En este viaje dejé el avión de lado y decidí ir en micro hasta Bolivia para conocer La Paz y el lago Titicaca. El primer tramo fue desde Mendoza a Jujuy. En la capital norteña cambié de bus hasta La Quiaca. Crucé a pie el puente que une los dos países y realicé el trámite de inmigración en la ciudad de Villazón. Tuve suerte de encontrar un micro nocturno que partía a La Paz. A media mañana arribamos a la capital más alta del mundo con 3.630 metros.
Asombra ver las montañas que la rodean con casas construidas en las laderas. Contrariamente a lo que ocurre en otras ciudades, la gente de clase acomodada vive en las zonas bajas y los humildes en las alturas. Recorrí la zona céntrica y vi la Plaza Murillo que marca el Kilómetro Cero boliviano, la Plaza Mayor, Basílica de San Francisco diseñada en estilo mixto indígena-español y el estadio de fútbol Hernando Siles. Para adquirir artesanías y tejidos típicos a buen precio hay que ir al Mercado de las Brujas ubicado detrás de la Plaza Mayor. Una opción panorámica es tomar el teleférico desde donde se aprecia el volcán Illimani, de 6.462 metros.
Dejé La Paz para continuar ascendiendo hacia Copacabana, ciudad a orillas del Titicaca. La Virgen de Copacabana es la Patrona de Bolivia y miles de fieles viajan para adorarla. Reposa en el altar mayor de una hermosa Basílica.
Tomé una embarcación para ir hasta la Isla del Sol en el centro del Titicaca. Bolivia y Perú comparten este espejo de agua ubicado a 3.914 metros sobre el nivel del mar. Esto lo convierte en el lago navegable más alto del planeta. Ya en la isla sentí un poco los efectos del apunamiento, que no me había molestado en La Paz. Me dieron a oler una hierba y así evité el mal de altura o soroche.
Un isleño nos llevó hasta la piedra sagrada en cuya cara se adivina la silueta de un puma. Titicaca significa, precisamente, Puma de Piedra. Según la leyenda de allí surgieron Manco Capac y su hermana-esposa Mama Ocllo, los fundadores del Imperio Inca. Me senté cerca de la piedra ceremonial donde realizaban los sacrificios humanos dedicados al Dios Sol o Inti.
Embarcamos rumbo a la Isla de la Luna habitada sólamente por mujeres quienes tejían y cultivaban hasta que se hacían casaderas. No pudimos llegar. Los vientos allí son imprevisibles y olas de casi un metro comenzaron a sacudir la embarcación. El guía nos dijo que regresáramos a Copacabana y lo hicimos a pesar del enojo de un español que protestaba porque había pagado para ver las dos islas.
Partí en micro a Puno, en el lado peruano, con más de un millón de habitantes. Desde su puerto navegué rumbo a las islas de los Uros. El capitán me enseñó algunas palabras en quechua y aymara, los idiomas que hablaban los incas. ¡Hola! en aymara se dice "Kamisaraki" y en quechua es "Imainalla".
Conocer esta tribu fue una de las grandes sorpresas del viaje. Descienden de asiáticos que se asentaron en las orillas del Titicaca donde aprovecharon la planta de totora. Viven en islotes hechos de este junco que empalan al fondo del lago para fijarlos. No sólo el piso es de totora, sino también las casas y sus botes.
Se ganan la vida con el turismo y vendiendo su pesca. Hay varios islotes. Fui al de Khana-Uru donde tres nativas nos contaron sus costumbres y mostraron sus hogares. Acababan de renovar el suelo con totora fresca y se sentía que el piso se hunde a tus pies, debajo sólo hay agua helada es bastante inquietante.
Adquirí un colorido tapiz que hoy adorna la chimenea de casa y volví a tierra firme sorprendido por la forma de vida en ese rincón de Sudamérica.
Datos
Hotel en La Paz: 3 estrellas desde 30 dólares.
Basílica de San Francisco: gratuita.
Teleférico: 50 centavos de dólar cada tramo.
Bus de La Paz a Copacabana: 5 dólares.
Hotel en Copacabana: 3 estrellas desde 15 dólares.
Basílica de Nuestra Señora de Copacabana: gratuita.
Barcaza hasta la isla del Sol y la Luna: 3 dólares.
Bus de Copacabana a Puno: 20 dólares.
Lancha-colectivo a la isla de Uros: 3,5 dólares.
Tasa de ingreso a isla de Uros: 2 dólares.
Tapiz en isla Khana Uru: 15 dólares (en tierra firme son más baratos).