El agua contaminada y el saneamiento deficiente transmiten graves enfermedades como cólera, disentería, hepatitis A, tifus, poliomielitis, arsenicosis (HACRE), entre otras. La contaminación y las sustancias tóxicas causan al menos nueve millones de muertes prematuras, el doble de las causadas por la pandemia de COVID-19 en sus primeros meses, el triple de la suma de las muertes por sida, malaria y tuberculosis y 15 veces más que las ocasionadas por guerras, asesinatos y otras formas de violencia [3]. En América Latina, ocurren 150000 muertes anuales por enfermedades hídricas, el 85% en niños menores de 5 años [4].
6.3 Mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando el vertimiento y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar y aumentando el reciclado y la reutilización sin riesgos
6.4 Aumentar el uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir el número de personas que sufren la falta de agua
6.5 Implementar la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza
6.6 Proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos bosques, montañas, humedales, ríos, acuíferos y lagos
6.A Ampliar la cooperación internacional en la creación de capacidades y tecnologías (captación, desalinización, uso eficiente, tratamiento de aguas residuales, reciclado y reutilización)
6.B. Incentivar la consulta pública y el fortalecimiento de asociaciones civiles y comunitarias vinculadas con el tema
El abastecimiento de agua debe ser suficiente y continuo para el uso personal y doméstico, es decir, para beber, lavar y limpiar, preparar alimentos y para la higiene personal. La OMS considera que la cantidad adecuada de agua para consumo humano es de entre 50 y 100 litros litros/habitante/día. Sin embargo, hay gran disparidad entre países, ya que el uso medio es de 200 a 300 litros/habitante/día en los países desarrollados frente a menos de 10 litros en países en desarrollo [1].
El agua debe ser saludable, es decir, libre de microorganismos, sustancias químicas y peligros radiológicos. Las medidas de seguridad del agua potable están definidas por estándares nacionales y/o locales, basados en las Guías para la calidad del agua potable de la OMS [1].
El agua debe presentar color, olor y sabor aceptables para uso personal y doméstico. [1].
Todas las instalaciones y servicios de agua deben ser culturalmente apropiados y sensibles al género, al ciclo de la vida y a las exigencias de privacidad. [1].La Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible de las NU estableció en 2015 diecisiete objetivos de desarrollo sostenible, de los cuales el ODS establece garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. El agua debe ser suficiente, saludable, aceptable, culturalmente apropiada y accesible. En 2024, el ODS 6 está lejos de ser alcanzado. El rechazo a la Agenda 2030 por el gobierno argentino debilita la capacidad del país para la gestión efectiva de sus recursos hídricos.
El agua debe ser físicamente accesible. Los servicios de agua y saneamiento deben estar dentro o cercanos al hogar, a las instituciones académicas, al lugar de trabajo o a las instituciones de salud. Según la OMS, la fuente de agua debe encontrarse a menos de 1.000 metros del hogar y el tiempo de desplazamiento para la recolección no debería superar los 30 minutos [1].
El agua debe ser asequible. El precio de los servicios debe ser compatible con lo que las personas puedan pagar. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sugiere que el costo no debería superar el 3% de los ingresos del hogar [1].
Según las NU, los estados deben respetar, proteger y cumplir obligaciones con respecto al derecho humano al acceso al agua a través de leyes, estrategias y planes de acción. Deben evitar que terceros interfieran, evitando la desconexión o el impedimento al suministro, impedir que las empresas dañen la calidad del agua por contaminación, y facilitar el acceso al agua y proveerla cuando los individuos no puedan disponer de ella por sus propios medios. También deben promover la educación para el uso sustentable del agua. Sin embargo, además de los gobiernos, deben involucrarse otros actores: empresas, sociedades civiles y ciudadanía en general.
Lamentablemente, cinco años después de la adopción de los ODS, no se está todavía en vías de alcanzar las metas 6.1 y 6.2. Según el Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas de Suiza (Eawag), más de la mitad de la población mundial (cuatro mil millones de personas) no tiene aún en 2024 suministro de agua potable [6]. En Argentina, en el mismo año 2024, el 9,3% de los hogares no tiene acceso a agua potable y el 25,2% no dispone de sistema cloacal [7].
Las NU lanzaron en 2018 la década del agua (Figura 2), con el propósito de acelerar la adopción de medidas para transformar la manera de gestionar el agua. Se definieron los siguientes objetivos: 1) avanzar en el desarrollo sostenible; 2) estimular la implementación de programas y proyectos existentes y 3) movilizar la acción para lograr el cumplimiento de la Agenda 2030 [8].
El agua como derecho humano imprescindible
Figura 2. La década del agua
Gentileza
La aplicación del ODS 6 en Argentina debe considerar la protección de sus ecosistemas de agua dulce. Desde los glaciares de la Patagonia hasta los humedales del Iberá, esta protección puede ayudar a garantizar la calidad del agua, la salud pública y la seguridad de los ecosistemas [9].
El rechazo a la Agenda 2030 por parte del Gobierno de Argentina pone en peligro la vida silvestre y los hábitats, y debilita la capacidad del país para gestionar efectivamente sus recursos hídricos, disminuyendo las posibilidades de agricultura, producción de energía y salud. Los resultados adversos recaen de manera desproporcionada en los grupos más vulnerables (niños, mujeres, minorías étnicas como los pueblos originarios, etc.) [11].
(*) La autora pertenece a la Universidad de General San Martín y Conicet. Además es doctora en Química y preside la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente. Fue elegida el 19 de noviembre de 2024.
Producción y edición: Miguel Títiro - [email protected]
Referencias
[1]. https://www.un.org/spanish/waterforlifedecade/human_right_to_water.shtml, acceso: 11/12/2024.
[2]. Progress on sanitation and drinking-water - 2014 update. World Health Organization-UNICEF, ISBN 978 92 4 150724 0.
[3]. Noticias ONU, https://news.un.org/es/story/2022/02/1504162, acceso 12/12/2024.
[4]. aquabook.irrigacion.gov.ar/1058_0, acceso 12/12/2024
[5]. Objetivos de desarrollo sostenible, https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/water-and-sanitation/ acceso 13/12/2024.
[6]. Mapping safe drinking water use in low- and middle-income countries, E.E. Greenwood, T. Lauber, J. van den Hoogen, A. Donmez, R.E.S. Bain, R. Johnston, T.W. Crowther, T.R. Julian, Science 385 (2024) 784-790, DOI: 10.1126/science.adh9578.
[7]. Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), Informes técnicos. Vol. 8, nº 247, ISSN 2545-6636, Condiciones de vida. Vol. 8, nº 24, Indicadores de condiciones de vida de los hogares en 31 aglomerados urbanos. Primer semestre de 2024, ISSN 2545-6660.
[8]. United Nations Secretary-general’s plan: water action decade 2018-2028, 66th plenary meeting 21 December 2016, https://www.wateractiondecade.org/wp-content/uploads/2018/03/UN-SG-Action-Plan_Water-Action-Decade-web.pdf, acceso 12/12/2024.
[9]. Argentina’s rejection of 2030 agenda undermines environmental sustainability and human well-being, J. Nori et al., Biol. Conserv. 299 (2024) 110832.DOI: 10.1016/j.biocon.2024.110832.