Cuando llegó a Mendoza por primera vez en 2004, lo hizo como turista. Michael Evans se encontraba entonces trabajando como asesor de campaña del candidato presidencial de Estados Unidos, John Kerry. Poco y nada sabía de español, contaba con una destacada trayectoria en comunicación política -que incluía a figuras como Al Gore o Bill Clinton-, y tenía la sensación de que ese traje lo empezaba a incomodar. El mundo de los vinos, en cambio, era un interés despierto y conocer el Valle de Uco fue suficiente para dejar una vida atrás y emprender otra, alejada de su Washington natal.
Hace 20 años Michael Evans conoció al empresario Pablo Giménez Riili y juntos emprendieron una aventura que se transformó en un proyecto vitivinícola a gran escala, con el acompañamiento del consultor y enólogo Santiago Achaval. Luego de recorrer 76 fincas para sembrar su sueño, finalmente compraron 100 hectáreas en Vista Flores, Tunuyán, para darle forma a The Vines of Mendoza, la burbuja de vinos más cosmopolita de Argentina.
Allí, 352 inversores de todo el mundo poseen viñedos y junto al personal de The Vines elaboran sus vinos al pie de la Cordillera de los Andes, en un predio con resort y spa que fue diseñado por el estudio de arquitectura Bórmida & Yanzón, con bodegas y restaurantes -incluido el afamado Siete fuegos by Francis Mallmann-. "The Vines es casi una reserva natural, envuelta por la montaña en casi 180° grados. Es increíble ver la cantidad de pájaros, zorros, sapos, flora y fauna que vive ahí. Son 33 las cepas cultivadas en este predio y 500 los vinos que serán elaborados este año, que tuvimos una cosecha increíble. La tierra aquí es flexible y eso nos permite tener una gran cantidad de varietales", explica Evans.
Las malas calificaciones escolares del pasado las entiende hoy como un modo neurodiverso de pensar y vivir, y a esta altura del partido, cuando habla de nuestro país lo hace en plural: como uno más. "El mejor ejemplo de lo que me atrapó de Argentina es lo que puede suceder un sábado o un domingo: que te inviten a un asado que no sabés cuándo termina, sin lista de invitados ni apuros, y saber que en cualquier momento puede caer alguien más y prender otro fuego. Estar en familia o con amigos aquí es sagrado y eso me parece maravilloso", expresa el empresario que reside en The Vines, en una casa retirada en medio de una finca, rodeado de viñedos, una colección de libros, su guitarra y un mundo que lo mantiene apartado de la ciudad.
-Actualmente tenemos 500 hectáreas, de las cuales 420 están plantadas con uva. Somos 350 empleados en la empresa y la fuente de trabajo más grande en Tunuyán. El hotel de The Vines cuenta hoy con 22 habitaciones y estamos en una etapa de construcción para llegar a casi 80. También trabajamos en el armado de un nuevo restaurante de Francis Mallmann, spa, cancha de tenis y paddle, meeting center (centro de reuniones), wine education center (centro de educación del vino) y nuestra Wine Maker´s Village (villa de enólogos), que cuenta con ocho bodegas y tres restaurantes. Nos encontramos en una etapa de crecimiento que culminará en un plazo de cinco años y en la que llegaremos a tener, dentro del predio, once bodegas y seis restaurantes. Queremos que The Vines sea un complejo donde puedas estar una semana sin tener que moverte de ahí.
Michael Evans The Vines
Michael Evans The Vines. Foto: Los Andes
-Cuando decidiste invertir en la provincia, ¿pensabas en la posibilidad de que el proyecto se siguiera expandiendo?
-Creo que en ese momento hubiera pensado que esto era imposible. Nuestras expectativas eran mucho menores cuando abrimos el hotel o cuando comenzamos con The Vines. La comunidad ha crecido con personas de muchos países.
-¿Qué supone la administración de este complejo que integra diversos rubros?
-Por un lado tenemos el hotel de lujo y también la venta de Real Estate a través de las private vineyards, donde las personas adquieren un viñedo de entre 1.5 a 5 hectáreas. Hay hasta ahora 352 dueños de viñedos a los que les ofrecemos servicios para cultivar sus uvas y realizar sus vinos, con lo cual la finca y la bodega están en permanente actividad. Además llevamos la experiencia The Vines a otras partes del mundo a través de un club por el que viajan nuestros socios para recorrer regiones vitivinícolas como Champagne, en Francia, o Montalcino, en Italia.
-¿Cómo surgió The Vines Foundation y en qué consiste esta fundación?
-Probablemente sea el proyecto más importante para mí, en este momento de mi vida. The Vines Foundation comenzó antes de la pandemia en Tunuyán, cuando supimos que había una población de chicos que comían una vez al día, algo que me resulta imposible de pensar. Hablamos entonces con nuestros dueños de viñedo, quienes sumaron su colaboración en las causas. Estamos ahora trabajando con cinco comedores del Valle de Uco. También abrimos un refugio para perros donde hacemos castraciones y disponemos de un camión que recorre la zona. A su vez estamos lanzando un centro para la comunidad en Vista Flores enfocado, sobre todo, en funcionar como escuela vocacional. Muchos chicos cuando terminan la secundaria no saben qué hacer y por falta de recursos no pueden ir a la universidad. A la vez, hoteles y bodegas requieren personal capacitado, que sepa idiomas, que esté interesado en el mundo del vino, con lo cual lo que se enseñará tendrá una orientación hacia lo que hacemos pero también vinculado a la sostenibilidad y la transmisión de herramientas para sus propias vidas.
-¿Cómo has afrontado las crisis económicas, cíclicas y persistentes de la Argentina?
-Desde que estoy en Mendoza, hace dos décadas, siento que recién ahora existe una perspectiva positiva en la economía. En cualquier parte del mundo es impensable lo que sucede aquí y la verdad es que la agilidad de nuestro equipo de trabajo resulta clave. En uno de esos momentos de crisis, sin ir más lejos, ante la incertidumbre que vivimos ante el Covid, se formó nuestra fundación. De cualquier manera no sé qué va a pasar, porque es Argentina, y sabemos que todo podría cambiar mañana, aún más en la situación global que vivimos. Mendoza es un poco una excepción y en nuestro caso el movimiento de nuestra economía está vinculado al turismo y el servicio para extranjeros, lo cual es un privilegio.
-¿Qué herramientas te dio tu trabajo en política para lo que hacés ahora?
-Flexibilidad, sin duda, porque es un trabajo duro. Cuando llegué ya estaba cansado de tanto trabajar y pensé que ésta sería una actividad más relajante. La verdad es que no, es una ocupación muy intensa y siento una gran responsabilidad por quienes trabajan en la empresa, por mi socio y por los inversores. Voy a cumplir 60 años y pienso mucho en lo que voy a dejar. Quisiera que The Vines continúe más allá de mí y también que la fundación siga creciendo en Vista Flores.
Un apasionado de la fotografía, los viajes y el vino
La fotografía es una faceta activa en la vida de Michael Evans. Cada mañana camina una hora por su finca, cámara en mano, y registra lo que le resulta valioso a su alrededor. "Las fotos comenzaron como un hobby necesario en 2005, porque los inversores son en su mayoría extranjeros y debía comunicarles de alguna manera lo que estaba pasando en sus fincas y con sus vinos". Desde entonces tiene un libro publicado, "Nada es imposible", otro en proceso de edición y más de 100.000 fotografías de sus caminatas por The Vines of Mendoza. "Todos los días encuentro algo nuevo para mirar y últimamente estoy enfocado en las personas y el equipo de trabajo", dice.
"Tengo intereses y actividades diversas desde pequeño, me gusta hacer muchas cosas, la variedad en la comida y ser eficiente en lo que hago. Si bien trabajo mucho también me tomo mi tiempo para viajar", agrega. En octubre Michael Evans cumplirá un anhelo pendiente, conocer Japón, y para planificar sus viajes o resolver asuntos laborales la tecnología le resulta una aliada. "Soy muy amigo de la tecnología: uso IA, Chat GPT y Cloud todos los días. Me permite escribir y pensar más rápido así como traducir lo que quiero decir. Por otra parte, mientras más viajo más me entiendo a mí y a otras personas. Creo que el mundo necesita más intercambio humano", expresa.
Como creador de vinos, Michael Evans tiene nueve y todos le rinden homenaje a María Uco, la perra que lo acompañó durante casi 16 años de manera inseparable. En pequeñas partidas la línea "Uco´s Playground" es disfrutada con amigos, en familia y algunos están a la venta en The Vines. También elabora vinos en Francia, Italia, España y Estados Unidos. "Creo que mis vinos tienen frescura, son equilibrados y fáciles de tomar", resume.
Ping Pong con Michael Evans
-¿Un varietal? Garnacha.
-¿Una estación del año? Primavera.
-¿El mejor viaje de tu vida? Hasta ahora Antártida o India.
-¿Una comida argentina? El asado, en especial la entraña.
-¿Tu objeto personal favorito? Mi cámara de fotos, que es 100% manual. Si bien es nueva, conserva desde hace un siglo el mismo diseño. La llevo siempre conmigo. Al ser manual hay que ser paciente, que no es mi fuerte, con lo cual me hace trabajar en eso.
-¿Tus grandes maestros? Mis socios, los libros y en primer lugar mi mamá, que pasó de ser secretaria de una empresa de construcción a presidente de esa compañía.
-¿Lo mejor y lo peor de invertir en Argentina? Lo mejor es que nunca te vas a aburrir y también la gente. Vivo acá por las personas. Lo peor es la falta de previsibilidad, la inseguridad y la pobreza. Me resulta muy triste que ocurra en un país con tantos recursos.
-¿Cuál es el secreto para sostener una sociedad empresarial? El diálogo, la apertura y la honestidad.
-¿Qué es necesario tener para afrontar un negocio? Creo que visión y resiliencia, porque vas a tener que levantarte muchas veces.
-¿Un equipo de fútbol? River.
-¿Messi o Maradona? Messi.
-¿Una fobia? Las serpientes.
-¿Un deporte? Correr.
-¿Una banda? Foo Fighters.