer en 30 días lo que tendrías que hacer en 50 o 55”, detalló sobre las posibilidades de adelantar la cosecha de estas variedades.

Costo de los productos

Gustavo Aliquó, investigador y responsable del Laboratorio de Viticultura de la estación experimental del INTA, señaló que no ha visto daños significativos y que consultó con colegas en otras partes de la provincia y no manifestaron una preocupación marcada.

Añadió que la tercera alerta por lobesia botrana que emitió el Senasa para el control de esta plaga fue optativo en Luján y Maipú, por lo que entiende que la situación no debe haber sido preocupante. Explicó que, para definir esto, el organismo nacional toma como referencia la cantidad de insectos que quedan en las trampas.

Pero reconoció que puede haber situaciones particulares en las que el ataque haya sido más intenso, en sitios donde los productores, debido a que los productos son costosos, no hayan podido realizar las aplicaciones. En estos casos, además, no sólo afectan a la finca donde no se realizó el tratamiento, sino a las aledañas, por lo que resaltó que es fundamental el manejo integrado.

Aliquó señaló que en los años húmedos y calurosos la polilla de la vid vive más tiempo y la hembra tiene más oportunidades de poner huevos. Estos insectos, precisó, suelen vivir entre una semana y diez días, y durante esa etapa no se alimentan, sino que sólo beben agua, del rocío matutino, por lo que la humedad contribuye a que puedan mantenerse (lo contrario sucede en los veranos secos).

Planteó, de todos modos, que la lobesia está asociada a la podredumbre, por lo que a veces no se sabe si el origen de la afectación es la acción de la polilla o la enfermedad. Sumó que hay variedades de racimo apretado, como chardonnay y pinot, que son más propensas al oidio y que este hongo ha proliferado esta temporada, ya que ha habido condiciones favorables para el desarrollo de todos (y también provoca que las uvas se pudran).

El ingeniero agrónomo subrayó que es importante tratar de prevenir, porque los tratamientos preventivos son más baratos, mientras los curativos no sólo son más costosos, sino que no siempre resultan tan efectivos. El daño, detalló, “avinagra” el racimo y la enfermedad es muy contagiosa, y se extiende aún más si llueve o los granos tienen herida por lobesia, ya que se crea un “cóctel explosivo”.

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Podredumbre en vid

Podredumbre en vid

Yoana Aliotta, ingeniera agrónoma de la Asociación de Viñateros de Mendoza, comentó que todos los años se lanzan las alertas para que los productores realicen las curaciones en tiempo -los días específicos son importantes- y forma. Pero sumó que los productos con muy caros y no todos los viticultores han podido comprarlos.

Añadió que, en general, realizan tratamientos preventivos para peronospora y oidio, pero no es tan común tampoco en el caso de botrytis, que se debería aplicar antes de que se cierre el racimo. Esto hace que, con el calor y la humedad, que ofrecen las condiciones óptimas para el desarrollo de esta enfermedad, se vean obligados a utilizar productos curativos cuando ya se está pudriendo la uva (y que demandan una inversión de unos $50 mil por hectárea).

“Se protege lo mínimo posible el productor”, planteó, haciendo hincapié en que es por un tema de costos y que también es relativo, ya que en algunas fincas sí se realizaron las curaciones, mientras en otras no y la enfermedad ha avanzado hasta en un 30% del racimo. Esto repercute, resaltó la ingeniera, en el precio, porque es uva de menor calidad, y en el peso del tacho.

Adelantar la cosecha para evitar que la enfermedad siga avanzando en el viñedo, indicó Aliotta, no siempre es una opción, ya cuando llueve, como ha estado sucediendo con frecuencia en las últimas semanas, no pueden entrar los cosechadores.

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Botrytis

Botrytis

El desafío del control orgánico

Diego Stortini, productor vitivinícola de Tunuyán, comentó que la lobesia botrana ha generado “desastres” en el Valle de Uco, pero en zonas muy puntuales. En su caso, contó, ha sufrido daños severos en una finca en Vista Flores y se produjeron de manera muy temprana; es decir, en el primer vuelo de la polilla de la vid. Y si bien realizó tratamientos y pudo frenar un poco la presencia de la plaga, le quedaron racimos lastimados.

Aclaró que desarrolla una producción orgánica certificada y que esto hace que controlar la presencia de este insecto sea muy complejo, ya que sólo puede utilizar feromonas para la confusión sexual. Que, si bien es un método muy efectivo, también es oneroso, por lo que, este año, con el aumento de los costos de producción, muy pocos productores han podido usarlo.

Esto hace que, por más precauciones que se tome en una finca, si los vecinos no lo hacen este año o no lo hicieron el pasado y hubo un incremento en la cantidad de insectos, se genere presión en quien sí realizó todas las acciones.

Esto se observa, indicó, en algunos distritos más tradicionales, en donde se subestima la plaga o no hay recursos para combatirla adecuadamente. Mientras que, en otros más nuevos, como Chacayes, Agua Amarga, Chilecito y San Carlos Sur, las empresas son más rigurosas y hay menos presencia de lobesia.

Stortini consideró que el hecho de que la polilla de la vid esté muy activa en la provincia es un problema de orden público, pero como productor, empresario y dirigente -es vicepresidente de Producción de la FEM (Federación Económica de Mendoza)- opinó que su financiamiento no debe recaer sólo en el Estado.

“Hemos tenido financiamiento a lo largo de una década. Mal o bien, existió. Y no se erradicó. Creo que tiene que haber un compromiso contractual del productor con el Estado, de trabajar contra la lobesia, y el Gobierno ver en qué puede apoyar. No vale la pena seguir tirando subsidios si la gente no se compromete”, lanzó. Y si bien reconoció que hay zonas donde la plaga disminuyó bastante, señaló que hay otras en donde parece que no se hubiera combatido.

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