Que la salud debe ser concebida y pensada de modo integral resulta una afirmación obvia pero también, muchas veces, obviada. Especialistas y hacedores de la salud en la provincia recalcan la importancia de volver a las bases para trabajar en los problemas actuales que enfrenta el sector.
Así como existen un sinfín de problemas estructurales relacionados con las instalaciones hospitalarias, la disponibilidad de recursos, el acceso a tecnologías y/o la abundancia de subvenciones, también parece vislumbrarse una falta relativa a aspectos de base como son la prevención, la educación para la salud, la planificación de políticas públicas y una visión integral que permita ver aspectos, en apariencia distantes, como el desarrollo de obra pública (sistemas de cloacas o agua potable) o el control de la industria alimenticia como una variable que incide directamente en la calidad de vida de la población y, por consiguiente, en su salud.
Un diagnóstico (parcial) de la salud mendocina
Siempre se puede estar mejor, y para pensar cómo lograrlo es importante saber dónde estamos parados y cómo llegamos aquí. Una visión cruda y a la vez centrada es la que ofrece el Dr. Manuel Vilapriño Duprat, médico psiquiatra y Director Ejecutivo del Hospital Escuela de Salud Mental Dr. Carlos Pereyra, quién acepta que “mientras siga existiendo personas que deban hacer cola a las 5 AM para conseguir un turno en un Centro de Salud o en el Hospital, dificultad para conseguir atención, programación de cirugías con turnos muy demorados, y denuncias de faltas de insumos y de sueldos bajos al personal, no vamos a poder decir, nunca, que estamos bien. Asimismo, conociendo la realidad de otras provincias y de otros países, y aunque parezca raro, puedo asegurar que en Mendoza, históricamente (no relacionado para mí con un único gobierno) se ha buscado invertir en salud pública, lo cual permite que más gente que en otras provincias pueda acceder al sistema de salud”.
Respecto a este asunto, el ortopedista, traumatólogo y colaborador en prestigiosas instituciones nacionales e internacionales, Dr. Julio Eduardo Amaya, posee una visión que hace hincapié en la educación de los profesionales y las posibilidades que se les ofrecen a los mismos para capacitarse, puntualizando que “Mendoza dispone aún de profesionales de buen nivel, aunque no al alcance de todo el mundo, además de un déficit hospitalario importante, faltan camas, quirófanos, insumos, etc. Existen en la provincia de Mendoza tres facultades de Medicina, en las estadísticas sobran médicos, pero esos médicos que se reciben ¿dónde se pueden formar posteriormente? No hay muchos lugares que tengan verdaderos equipos de trabajo, no hay ateneos en común con las demás especialidades donde se intercambien opiniones y se trabaje en pos del paciente, permitiendo un crecimiento en la educación del médico”. “Hoy abundan prepagas que pagan a las instituciones de salud valores pobres que no les permiten desarrollarse y a los médicos el poder formarse. Es difícil que en lo privado se pueda mejorar con este sistema de salud, y en lo estatal no hay presupuesto para mantener una estructura de buen nivel”.
Por su parte, el neurólogo, docente universitario y presidente de la Sociedad Neurológica Argentina, Dr. Daniel Zuin, destaca que existen “grandes voluntades de todos los involucrados en la salud tanto en el área pública como privada, pero sin un gran plan estratégico que permita mejorar la calidad de la Salud de la población haciendo que la medicina llegue efectivamente a todos, incorporando apropiadamente los continuos avances que se generan en este campo”. Observación que podría complementarse con la afirmación del Dr. Amaya, quien asevera que “la medicina tiene dos grandes desafíos: llegar a la excelencia en la especialidad que uno realice y el poder llevar esto a todas las personas que lo necesiten. Creo que no sirve una medicina mediocre para todos, ni una excelente medicina para algunos”.
¿El origen está en los valores y hábitos?
Según el Dr. Vilapriño Duprat, lo preocupante radica en “cómo nos hemos aislado en nosotros mismos, permitiendo una modificación de valores” que incide directamente en un deterioro de la calidad de vida que “la ciencia en general y las Neurociencias en particular, han demostrado que genera un estrés crónico o excesivo que a su vez funciona como una catarata neurotóxica que impacta negativamente en nuestro organismo en forma directa y disparando diferentes tipos de patologías, desde endocrinológicas y metabólicas hasta patologías como la depresión, los trastornos de ansiedad, la enfermedad bipolar y la psicosis. Sin hablar, por supuesto, del significativo ‘favor’ que le hace la mala calidad de vida al inicio de las Adicciones”.
Esta última visión es compartida por el Dr. Amaya, quien afirma que el deterioro de los valores compartidos crea un campo propicio para el crecimiento de “dos males que azotan hoy a la comunidad: el alcohol y la droga”.
Aportando a esto el Dr. Zuin añade que “se debe ofrecer especial atención a la juventud en este complejo andamiaje social que nos toca enfrentar: tan dinámico, contradictorio y lleno de cambios que exponen a nuestros jóvenes a una gran cantidad de riesgos de los que se destacan las adicciones y otras conductas vinculadas con la violencia”.
Niñez y adolescencia en foco
El reconocido pediatra local, Dr. Sergio Birnbaun, aprovecha para recalcar y añadir que los principales problemas, en su visión, son “el estrés y la obesidad en niños y adultos”. Respuesta ampliada por su colega y presidente de la filial Mendoza de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), el Dr. Héctor Abate, que en vísperas del último Congreso Argentino de Pediatría realizado en el mes de Septiembre en Mendoza, afirmaba que la infancia y adolescencia se enfrentan a múltiples cambios y problemas relativos a “la calidad de alimentación; la falta de acceso a la salud, sobre todo los países en vías de desarrollo; la falta acceso a agua potable, factor que facilita muchas enfermedades, sobre todo de tipo gastrointestinales; cambios que se están dando también en la conducta, con la violencia instalada en las sociedades; la obesidad; la desnutrición; el aumento de una vida sedentaria, que facilita la mala alimentación, la aislación del medio, de sus pares, y la disminución de la actividad física. Los cambios que se han dado también en los tipos de constitución de la familia, la familia tradicional se ha modificado, ahora existen familias ensambladas u homoparentales; todos cambios que hay que analizar, evaluar y desdemonizar. Son muy interesantes. Son múltiples y repercuten en la familia, en los adolescentes y niños”.
Durante dicho congreso, la SAP presentó un estudio realizado junto a UNICEF, en el que se unen y analizan diversas variables relacionadas con la natalidad y mortalidad materno-infanto-juvenil.
Este informe destaca una especial relación entre la alfabetización y los índices de mortalidad y sobrevida. El nivel educativo materno esta relacionado con los índices de mortalidad infantil, esto es debido a que un gran porcentaje de las muertes esta relacionado con causas prevenibles a través de conocimiento y educación para la salud.
El 51% de las muertes infantiles se originan en el período neonatal (que comprende los primeros 28 días de vida del recién nacido) y el 40 por ciento de estas esta relacionada con el sistema de salud, los controles de salud y el adecuado manejo hospitalario. Más de la mitad de las muertes neonatales son reducibles y la mitad de las mismas son reducibles preferentemente por tratamiento clínico, quirúrgico o clínico quirúrgico en el recién nacido, según estiman los profesionales encargados de los análisis.
El informe de la SAP/UNICEF manifiesta como prioritario el trabajar en la capacitación temprana de la embarazada, optimizando controles durante este período y fortaleciendo el rol del equipo de salud en la estrategia del alta conjunta.
Por otra parte, la mayoría de las muertes en la etapa post neonatal se relacionan con los cuidados del niño y el ambiente, predominando las adjudicadas a causas externas (70 por ciento debidas a accidentes de transporte). El 69% de las defunciones en dicho período, según afirma el estudio, son reducibles por prevención y/o tratamiento.
Un número por demás controversial es el que anuncia que 1 de cada 5 muertes maternas en 2013 se dio durante o producto del aborto; una alerta que señala que más allá de las posturas es necesario trascender las discusiones y tomar cartas en el asunto.
Políticas y propuestas, el tratamiento
Frente a un panorama que exige nuevas visiones y perspectivas de la salud para pensar las soluciones a sus problemas, los especialistas recalcan la necesidad de volver a pensar en aspectos básicos como el asegurar la llegada de agua potable y condiciones de vida dignas a toda la población. Según el Dr. Raúl Ortego, reconocido cardiólogo local, existe una necesidad de “Políticas de Estado que programen para todo el país la provisión de agua potable y el tratamiento de aguas servidas; un seguro de asistencia médica integral para toda la población residente en el país; un sistema de atención médica a través de médicos de familia con dedicación exclusiva, bloqueo de título y premios según los indicadores de salud de su población a cargo (mortalidad según edad y sexo, morbilidad según edad y sexo, tasas de nutrición, de alfabetización, etc.)”.
Por su parte el Dr. Birnbaun opina en una línea similar, declarando que “los índices mejoran no solo cuando se trata al enfermo sino también cuando se atienden problemas sociales como el acceso a vivienda, cloacas, luz, etc.”, y agrega que “en nuestra sociedad hay que trabajar en la prevención de enfermedades infecto-contagiosas mediante la vacunación oficial y la ampliada, la obesidad en niños y la educación para la salud desde la escuela primaria”.
En una línea similar el Dr. Amaya, apunta que “se debe buscar un sistema único de salud, donde los recursos permitan tener instituciones dignas y médicos bien formados trabajando en equipo con premio-castigo acorde a la dedicación, al esfuerzo, al trato con la gente y a las capacidades de cada uno”.
Desde la psiquiatría, el Dr. Vilapriño afirma que “se debe trabajar en forma urgente sobre todo lo que es Prevención de la Salud, y en ese contexto sobre los trastornos más acuciantes para la sociedad en función del área; en lo nuestro, tiene que existir una política preventiva y asistencial mucho más fuerte en todo lo relacionado con las adicciones”. Añadiendo que “también es importante, además de mejorar lo presupuestario en salud, saber cómo distribuirlo, no haciendo hincapié solamente en lo cuantitativo sino en lo cualitativo, pudiendo distribuir ese recurso donde más hace falta”, a la hora de asignar recursos deberían tenerse en cuenta “estadísticas fiables que lo avalen y control del cumplimiento y funcionamiento adecuado del personal y de la institución. Es importante tener una mirada global de la situación y estudiar claramente la distribución del recurso humano y económico. Instalar los concursos para cada área Institucional. Dejar de pensar en que la salud es un gasto y pensarlo como un derecho y una inversión”.
Englobando algunos aspectos, el especialista en diagnóstico por imagen, Dr. Ernesto Briggs, detalla que “los aspectos que precisan mayor trabajo tienen como objetivo lograr un mayor presupuesto, una mejor administración, la descentralización, la eliminación de la corrupción y la lucha eficiente contra la desnutrición”.
En otras palabras, el Dr. Zuin estima que un “plan de salud debería incluir medidas de integración de recursos, planificando a largo plazo aspectos vinculados a la educación y formación de pre y pos grado, la implementación de prestaciones desde la atención primaria de la salud hasta aquellas de la más alta complejidad sin olvidar las pautas preventivas y el continuo desarrollo de la investigación básica y clínica aplicadas a mejorar nuestro estándar de vida”.
A su vez el destacado hematólogo infantil, Dr. Guillermo Arbesú, recalcó la necesidad de “revalorizar la salud pública y trabajar sobre una concientización de la ciudadanía para el cuidado y respeto por las instituciones públicas de salud”.
Volver a las raíces, Almá Atá y la Atención Primaria de la Salud
La Dra. María Cristina Diumenjo es especialista en Atención Primaria de la Salud (APS) y se desempeña en el Ministerio de Salud de la provincia a la vez que ejerce la docencia en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo; su vasto conocimiento acerca de este campo de la medicina, tan integrador como básico a la hora de pensar la salud y las diversas políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de la población, queda plasmado en una investigación de su autoría que contribuye a la construcción de un panorama de la salud teniendo en cuenta a todos los actores sociales involucrados.
La especialista explica que los orígenes de la APS se dieron a partir de “la necesidad de luchar contra estas enfermedades crónicas, el conocimiento de los determinantes de la salud como lo social, económico, medio ambiente y sobre todo nuestras conductas y hábitos, hicieron pensar a los sanitaristas de la década del 70 en una nueva estrategia de atención de la salud”. Así fue que en “septiembre de 1978 en la ciudad de Alma Ata se firmó el documento llamado Declaración de Alma Ata en la conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata”.
Esta declaración plantea que “es obligación de los gobiernos cuidar la salud de sus pueblos y adoptar medidas sanitarias y sociales adecuadas con el objetivo de que todos los pueblos del mundo alcancen un nivel de salud que les permita llevar una vida social y económicamente productiva”, afirma la Dra. Diumenjo.
Todos los principios básicos de esta declaración permiten reflexionar acerca de la necesidad de hacer hincapié en la salud como una pieza que es parte de un engranaje, y a la vez que afecta es afectada por otros aspectos, como el tecnológico, el social, el económico, el industrial, etc.
Así, algunos de sus ejes manifiestan la necesidad de “Tecnología apropiada: los cuidados primarios de la salud deben estar basados en métodos asequibles, ética y culturalmente aceptables para los individuos y la comunidad, y ser apropiados para las condiciones en las que van a ser aplicados”; “Cooperación entre los diferentes sectores: colaborar y seguir estrategias comunes con otros sectores cuyas políticas están relacionadas con la salud, como la agricultura, la educación y la vivienda”; y “Énfasis en la prevención sin excluir los cuidados curativos: incorporar la promoción y la educación sanitaria sobre cómo controlar y prevenir los problemas de salud más habituales”, entre otras prioridades.
Como toda política de gran magnitud esta declaración ha sido tomada por todos los gobiernos desde su nacimiento y trabajada en mayor o menor medida según el caso; pese a eso continúan existiendo barreras para su éxito total, tal como afirma la especialista consultada “la ampliación de los servicios de salud, incluyendo centros de primer nivel de atención instalados en las comunidades, ha significado un importante aporte en la búsqueda de acercamiento a la comunidad y a la mejora de su salud. Sin embargo, estas barreras siguen influenciando a las prácticas y a los resultados sanitarios. No sólo es necesario estar más cerca y pertenecer a la comunidad. Se requiere, fundamentalmente, el desarrollo de un nuevo modelo de trabajo que supere la visión meramente curativa”.
Como cierre de su investigación, la Dra. Diumenjo, aclara que no “duda que el próximo gobierno continuará y profundizará las acciones de APS y a las fortalezas actuales les agregarán nuevas soluciones y serán capaces de generar junto a la comunidad acciones cada vez más efectivas para que los mendocinos y los argentinos tengan una mejor calidad de vida. Una sola cosa debo observar, y es que eso debe desarrollarse como una acción pública desde un estado fortalecido y rector. La privatización de la APS las reduce a un pobre primer nivel de atención”.
¿Un cambio de paradigma en la relación médico paciente?
La relación médico paciente se encuentra en el foco de las discusiones desde hace varios años; históricamente se han debatido dos concepciones, la que afirma que el médico debe mantenerse distante al paciente para que su juicio no se vea afectado por aspectos emocionales o personales, y la que ofrece al vínculo y conocimiento del paciente como persona un valor particular que contribuiría con el diagnóstico y el tratamiento.
En los últimos años la balanza se ha inclinado por esta última visión, al afianzarse la creencia de que la relación médico paciente es un eje central en el diagnóstico y el tratamiento, haciendo hincapié en la importancia de una humanización del vínculo y en dejar atrás el concepto que afirma que la distancia es el camino adecuado para diagnosticar.
Las facultades abocadas a la salud han incluido cátedras y departamentos que enseñan a los futuros médicos, enfermeros/as y especialistas a relacionarse con los pacientes y poder interpretar mejor los diagnósticos en base al diálogo y la comprensión del contexto social, familiar y emocional de quien tratan. Desde las políticas públicas educativas relacionadas a la salud, los programas educativos y residencias han comprendido la necesidad de capacitar más médicos de familia, una especialidad integral que pretende reducir las consultas hospitalarias, el costo de la hiperespecialización y aumentar el vínculo del médico con la comunidad.
Este cambio paradigmático no solo encuentra sus bases en una necesidad de “humanizar” la medicina, sino que también posee una raíz económica que en países desarrollados ya está enseñando sus consecuencias, los costos del diagnóstico por análisis y estudios hace de la salud un negocio muy caro y trastoca su esencia de servicio.
Respecto a esto, el Dr. Julio Eduardo Amaya, considera “muy importante el ponerse en el lugar del otro cuando uno trata a un paciente y tratar a los demás como me gustaría que me traten estando en su lugar. Esto nos lleva a equivocarnos menos. El médico no es Dios ni el demonio. Es un ser humano que ha estudiado para ayudarnos, y por diferentes motivos hoy el médico tiende a perder la humanidad que siempre lo caracterizó, por el miedo al comercio de la mala Praxis, a la ambición económica, a superponer la tecnología, al saber que esta tecnología es para un ser humano y no para una máquina, etc.”
A su vez, desde otro lugar, no diametralmente opuesto, pero si distinto, el Dr. Guillermo Arbesú afirma que “la medicina es humana por definición. Se establece un vínculo entre dos personas, una que necesita ayuda y otra que estudia para ayudarla. Sin comunicación no hay posibilidad de ayuda. A veces la terapia es solo una palabra o alcanza con un gesto. Por el contrario, para poder ayudar, a veces es necesario tomar distancia. Un compromiso afectivo con el paciente puede confundir nuestro accionar médico y eso se ve cuando el médico atiende a sus familiares cercanos. Hay que identificar esas situaciones para evitar cometer errores. Igualmente, todas las situaciones son diferentes. La experiencia a lo largo de los años, es una buena escuela”.