Un hogar para cinco hermanitos y su mamá que estaban a la interperie

María Teresa Hernández, creadora de la Fundación “Gracias a Dios” protagonizó días atrás una historia dolorosa que habla de la crudeza de la indigencia. Cinco niños y su mamá hoy tienen un techo.

Un hogar para cinco hermanitos y su mamá que estaban a la interperie
La joven mamá y sus cinco hijos junto a María Teresa Hernández, de la Fundación Gracias a Dios.

La indigencia y la pobreza crecientes comienzan a generar consecuencias devastadoras en todo el país y Mendoza no queda exenta de este doloroso flagelo.

En este caso, una historia dura, aunque con un principio de solución, protagonizaron el domingo 7 de mayo pasado cinco hermanitos, todos menores de edad, que se hallaban junto a su mamá en una construcción abandonada, repleta de escombros y adobe, en una zona de fincas cercana a Maipú. Los niños, de entre ocho años y dos meses de vida, se hallaban con ropa de verano, a la intemperie y sin alimentos ni condiciones mínimas de higiene. Fue en ese momento, alrededor de las 19, cuando pasó por el lugar María Teresa Hernández, una importante referente de la Fundación “Gracias a Dios”, que realiza desde 1984 una misión social trascendente en favor de niños desprotegidos.

Dicha fundación posee nada menos que 15 hogares donde residen personas que se encuentran en situación de calle, especialmente niños, a quienes con el correr del tiempo se les enseña oficios y se los intenta preparar para enfrentar al mundo. Inmediatamente, la referente y creadora de la institución habló con la mamá de los menores y, bajo su consentimiento, trasladó a la familia a una vivienda destinada a ese fin en la calle Cabildo Abierto, en Godoy Cruz. La casa se hallaba desocupada, aunque faltaban elementos básicos, como mobiliario, vajilla y especialmente ropa de abrigo y frazadas.

Solidarios

“La mamá manifestó que solía subsistir como podía, barriendo veredas y pidiendo alimentos en la calle. Fue impresionante el éxito de la campaña casera que armamos a través de las redes y del Whatsapp, ya que, a las pocas horas, estos hermanitos, junto a la mujer, se encontraron bajo techo y comenzaron la escuela y el jardín rápidamente en instituciones cercanas del barrio Bancario de Godoy Cruz”, apuntó a Los Andes María Teresa Hernández.

Según explicó, la mamá de los menores lloraba de alegría cuando estuvo a resguardo. “Creo que las cosas suceden por algo, yo había salido a dar una vuelta en auto con una amiga, necesitaba despejarme, soy viuda desde hace muy poco tiempo y no la estoy pasando bien”, relató, para agregar que esa tarde-noche el tiempo estaba muy fresco.

“De repente, en una construcción abandonada y de adobe, vimos que algo se movía. Nos acercamos y, efectivamente, eran cinco niños, entre ellos un bebé muy pequeñito, acurrucados junto a su mamá. Pusimos manos a la obra de inmediato”, amplió la mujer. María Teresa acudió a su domicilio junto a la familia, donde se higienizaron y abrigaron. La ropa fue apareciendo rápidamente gracias a todos sus contactos. Más tarde, la casa de Godoy Cruz donde iban a mudarse se fue amoblando con camas, mesas, sillas, acolchados y vajilla. “Hoy están allí y nadie los podrá sacar. Nuestras viviendas son adquiridas con fondos propios y tienen ese único fin, que vayan a vivir quienes no tienen techo. Nuestros hogares están repartidos entre Guaymallén, Las Heras y Godoy Cruz”, agregó. En el caso de la vivienda donde se alojan estos niños, se trata de una construcción ubicada en el fondo de otra donde reside un miembro de la fundación que suele estar atento a las necesidades de la familia afectada, como proveer alimentos, por ejemplo. Desde 1984 a la fecha, “Gracias a Dios” ha podido adquirir inmuebles merced a la constante colaboración de voluntarios particulares, empresas, negocios, amigos y allegados de los miembros de la comisión.

Una deuda grande

“Si bien hoy no necesitamos más nada para amoblar la casa, sí pedimos a la gente que se sume como socia benefactora, porque hemos ido perdiendo voluntarios. La idea es que se done una suma mensual para ir costeando todo lo que vamos necesitando”, apuntó. En ese sentido, hizo especial hincapié en la necesidad de seguir contando con la excepción del impuesto inmobiliario, algo que se cumplía hasta antes de la pandemia por el Covid 19. “Nos encontramos con que en Las Heras tenemos una deuda grande en ese concepto y debemos volver a quedar exceptuados de por vida de ese impuesto. Nuestras viviendas son habitadas por gente que necesita, es una causa justa y solidaria”, reclamó la mujer, para añadir que todos los miembros de la fundación trabajan ad honorem. “Estos casos como el que nos sucedió el pasado domingo son frecuentes. Muchas familias han quedado en la calle. Es difícil despegar a los hermanos, que están acostumbrados a pelear juntos, sufrir hambre o miedo, pero siempre juntos”, dijo. Y acotó que la mamá, mientras agradecía, se arrodillaba y rezaba a su Dios. “Los chicos hacían lo mismo”, indicó.

Concluyó que a lo largo del tiempo se han recibido donaciones del Rotary Club y numerosos voluntarios anónimos. “Ahora necesitamos socios para la Fundación”, insistió la mujer, docente jubilada, quien dijo que la pobreza le duele y que no piensa abandonar esta misión que inició allá por la década del 80, siempre con el apoyo de su esposo.

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