Los dos Lulas

No se parecen los gobiernos socialdemócratas de Lula a los populismos agresivos y personalistas, porque aquellos a los que se aferró durante su padecimiento no tienen nada en común.

"Ese Lula presidente no utilizó el poder del gobierno para obstruir el accionar judicial contra la corrupción".
"Ese Lula presidente no utilizó el poder del gobierno para obstruir el accionar judicial contra la corrupción".

Hay dos Lulas. Uno es el que gobernó Brasil y el otro es el que padeció un tortuoso proceso que incluyó la cárcel. Si regresara a la presidencia, no está claro cuál de los dos ocuparía el Palacio del Planalto.

El Lula que gobernó fue un cabal socialdemócrata. Sólo utilizó ideologismos en la política exterior, terreno que transitó con Chávez y presidentes para-chavistas, aunque llevándose bien con mandatarios de centroderecha. A nivel internacional fue un conciliador de polos opuestos, mientras en lo interno no se apartó un milímetro de la democracia liberal.

Lula cogobernó en coaliciones con la centroderecha. Sus vicepresidentes fueron conservadores libremercadistas. No impuso verticalismo, ni trató a los adversarios como enemigos, ni dividió la sociedad inoculando odio político, ni usó los demás instrumentos que la cultura autoritaria usa en la izquierda y la derecha.

Ese Lula presidente no utilizó el poder del gobierno para obstruir el accionar judicial contra la corrupción. Hombres de su entorno más cercano, como el ex jefe de Gabinete José Dirceu, fueron juzgados y encarcelados sin que el mandatario interfiera en los procesos. Y en lo económico, Lula mantuvo la macroeconomía diseñada por Fernando Henrique Cardoso.

Por eso el avance de Brasil hacia el desarrollo iniciado en las presidencias de Cardoso, continuó durante los mandatos de Lula. Muchos grandes empresarios brasileños veían al sindicalista metalúrgico como una versión latinoamericana de Felipe González, el socialista que puso a España en la vía rápida hacia el desarrollo. Pero algunos exponentes del poder económico no querían un Brasil desarrollado, quizá porque ese estadio implica una sociedad equilibrada.

Los sectores que se benefician con la desigualdad abismal que caracteriza al subdesarrollo, confabularon para invalidar políticamente a Lula y destruir su imagen pública.

En esta descripción puede haber subjetividad, pero no la hay en la consideración de que Sergio Moro actuó con parcialidad. Los fundamentos de sus fallos en el caso que llevó a Lula a prisión, exhiben más convicciones personales que elementos probatorios. A eso se suman acciones que están a la vista de todos.

El juez que sacó a Lula de la carrera electoral cuando encabezaba todas las encuestas, aceptó la porción de poder que le ofreció el beneficiado por sus fallos: Jair Bolsonaro. No existe justificación ética para eso. Convertirse en ministro del hombre al que allanó el camino a la presidencia, es un estropicio moral.

Moro puso en evidencia la finalidad política de sus fallos. Después llegó la revelación de The Intercepted: escuchas del juez dando instrucciones a los fiscales. Violando leyes, Sergio Moro coordinaba el accionar de la parte acusadora. Estas no son apreciaciones subjetivas. Son pruebas objetivas de la operación contra Lula.

Aunque sus presidencias hayan tenido vicios que practicaron todos los gobiernos brasileños, su encarcelamiento fue parte de la operación que llevó a la presidencia a Bolsonaro, personaje truculento y desequilibrado.

La inoperancia, irresponsabilidad y negligencia del ultraderechista estarían provocando un giro copernicano de la Justicia en relación al “caso Lula”. Ese posible reposicionamiento comenzó con la anulación de las condenas, por una cuestión jurisdiccional. La razón siempre estuvo más cerca de Lula que del juez de Curitiba. Pero eso no implica tener razón en todo. Por ejemplo, no tiene razón cuando asemeja su caso a otros casos de la región.

La causa que encarceló a Lula fue un contubernio para entregar el poder a una derecha brutal que, sin inhibiciones ni pruritos, avanzó como topadora para demoler el capitalismo que distribuyó riqueza. En cambio, en algunas de las causas contra Cristina Kirchner, las pruebas de un posible enriquecimiento ilícito están a la vista de todos. Para ver lo que motiva las principales acusaciones a la vicepresidenta, no hacen falta lentes ideológicos. Está expuesto. Las lentes ideológicas hacen que haya quienes no lo ven.

Como presidente, Macri habría actuado para que las citaciones a declarar y otros momentos de los procesos a Cristina Kirchner coincidan con sus necesidades políticas. El juez Bonadío evidenció prácticas de lawfare, pero esas jugadas oscuras no prueban inocencia de Cristina en las principales causas.

La soledad de Lula, traicionado por un empresariado consiente de la parcialidad de Moro y abandonado por los partidos centroderechistas que integraron sus gobiernos, explica que haya abrazado a quienes levantaron la voz para defenderlo. Pero su caso y el de aquellos a los que se aferró durante su padecimiento no tienen nada en común.

Tampoco se parecen los gobiernos socialdemócratas de Lula a los populismos agresivos y personalistas con que gobiernan los liderazgos engendrados en culturas políticas autoritarias.

*El autor es Politólogo y Escritor.

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