El diálogo y tranquilidad parecen haberse roto en los últimos meses en la Legislatura. El quiebre fue en abril, cuando el gobernador Alfredo Cornejo tuvo que cajonear su proyecto de ampliación de la Suprema Corte de Justicia porque no consiguió quórum en Diputados para tratar la iniciativa que ya tenía media sanción del Senado.
Ese fue el punto de inflexión. Durante dos años, la Casa de las leyes tuvo una marcada impronta cornejista: a los 6 meses de gestión el Gobernador ya tenía 20 leyes propias y en abril de este año el número llegó a 126. La clave: de 2016 a 2018 el oficialismo tuvo quórum propio en las dos Cámaras.
Después del recambio legislativo de mayo, Cambia Mendoza siguió con mayoría en Diputados -aunque Niven y Pereyra se alejaron del proyecto oficial en algunas oportunidades- y en el Senado perdió dos bancas pero ganó el apoyo del pastor Héctor Bonarrico (ex Partido Intransigente ahora MasFe) que les garantizó el quórum en algunas oportunidades.
Más allá del control de las Cámaras, gran parte de las leyes salieron con acuerdo de parte de la oposición sobre todo del bloque Frente para la Victoria. En ese tiempo las comisiones trabajaban con más diálogo y negociación.
Desde el inicio de las sesiones ordinarias el ambiente cambió. “Hay un desprecio por la minoría”, “Tienen poder y lo ejercen”, “Descartan los aportes que hacemos”, coindicen desde el arco opositor. Desde el oficialismo el discurso es otro: “hacen demasiadas objeciones”, “quieren cambiar el espíritu de las leyes”, “No hay propuestas concretas”.
Desde ambos bandos se acusan de estar cerrados al diálogo y a la búsqueda de consenso. Y en más de una vez las sesiones se han convertido en un espacio de denuncia y cruce de palabras.
El tratamiento del Código Contravencional fue particularmente virulento. El proyecto ingresó en mayo y se trabajó en dos comisiones, una con mayoría de Cambia Mendoza y otra con mayoría del PJ. La oposición presentó 80 modificaciones, en las comisiones no hubo consenso y la iniciativa salió con "fórceps" en una sesión especial en la que solo estuvieron la UCR, el Pro, Ernesto Mancinelli de Libres del Sur y Héctor Bonarrico. El resultado fue: 20 senadores, 20 votos positivos. La ley salió casi sin modificaciones.
El tema estuvo más peleado en Diputados. El demócrata Marcos Niven y el representante del Frente Renovador Guillermo Pereyra coparon el centro de la escena cuando negociaron algunos artículos y dieron el visto bueno al proyecto de Cornejo. Esta vez la oposición se quedó en el recinto para no regalar la unanimidad.
En las últimas semanas también han tomado protagonismos las "picardías" técnicas, como denominó el presidente de Diputados a la votación de una moción de preferencia que ganó espacio en los medios por una denuncia de la jefa del bloque del PJ. La discusión siguió en el recinto y quedó sellada por un error de la oposición: planteó dejar sin efecto el pedido de preferencia después de que se votara el acta anterior, por lo tanto, quedaba firme la moción.
Otro tema que hace ruido en la Legislatura es la presión por acelerar las leyes del Gobernador. Los legisladores se quejan porque sus proyectos quedan relegados y porque no se puede aprobar una ley sin el tratamiento adecuado. "Entendemos el apuro, pero los tiempos del Ejecutivo no son los mismos de los de la Legislatura", dijeron desde el oficialismo.
Desde la oposición sostienen que la Casa de las Leyes se ha convertido en el "brazo legal de Cornejo".
“No nos dan tiempo a debatir y tampoco a presentar y tratar nuestras ideas”, denunciaron.
Héctor Bonarrico, el nuevo aliado
Algunos observadores aseguran que a cambio de su presencia en las sesiones han salido algunos de sus proyectos como el del Día de la Iglesia Evangélica. Ese día la Legislatura se llenó de pastores que festejaron la instauración de la fecha.
Leyes que faltan
En lo que resta del año busca convertir en ley la reforma del Código Procesal Laboral, las modificaciones al Régimen Disciplinario del Empleado Público (creación de la oficina de sumarios) y el juicio por jurados.
