Un impactante descubrimiento reavivó el interés por la arqueología mesoamericana: un altar de 1.700 años de antigüedad fue hallado en una antigua residencia maya, revelando una inesperada influencia teotihuacana. El hallazgo en Tikal, Guatemala, demuestra una conexión cultural entre dos civilizaciones que, hasta ahora, se creían más distantes de lo que eran en realidad.
Un altar que cambia lo que sabíamos
El altar fue encontrado en el centro del Grupo 6D-XV, una casa residencial dentro del Parque Nacional Tikal. Lo que sorprendió a los investigadores es que no tiene el estilo maya típico, sino que reproduce un diseño claramente teotihuacano, algo que jamás se había visto en este contexto.
“Es algo único en Guatemala. Nunca se había encontrado algo igual”, dijo Lorena Paiz Aragón, investigadora del proyecto. “Algo tan doméstico, de una residencia; es el primer ejemplar encontrado en Guatemala”.
Tikal es una ciudad con más de 2.400 años de historia, ubicada a más de 960 kilómetros de Teotihuacán, la ciudad mexicana donde floreció la cultura que ahora aparece representada en este altar.
Este detalle sacude las hipótesis previas sobre los vínculos entre ambas civilizaciones.
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Investigadores descubren un altar de estilo teotihuacano en Tikal(Imagen: Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala)
Interacción entre mayas y teotihuacanos: una relación más profunda
La iconografía del altar no deja dudas: representa a la Diosa de la Tormenta, figura emblemática en el arte religioso mesoamericano, con un tocado de plumas y postura ceremonial.
Este tipo de símbolos no eran comunes en la región maya, lo cual refuerza la idea de una interacción directa y significativa entre ambas culturas.
“Ahí radica su importancia —explica Paiz Aragón—, porque recuerda mucho a los barrios de Teotihuacán, con altares centrales. Se realizaban rituales a sus propios dioses; el arte se utilizaba para adorar a sus deidades”.
El arqueólogo Andrew Scherer, de la Universidad de Brown, aportó otra mirada interesante: “Los mayas regularmente enterraban edificios y reconstruían sobre ellos. Pero aquí, enterraron el altar y los edificios circundantes y simplemente los dejaron… Lo trataron casi como un monumento conmemorativo o una zona radiactiva”.
Esto refuerza la idea de que había sentimientos complejos o incluso ambivalentes hacia Teotihuacán. Quizás admiración, quizás temor, o ambas cosas a la vez.
Un descubrimiento clave para entender las ciudades prehispánicas
Más allá del objeto en sí, lo que revela este altar es algo más profundo: las ciudades mayas eran cosmopolitas, con fuertes influencias externas.
Lejos de ser cerradas o aisladas, estaban insertas en una red de relaciones culturales mucho más compleja de lo que creíamos.
El equipo compartió sus conclusiones en la revista Antiquity, donde destacan que el altar no solo fue abandonado, sino también preservado deliberadamente, lo que añade un matiz ritual o simbólico a su historia.