Un joven escritor fue agredido ferozmente en un conocido boliche de Mendoza. Según denunció, el ataque homofóbico fue perpetrado por los "patovicas" del lugar a raíz de su orientación sexual.
El hecho se produjo el domingo pasado en un local bailable de calle San Martín, en Ciudad. Juan Solá, escritor entrerriano radicado en Buenos Aires, había pasado la tarde en Alta Montaña y luego decidió salir a bailar junto a una amiga llamada Maru.
Desde el comienzo, Juan notó que no iba a ser una buena noche. "Maru pagó cincuenta, yo doscientos. Eso es discriminatorio, le comenté a la persona que me vendió los tickets, pero ni me contestó", recordó. Si bien al principio disfrutó de la fiesta ("Nadie nos miraba, nadie nos juzgaba, eso es lo más lindo de los boliches alternativos"), luego fue a pedir alcohol a la barra y la situación comenzó a complicarse.
"A mí ya me había llamado la atención el olor que tenían los vasos, claramente reciclados, posiblemente higienizados con algún desinfectante bien trucho y lo suficientemente tóxico como para impregnarse en el plástico y trepar por la nariz cuando uno se arrimaba el trago a los labios. La cerveza me repugnó y aproveché un viaje al baño para comprar otra cosa. Me compré un vaso de licor, pero no hubo caso: otra vez el olor penetrante (…) como a kerosene con viruta", señaló.
A continuación, sucedió lo peor. El dramaturgo fue sujetado por unos desconocidos, aparentemente empleados de seguridad, que lo mantuvieron secuestrado en una perversa habitación, sin ventanas ni cámaras, de llamativo color rojo.
“Me envolvieron el cuello con una bufanda de músculos que me robó el poco aire que tenía en los pulmones y me dejó una voz gutural que mal conseguía dibujar palabras en la penumbra eufórica del lugar. Me retorcí y fue como si bailáramos, y a lo mejor por eso nadie prestó mucha atención”, detalló Solá.
"Los tipos me acusaban de haberle pegado a una mujer. 'Así que te gusta pegarle a las mujeres, maricón', me dijeron, y yo no entendía nada. Te vamos a hacer cagar por puto, repetían una y otra vez, acariciándose el filo de los dientes amarillos con la punta de la lengua. Me acuerdo que pensé que así lucirían las víboras si fueran hombres", ilustró.
"A mí ya me pegaron antes, por eso supe qué hacer: me puse contra la pared y endurecí la carne, como hacen las orugas cuando se van a convertir en crisálidas", ejemplificó.
"Ellos usaron el lado izquierdo de mi cuerpo para practicar boxeo. Así no, así, le decía uno al otro, y le enseñaba cómo poner el puño para que no quedaran marcas. Me escupían cada vez que decían la P de puto, lamían cada letra, esgrimieron la cadencia necesaria para poder hacerme daño también de ese modo. Me insultaban a mí y a través de mí, a todas las maricas", agregó.
Según el denunciante, luego le negaron utilizar el celular y hasta lo detuvo la Policía. “Me hicieron poner las manos contra el patrullero y desoyeron mis razones. Ellos también habrán creído que yo estaba borracho. Pensé en todas las veces que tratamos de alcohólico a alguien que está pidiendo ayuda y un poco los entendí”, indicó.
El lunes pasado, Solá hizo la denuncia la Oficina Fiscal N°1 de Ciudad y fue revisado por un médico forense para constatar los golpes recibidos. "Cuando me preguntó dónde me dolía más, quise levantar el dedo y señalar la ciudad del otro lado de la ventana, porque de verdad que lo que más me duele es Mendoza", reflexionó.
"Algunas personas, en su afán de empatía, me han dicho que para qué fui a bailar a ese lugar tan turbio. Es un lugar donde van a bailar los pibes del barrio y yo me siento muy cómodo compartiendo la música y los pasos con los pibes del barrio (…) Sé que de esto va a brotar algo bueno, y cuando suceda, festejaré bailando una cumbia con lxs pibxs del barrio", concluyó el denunciante. En su cuenta de Instagram (@epicaurbana), Solá grabó varias historias contando lo ocurrido.
Juan Solá es escritor y guionista. Escribe desde los 10 años y ya tiene cuatro libros publicados. En las redes sociales suele compartir breves textos acerca de experiencias personales y ajenas, que se ganan rápidamente el fervor de su público fiel.