Bajo sol y lluvia, ondeando banderas de Nicaragua, miles de opositores marcharon ayer en Managua para exigir la salida del poder del presidente Daniel Ortega, desafiando temores tras un recrudecimiento de la violencia que deja más de 260 muertos en tres meses de protestas.
“¡Ni un paso atrás!”, “¡Justicia!”, “¡Qué se vaya!”, coreaba la multitud azul y blanco, que avanzó sin incidentes en su recorrido de 7 km por estratégicas vías del sureste de la capital. La lluvia que cayó en un trecho de la ruta no ahuyentó a los manifestantes.
Carolina Aguilar, de 52 años, dijo marchar porque está "harta de un gobierno que mata impunemente". "No podemos vivir con un asesino, con un alacrán que día a día nos está matando. Daría mi sangre con tal de que esto acabe. Si es lo que quiere: ¡máteme! pero ya deje libre al pueblo", declaró.
La opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que reúne a grupos de la sociedad civil, aumentó con esta marcha su presión, que incluye un paro nacional el viernes -el segundo durante la crisis- y una caravana el sábado por los combativos barrios orientales de Managua.
Las protestas estallaron el 18 de abril contra una reforma al sistema de pensiones, pero tras la represión se extendieron a la exigencia de salida del poder de Ortega, que gobierna desde 2007 por tercer periodo consecutivo y a quien acusan de crear una dictadura junto con su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
Marcha oficialista
Para contrarrestar la estrategia opositora, el gobierno hará hoy, día del paro, el llamado “repliegue”, una caravana que anualmente encabeza Ortega por estas fechas hasta Masaya -30 km al sur de Managua- para recordar una gesta de la Revolución Sandinista de 1979.
El anuncio del gobierno puso en máxima alerta al aguerrido barrio indígena de Monimbó, en el sur de Masaya, donde sus pobladores se mantienen atrincherados tras grandes barreras de adoquines.
"Nunca van a entrar, a menos que nos maten a todos", aseguró en una de esas barricadas un hombre con el rostro cubierto, de gorra y camisa verde oliva.
Ortega, exguerrillero sandinista de 72 años que peleó en la insurrección popular para derrocar al dictador Anastasio Somoza, intensificó estos días las operaciones en las que policías y paramilitares derriban los bloqueos de vías, agravando la violencia.
“Estamos demostrando al régimen que no tenemos miedo. Nos tocó botar a Somoza y vamos a botar a Ortega. Hay que sacarlo porque este hombre ha disparado contra el pueblo que lo eligió”, expresó Fernando Callejas, médico de 67 años.
Un día antes de la marcha, el secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Paulo Abrao, llamó al gobierno, al presentar un informe ante el consejo permanente de la OEA en Washington, a “garantizar las protestas pacíficas” y pidió que “cese la represión”.
El gobierno de Ortega considera “delincuentes”, “golpistas” y “terroristas” a los manifestantes opositores. El canciller Denis Moncada calificó el informe de la CIDH de “apresurado”, “prejuicioso y carente de objetividad”. Agencia AFP