Los clubes de barrio en difícil situación

Abril y mayo llegan con nuevos aumentos en los servicios básicos, los cuales se proyectan hacia los meses venideros. El impacto económico no sólo alcanzó a las familias, y las pymes, sino también a los llamados clubes de barrio, que tienen muchas dificultades para realizar su tarea de sostén de niños, adolescentes y jóvenes.

Los clubes sociales de barrios, siguen funcionando gracias a sus socios que cada noche concurren para pasar un momento con amigos jugando a las bochas o distintos deportes y juegos de azar.
El club Villa Emilia de Godoy Cruz, los socios pueden disfrutar de pelota paleta
Foto: José Gutierrez / Los Andes
Los clubes sociales de barrios, siguen funcionando gracias a sus socios que cada noche concurren para pasar un momento con amigos jugando a las bochas o distintos deportes y juegos de azar. El club Villa Emilia de Godoy Cruz, los socios pueden disfrutar de pelota paleta Foto: José Gutierrez / Los Andes

La situación de los clubes de barrio o distritales es compleja y cada vez se torna más difícil por las exigencias económicas y el alto costo de los servicios básicos que obliga a restringir prestaciones o cerrar las puertas.

La realidad vale para los clubes de las ciudades y alrededores, pero se agrava más en el caso de los clubes ubicados geográficamente en las zonas rurales.

En uno y otro caso, estas entidades hacen una enorme contención social, especialmente en niños, adolescentes y jóvenes, a quienes alejan de la calle y los riesgos de caer en algún vicio, tanto de drogas como de alcohol.

Las áreas oficiales que atienden la problemática de la niñez y adolescencia tienen que extremar recaudos para que decenas de entidades dispersas en la geografía del territorio sigan actuando y prestando sus invalorables servicios.

Un porcentaje de clubes está bien estructurado y puede superar los vaivenes de la difícil realidad económica actual, pero otros no saben hasta cuándo podrán seguir manteniendo las actividades.

Muchos complejos barriales subsisten con los aportes que hacen los pocos socios que retienen, auxilio al que se añaden algunos subsidios de los municipios.

Pero, los desembolsos son muchos y van en aumento, no obstante, lo cual todavía se pueden realizar las actividades deportivas planificadas, en parte porque desde los municipios ayudan con profesores que dan clases en distintas disciplinas.

El dilema es cómo harán las entidades más humildes para enfrentar el gasto de electricidad, agua y gas, que se incrementaran en los próximos meses, lo que repercutirá de manera más tajante en las zonas rurales alejadas de la provincia.

Es la realidad por la que temen, por ejemplo, los clubes Tres Porteñas y Montecaseros, de San Martín; Eliseo Ortiz, de Las Catitas, y Centenario de Julio, de Santa Rosa, o los clubes El Mirador y argentino de Rivadavia, o Rodríguez Peña y Escuela Deportiva, de Junín.

Describimos una realidad de la Zona Este, pero también se registra al sur del río Mendoza, en los distritos de Perdriel Agrelo y Ugarteche, o en el Valle de Uco y en el sur provincial. En esta parte del territorio, el desafío que debe enfrentar el popular Club Pedal, de San Rafael, que pagaba una boleta de luz de $ 258.000 y ahora deberá cancelar el inalcanzable monto de un millón trescientos mil pesos.

Es la realidad que deben enfrentar los clubes, entre otras cosas, la decisión oficial de “sincerar” las tarifas de los servicios públicos.

En la Zona Este, tenemos, entre otros, los clubes Social y Deportivo Rodríguez Peña, del distrito homónimo, Social Los Barriales, del lugar del mismo nombre, Tres Acequias, de Medrano y El Martillo de la localidad homónima. Se las arreglan como pueden. En algunos casos con alguna ayuda y con el aporte de los asociados. No alcanza, pero subsisten a duras penas.

En el caso de Rodríguez Peña y El Martillo son futboleros y lo sustentan sus propios jugadores.

Tres Acequias y Los Barriales poseen una masa societaria más importante, pues en sus instalaciones se realizan eventos sociales, culturales y deportivos.

Sería muy penoso perder cualquiera de estos cuatro clubes de Junín. Cumplen una función social imprescindible de contención y brindan una identidad a su pueblo que los hace sentir orgullosos. Debe acotarse que el municipio departamental aporta ayuda con subsidios, mano de obra y materiales.

Por suerte hay realidades más halagüeñas como la del Club Deportivo Guaymallén, en Rodeo de la Cruz. A más de 100 años de su fundación, continúa cumpliendo su misión: ser un espacio de recreación y esparcimiento.

Ninguna situación de economía mayor, debe permitir que decline la labor de los clubes barriales, que tienen que ser protegidos y su labor estimulada, sacándolos de la baja de prestaciones a la que son sometidos, más allá de cualquier necesidad de actualizar las tarifas de los servicios públicos.

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