La muerte del papa Francisco dejó el interrogante más importante: ¿quién lo sucederá al frente del Vaticano y la Iglesia Católica?
De progresistas a conservadores, estos son los perfiles de los principales postulantes a liderar el Vaticano.
La muerte del papa Francisco dejó el interrogante más importante: ¿quién lo sucederá al frente del Vaticano y la Iglesia Católica?
Ahora, la Santa Sede se prepara para la elección. Tras verificar la muerte del Sumo Pontífice, el cardenal camarlengo, el irlandés-estadounidense Kevin Joseph Farrell, administra los bienes y derechos temporales del Vaticano, dirige los preparativos del famoso cónclave, lo organiza, redacta un informe sobre el resultado de cada escrutinio y entrega el informe al nuevo pontífice.
El Colegio Cardenalicio fija, durante las Congregaciones Generales, la fecha para el inicio del cónclave. Sin embargo, exige que las operaciones de votación comiencen entre el 15° y el 20° día después de la muerte del Papa. Es decir, será a inicios de mayo cuando se conozca al 267° Papa de la historia.
Los cardenales menores de 80 años votan en la Capilla Sixtina hasta alcanzar los dos tercios necesarios para definir un nuevo líder.
Entre los candidatos que suenan para suceder a Francisco, se encuentran aquellos considerados progresistas o reformistas dentro de la Iglesia y aquellos de tinte conservador:
Cardenal muy cercano a Francisco, con fuerte perfil pastoral. Fue arzobispo de Manila y luego prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Predica una Iglesia inclusiva, sensible a los pobres, con especial foco en la justicia social. Muchos lo ven como una opción fuerte para seguir el legado de Francisco.
Originario de Guinea, Robert Sarah dedicó décadas a servir a la Iglesia desde diversos puestos de gran peso en la administración vaticana. Defiende el celibato sacerdotal y advierte contra la "ideología de género". Si llegara al trono de Pedro, su prioridad sería revitalizar la vida interior y devolver centralidad a la Eucaristía.
Destaca por un marcado apego a la ortodoxia y una visión teológica profundamente anclada en la tradición. Es de los conservadores más críticos al estilo que impuso Francisco. De hecho, sobre su persona, se teme un retroceso respecto a los aires de apertura que marcaron la última década.
Secretario de Estado del Vaticano desde 2013. Diplomático con gran experiencia, conocedor de la interna vaticana. Representa una postura moderada, con fuerte capacidad de articulación dentro y fuera de la Iglesia.
Uno de los principales opositores a Francisco. Conservador doctrinal, se opuso a la comunión de divorciados vueltos a casar y al reconocimiento de homosexuales. Tiene fuerte respaldo entre sectores tradicionalistas, especialmente en EE.UU. Es el favorito de Donald Trump.
Moderado, abierto al diálogo sobre temas como medioambiente y justicia económica. Fue prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. En 2013 estuvo entre los papables. Es visto como una figura conciliadora entre modernidad y tradición.
Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Hombre de confianza de Francisco, activo en temas sociales y de migración. Laico en sus modos, vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio. Francisco lo eligió para misiones de paz en Ucrania y EE.UU.
Arzobispo de Barcelona. Cardenal desde 2017, muy alineado con el perfil pastoral y social de Francisco. Si bien su edad lo coloca en el límite, podría ser un “candidato de unidad” en caso de votación prolongada.
Jesuita y exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Tiene más de 80 años, por lo que no puede votar en el cónclave, pero puede ser elegido. Su perfil doctrinal y su afinidad con Francisco lo convierten en una posibilidad remota pero válida.
Arzobispo de Budapest, cardenal desde 2013. Se opone a la apertura hacia los divorciados y refugiados. Tiene apoyo en sectores del este europeo, pero su postura rígida podría alejar votos.
Fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Aunque en un principio fue considerado moderado, terminó enfrentándose con Francisco por sus reformas. Tiene formación teológica sólida, pero genera divisiones.
Arzobispo de Utrecht, teólogo tradicionalista. Crítico de las reformas de Francisco. Su perfil doctrinal estricto lo vuelve una figura con poco consenso fuera del bloque más conservador.