No solo de locales de venta de oro y de celulares, de casas de envío de dinero, de fotocopiadoras y del famoso sex-shop está compuesta la faceta comercial de la Galería Tonsa, la más grande y misteriosa del microcentro.
Entre sus pasillos, que adoptan nombres de dioses griegos y romanos, alguien con ojo atento puede sorprenderse con comercios que difícilmente hallará en el mall o en el shopping más gélido.
Sus propietarios se han acomodado al estilo austero del paseo y pasan de largo del marketing para tratar de vivir de lo suyo. Entre los varios que conviven -no todos están en este artículo- cuatro cuentan su diaria en sus locales que están muy cerca: apenas a cincuenta metros del kilómetro Cero.
Mundo árabe
Alejandro "Turco" Neme (43) divide sus pasiones entre el mundo árabe y su amor por el club Independiente Rivadavia. Como ser fanático de un equipo no genera dividendos (más bien provoca fuga de dividendos y hasta de salud), en mayo de 2004 instaló el primer local comercial de Mendoza vinculado con sus antepasados sirios: "Planeta Árabe". De acuerdo con el cartel que da la bienvenida al negocio, allí se ofrecen "artículos originales de Medio Oriente".
"Soy nieto de abuelos sirios. Hace 14 años me di cuenta de que no había ningún comercio dedicado a la colectividad árabe y desde entonces acá estoy", resume Neme quien además es licenciado en Comunicación Social y docente universitario.
En el sitio resaltan los colores fuertes ayudados por prendas de vestir que cuelgan armoniosamente desde el techo; en el piso hay que tener cuidado de no pisar ninguno de los narguiles que se ofrecen a la venta. Neme compró el local, en su momento, en 5 mil dólares. "Elegí la Tonsa porque el punto es muy céntrico. Y porque a esta galería la gente viene por cuestiones específicas, más a comprar que a pasear".
Inicialmente el comerciante se enfocó en la regalería pero con el tiempo amplió el espectro árabe a "de todo un poco". "Por caso, tenemos todo para la danza árabe, que cada vez se practica más, instrumentos y también todo tipo de narguiles".
En ese sentido, se enorgullece al contar que fue el primero en Mendoza de traer los narguiles. "Cuando nadie los conocía, los pusimos nosotros", saca pecho sirio. Los narguiles -hoy ya mucho más difundidos- son pipas de agua que se utilizan para fumar tabaco árabe a base de frutas.
"Viene de todo, sobre todo de la colectividad. Hay mucha que no lo es, pero igual se copa con este tipo de prendas o artículos. Con el paso del tiempo la misma gente nos pidió que trajéramos ropa de la India".
Entre los artículos más pedidos se encuentra el kéjel, "que es un delineador de ojos de consistencia suave que remarca los rasgos árabes"; los afamados 'ojos turcos' le deben mucho a este delineador, que es usado por todos los géneros. "Los tabacos y los caderiles para la danza árabe también son muy buscados", vende Neme.
En la entrevista, un grupo de tres personas ingresó a preguntar precios pero no compró nada. "No importa, si hay algo que sabemos los árabes es esperar", susurra el propietario.
Contacto: www.facebook.com/planeta.arabe
Dato: $ 3.500 cuesta promedio un narguile.
Ajedrecistas solitarios
Tal vez con el cartel más humilde de la Tonsa, en Saturno 59 se erige con silenciosa timidez el "Club Ajedrez Mendoza" presidido por Domingo Lara. La opulencia no habita allí: apenas 6 mesas con sus tableros profesionales armados con las 32 piezas; todo presto para que se sienten los jugadores. "Esto no es un negocio", advierte Daniel Fernández, a cargo del local.
El CAM, fundado en 1970, ha sabido de una subsistencia nómade que le escapa a la desaparición: "Hemos estado en calle Rioja al lado de la Seccional 3ra., en San Martín y Don Bosco; pero desde 2003 nos instalamos acá", hace memoria Fernández.
Con apenas seis socios registrados -que pagan una cuota de $ 100 por mes- queda claro por qué el sitio no necesita de un especialista en interiores ni un decorador: las paredes, mitad blancas y mitad amarillas, son interrumpidas por un cuadro de -justamente- un tablero de ajedrez, un matafuego y una mini-biblioteca con literatura especializada: unos 15 libros añosos e interesantes; está "Defensa siciliana, variante Najdorf", de Pedro Cherta. Por su estado, debe ser uno de los más consultados.
Hasta hace dos años, el Club tuvo su profesor (en el cartel de ingreso aparece la frase "se dictan clases"). "Pero no dan los números", reconoce el encargado. El local se sostiene además de vender café con tortitas a la gente de los locales cercanos.
Fernández aprovecha la presencia periodística y ensaya una defensa quijotesca en tiempos de juegos cibernéticos donde los contrincantes no se ven las caras: "Antes, en los gimnasios municipales, se daba ajedrez; hoy en muchos no. Los gobiernos deberían darle más pelota a este deporte. Proteger la inteligencia es algo que hace falta. El ajedrez, si te agarra no te suelta más. Y los pibes se enganchan, solo hace falta promocionarlo".
En el lapso de la entrevista, tres de las seis mesas estaban ocupadas: "Somos pocos pero fieles", según el encargado.
Curiosidad: $ 25 le cuesta a un particular jugar "un rato" al ajedrez en el CAM.
Contacto: 261 617-4745.
El tiempo es un reloj de arena
De todas las maneras que hay para medir el tiempo -relojes de pared, cucú, de sol, de agua- existe uno que es el más desmesurado a la hora de mostrar con crudeza el paso por la vida: el reloj de arena.
En Mendoza pocos los comercializan. Uno de ellos es Dante Oscar Cutri, dueño de una joyería que lleva su apellido y queda, como no podía ser de otro modo, en la galería Tonsa. "Vengo de familia de joyeros pero yo me incliné a la relojería", cuenta Cutri en su comercio, donde se vende y repara "ese objeto de culto que es un reloj". La porción de escaparate dedicado a los de arena es la que más atrae a los paseantes: hay relojes de varias medidas y diseños y los fanáticos permanecen obnubilados tras el cristal. "Los traemos de Buenos Aires, de una importadora, o de una fábrica específica que hay en Córdoba".
Cutri eligió la Tonsa para trabajar desde 1985 porque "acá nadie me va a robar, de hecho nunca nos han robado. Esta galería es un submundo fascinante. En todas las ciudades importantes del mundo hay una galería Tonsa, un lugar donde conseguir una antigüedad, una rareza, y tienen un bajo nivel de delincuencia."
En los 60 algunos físicos definieron al mecanismo del reloj de arena como "criticalidad autorganizada". La ley de gravedad muestra cómo el traspaso de la arena de arriba hacia abajo y a un ritmo compasado conforma una simetría perfecta: la mitad del recorrido en la parte superior es complementaria a la inferior. Conforme se produce el traspaso -el paso del tiempo- y lo de arriba es poco y lo de abajo es mucho; es cuando el final se acerca. Entonces la criticalidad autorganizada cierra su círculo. En el reloj se forma una pila cónica que es autorganizada críticamente cuando la arena cae poco a poco.
"Tenemos un reloj de arena que da el tiempo perfecto para cocinar un huevo", amplía Cutri, sin tanta física.
Curiosidad: Los más de los compradores son extranjeros. El promedio -dependiendo del tamaño- va de $ 500 a $ 800.
Hombre roca
Demis Hurtado (quien debe su nombre al personalísimo cantante griego Demis Roussos –"le gustaba a mi abuela", confiesa–), está a cargo "OyH", una orfebrería que sale de lo común de la geografía citadina. Está en Saturno 57 de la Tonsa.
"Somos nuevos, estamos (en la galería) desde enero de este año, aunque mi familia lleva 45 años de orfebrería. Pasé, vi el cartel 'dueño alquila' y nos quedamos", cuenta el hombre que conforma el negocio con su madre Edith y su padre Carlos. "El fuerte del local es el trabajo con piedras naturales y con plata; no somos los únicos en Mendoza".
Su escaparate sí debe estar entre los únicos. En la vidriera se expande una exposición de piedras naturales de todos los colores en su virginidad más brutal, esparcidas sobre un sencillo lienzo de corte indígena. En algunas de las piezas hay carteles identificadores para los neófitos. Así se lee: ágata, galena, amatista, cuarzo verde, topacio, bomba de trueno, ónix blanco. Igual, hay más de 20 en exhibición.
El local es pequeño pero la familia se hace lugar para que sirva como sitio para la venta y como taller de orfebrería. En la parte trasera, Demis se sienta en su lugar -le queda bien, es un apasionado de lo suyo- y se concentra con su soldadora ya sea a crear o a reparar alguna pieza. Cuando está su madre Edith, es ella quien atiende a los clientes.
"Nuestro público es mayormente mendocino, somos buenos para los que tienen alergia a metales; acá no van a tener problemas. Mi padre es uno de los tres lapidadores de Mendoza. Un lapidador le da forma a las piedras, como por ejemplo hacer figuras", alardea Demis.
La gente de OyH viaja cada tanto a algunas minas de La Toma (San Luis) donde compran rocas. "También traemos metal en forma de granalla -que es como un grano de arroz- y de ahí trabajamos el metal con plata", cuenta mientras manipula el ácido bórico que hará las veces de fundente para que, fusionado con plata, darle forma a un futuro anillo. "Somos domadores de piedras".
En la media hora que duró la entrevista, no ingresaron clientes al local. "No importa -reflexiona Demis- tenemos la paciencia de la roca frente al mar".
Curiosidad: Hay productos con rodocrosita que es la piedra nacional de Argentina y que se da más que nada en Catamarca (su color más común es el rosado). Y un regio anillo sale $ 1.560.
Contacto: oyh.orfebreria.mdz@gmail.com