Las chicas de pañuelos verdes - Por Agustín Haudet

“Son las que nos demostraron que la unión hace la fuerza y que las diferencias puedan quedar en otro plano cuando se lucha por un objetivo".

Las chicas de pañuelos verdes - Por Agustín  Haudet
Las chicas de pañuelos verdes - Por Agustín Haudet

Ya pasaron varios días de la histórica (adjetivo trillado, lo sé, pero no creo que le quepa otro) sesión que se dio en la Cámara de Diputados en la que se consiguió media sanción a la despenalización del aborto. Y no puedo dejar de pensar en ellas. Me refiero a esas chicas de pañuelos verdes que nos dieron una lección a todos.

Esas cientos de miles de mujeres argentinas que soportaron el frío y “bancaron los trapos” defendiendo sus ideales, que son mucho más que la suma de los artículos que  este proyecto de ley propone.

Esas chicas de pañuelos verdes se multiplican por las calles. Las veo yendo a la escuela, saliendo del trabajo o jugando con sus hijos en alguna plaza.

Pueden ser nuestras hermanas, amigas, primas o compañeras de laburo.

Son las que nos demostraron que la unión hace la fuerza y que las diferencias puedan quedar en segundo plano cuando se lucha por un objetivo en común.

Esos pañuelos verdes, que son fuente de trabajo para una pequeña cooperativa de 10 trabajadoras de la localidad salteña de Vaqueros, me hicieron parar la pelota, reflexionar y cambiar de opinión.

Por esas chicas de pañuelos verdes pude nombrar sin temor o vergüenza la palabra aborto. Me daba miedo. Al nombrarla me sentía cómplice de un delito.

Por ellas entendí que es una realidad que no podemos negar. También comprendí que no toda mujer quiere ser madre, ni que todas buscan interrumpir sus embarazos.

Pero si visualicé distintas realidades, las obvias, las que como hombre jamás padeceré; ni aquellas que por educación, condición social o suerte viviré.

En la madrugada del debate escuché decir de boca de nuestros legisladores bravuconadas a las que aún no doy crédito. Las compararon con perras y hasta que iban a fomentar el tráfico de cerebros de fetos. Aún sigo sin comprender como mujeres pueden hablar así de otras mujeres.

No estoy a favor del aborto, creo que nadie lo está. Pero como dijo un diputado, de los que pude escuchar sin que me dieran ganas de apagar el televisor, “la criminalización de la mujer fracasó”. Es así. Las estadísticas lo de muestran y ellas también.

Entre las chicas de pañuelos verdes hay diferencias. Algunas son profesionales, vacacionan donde quieren y pueden darse todos los gustos. Otras viven con lo junto y miles no llegan a fin de meses.

Unas conocieron el amor verdadero y otras sólo el horror. Pero en esta se saben juntas. Tal vez las unió el espanto, pero entendieron que ahora o nunca.

Muchas, tal vez, desconocían la historia de lucha de Martha Rosenberg, Marta Aanis, Nelly Minyersky, Diana Maffía,  Carmen Argibay o de las otras mujeres nombradas en el emocionante discurso de la diputada  Silvia Lospennato. Pero no les hacía falta. Estaban allí por ellas, sus amigas, hermanas y sus hijas.

Las mujeres argentinas están haciendo historia. Las marchas en las que exigían #NiUnaMenos lo demostraron. Las pibas de los pañuelos verdes, también.

A ellas, solo mi respeto y admiración.

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