Pese a que el allanamiento en su casa de Guaymallén en busca de restos humanos dio negativo, el israelí Gilad "Nicolás" Gil Pereg (36), hijo y sobrino de las mujeres desaparecidas Pyrhia Sarusi (63) y Lily Pereg (54), respectivamente, fue detenido este viernes en su domicilio. Sus extraños hábitos, sus antecedentes financieros y sus declaraciones siguen envueltas en contradicciones.
El hombre es un ex militar de Israel que, curiosamente, realizó la denuncia de paradero. El interrogatorio fue riguroso y extenso. Él aseguró que compartió la jornada de aquel sábado 12 de enero con las mujeres, hasta que ellas se tomaron un colectivo para volver a un departamento en calle España, de Ciudad, una versión que nunca cerró del todo.
Es que las cámaras de seguridad del predio donde reside captaron el momento en que Lily y Pyrhia ingresan, pero no cuando supuestamente habrían salido a la parada de micro, entrada la noche, lo que resulta crucial en la investigación.
Una semana después de la desaparición, y por orden de la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, se efectuó un allanamiento en la casa del hijo y sobrino de las mujeres, ubicada en calle Julio Argentino Roca, de Guaymallén, precisamente frente al cementerio municipal. El operativo se intensificó con perros, palas, escaleras y hasta con un grupo electrógeno, debido a las condiciones de precariedad en las que vive Pereg.
Empresas millonarias y deudas
El perfil de Pereg es más que llamativo. Figura como titular de cinco empresas en Mendoza creadas por su madre, Pyrhia Sarusi, quien reside en Israel. Sin embargo, los movimientos financieros no coinciden con su estilo de vida, al borde la indigencia, a la par de mantener deudas por 9 millones de pesos.
La historia de las aventuras empresariales de este ingeniero israelí son bien conocidas por parte la comunidad judía de Mendoza y también por la Justicia, ya que forman parte de expedientes que se tramitan en la Justicia Civil por daños y perjuicios, rendiciones de cuentas y hasta causas iniciadas por él mismo por daños derivados de contratos en los que ha solicitado el “beneficio de litigar gastos por falta de recursos”.
Hace unos 10 años, Gil Pereg llegó a Mendoza y se relacionó con algunos jóvenes cambiando dólares en la galería Tonsa, donde comentaba que viajaba periódicamente a Buenos Aires para buscar dólares que le enviaba su madre.
Luego realizó negocios como compras de terrenos, compras de camiones y construcción de canchas de fútbol 5 que no habrían terminado muy bien, a juzgar por las demandas, algunas cruzadas.
Ex militar, ermitaño y falso basquetbolista
El sujeto tenía un arsenal de armas, pero todas registradas. Se habla de un total de 42 de puño (pistolas y revólveres).
También se destaca la obsesión de Gil Pereg por la seguridad en el predio donde reside, que, vale destacar, carece de cama, baño, cocina y electricidad. En cambio sí hay cámaras en permanente monitoreo.
La semana pasada, vecinos de Buena Nueva entrevistados por Los Andes aseguraron que el ex militar israelí es "solitario", "sucio" y hasta que "come animales". Es que, según trascendió, los pesquisas quedaron sorprendidos al encontrarse con una decena de gatos enterrados y otros animales disecados en el lugar donde vivía el israelí.
En la comunidad judía local algunos lo recuerdan como un tipo "raro y oscuro" y otras cosas peores. Esta historia define su costado más excéntrico: al ver su altura, algunos lo quisieron reclutar para jugar al básquet. Entonces Gil Pereg pretendió que le hicieran un contrato sin haber encestado ni un triple. Pero terminaron sin saber si realmente jugaba.
Envuelto en contradicciones
En medio de la intensa búsqueda, que incluyó el envío del cónsul y un policía de Medio Oriente a Mendoza y hasta una recompensa oficial de $ 300 mil, el sujeto rompió el silencio en televisión. "Para mí alguien las forzó para hacer algo que no querían, algún delincuente o alguien las forzó y enganchó para hacer cosas que no querían", dijo.
Sin embargo, ayer volvió a ser entrevistado por la agencia Télam y aseguró que hubo una venganza contra él. "Alguien, que puede haber venido de Israel, fue detrás de ellas para hacerles daño. O puede ser alguien que me odia acá, en la provincia, le hizo daño a ellas para vengarse de mí", manifestó.
Las palabras fueron suficientes para que la fiscal Claudia Ríos lo llamara a declarar nuevamente, además de recolectar nuevas pruebas. Hasta el momento, no hay rastros de las israelíes desaparecidas.