Hace más de ocho siglos, la Iglesia vivió uno de los episodios más insólitos y célebres de su historia: el cónclave más largo de todos los tiempos realizado en Viterbo (Italia). Duró casi tres años. Exactamente 1.006 días. Y no fue hasta que les quitaron el techo de la sala que los cardenales, finalmente, se decidieron a nombrar al nuevo Papa.
Así fue el cónclave más largo de la historia para elegir a Gregorio X
Corría el año 1268. Clemente IV había muerto el 29 de septiembre y los 17 cardenales convocados a elegir a su sucesor quedaron atrapados en una maraña de divisiones internas. No sólo estaban enfrentados entre güelfos (pro-franceses) y gibelinos (pro-germanos), sino que también había disputas familiares, personales y de poder. Con una mayoría de dos tercios necesaria para proclamar al nuevo pontífice, el consenso parecía una quimera.
El infierno del cónclave más largo de la historia: 1.006 días, sin comida ni techo y dos muertos
El infierno del cónclave más largo de la historia: 1.006 días, sin comida ni techo y dos muertos
CC
Reunidos en el Palacio arzobispal de Viterbo, los cardenales pasaron los meses -y después los años- sin llegar a ningún acuerdo. Propuestas no faltaron. Algunos nombres emergían, como el de Filippo Benzi, prior general de los Siervos de María, pero al enterarse, huyó y se escondió en una gruta del Monte Amiata. Lo mismo hizo el franciscano Bonaventura de Bagnoregio, que rechazó el trono de Pedro con firmeza franciscana.
Mientras tanto, Viterbo, cansada de la espera, explotaba de otros hechos. El asesinato a sangre fría de Enrico de Cornovaglia, sobrino del rey Enrique III de Inglaterra, durante una misa, marcó un punto de no retorno. El crimen fue cometido por su propio primo, Guido de Montfort, vicario de Toscana al servicio de Carlo d’Anjou.
La situación era insostenible. Durante la época del eterno cónclave, también dos cardenales murieron: Giordano dei Conti Pironti da Terracina y Stefan Vancza.
El Palacio Papal de Viterbo, sede del cónclave 1268-1271
El Palacio Papal de Viterbo, sede del cónclave 1268-1271
CC
Fue entonces cuando el alcalde de la ciudad, Alberto de Montebuono, junto con el Capitán del Pueblo, Raniero Gatti, decidió tomar cartas en el asunto. El 1 de junio de 1270, clausuraron a los cardenales en la sala del Palacio. Literalmente. Les cerraron las puertas con llave: “clausi cum clave”, de donde viene el término cónclave.
Pero ni así lograron resolverlo. Les redujeron la comida. Luego comenzaron a quitar parte del techo, para dejarlos a merced del clima. Y nada.
Pasó más de un año, a fines de 1971, hasta que alguien propuso una salida: crear una comisión de seis cardenales para decidir. Fue una jugada desesperada, pero funcionó. En sólo dos horas eligieron al nuevo Papa: Teobaldo Visconti, el archidiácono de Lieja que ni siquiera estaba presente… porque estaba en Tierra Santa, acompañando a los cruzados.
Visconti aceptó. Regresó a Roma y tomó el nombre de Gregorio X. Fue coronado en marzo del año siguiente, en 1272.
El papa Gregorio X con los hermanos Niccolò y Matteo Polo, padre y tío del explorador Marco Polo.
El papa Gregorio X con los hermanos Niccolò y Matteo Polo, padre y tío del explorador Marco Polo.
Biblioteca Nacional de Francia
La experiencia fue tan traumática que el propio Gregorio, apenas dos años después, promulgó la constitución apostólica Ubi periculum durante el Concilio de Lyon. Con ese documento, la Iglesia estableció por primera vez normas estrictas para los cónclaves: encierro, aislamiento, austeridad. Fue el nacimiento formal del proceso que, con matices, sigue vigente hasta hoy y que, en mayo, iniciará para conocer al sucesor de Francisco.