La ayuda alimentaria alcanza a 6 de cada 10 chicos en Argentina

El asistencialismo atenúa el impacto de la inflación y mantiene estables las mediciones de pobreza. Sin embargo, un informe destaca que 12% de los niños y adolescentes sufren hambre y esto no logra garantizar otros derechos de las infancias.

Noche fría en El Algarrobal, Las Heras: Conurbano mendocino.  
El país vive una de sus peores crisis económicas contemporáneas y se refleja directamente en el aumento de la gente que concurre a los comedores comunitarios para completar algunas de las cuatro comidas diarias. Allí es donde los números de la pobreza e indigencia adquieren un rostro.  
El comedor y merendero Los Horneritos da raciones de comida todos los martes y jueves a más de 1500 personas entre niños, adultos y ancianos.
Gabriela Carmona entregando raciones en la puerta del comedor comunitario.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Noche fría en El Algarrobal, Las Heras: Conurbano mendocino. El país vive una de sus peores crisis económicas contemporáneas y se refleja directamente en el aumento de la gente que concurre a los comedores comunitarios para completar algunas de las cuatro comidas diarias. Allí es donde los números de la pobreza e indigencia adquieren un rostro. El comedor y merendero Los Horneritos da raciones de comida todos los martes y jueves a más de 1500 personas entre niños, adultos y ancianos. Gabriela Carmona entregando raciones en la puerta del comedor comunitario. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Las ayudas alimentarias del Estado crecen en un escenario que de otro modo sería mucho peor. De algún modo disfrazan el impacto de una inflación que golpea fuerte, que mes a mes implica el deterioro de los ingresos y por ende, que cada vez más penosas caigan por debajo de la línea de pobreza.

Los niños y adolescentes del país son el segmento más afectado por estas carencias.

Según un extenso informe elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA), las ayudas alimentarias alcanzan a 6 de cada 10 menores en Argentina y son mayores que durante la pandemia. Pese a esto, 12% de los niños y adolescentes del país han pasado hambre por falta de alimento durante 2022.

Se estima que, en 2022, la AUH y otras transferencias han alcanzado al 49,8% de la infancia y adolescencia, esto es más elevado que en la pre pandemia, e incluso que en la pandemia.

La publicación lleva por título: “Retorno a la senda de privaciones que signan a la infancia argentina”. Y el subtítulo es incluso más fuerte: “Las deudas sociales con la infancia se retrotraen a los niveles pre pandemia, marcando lo estructural de las carencias y desigualdades sociales que condicionan su desarrollo”.

Con autoría principal de Ianina Tuñón, fue elaborado a través del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA.

Los investigadores señalan lo ya sabido: durante la etapa de crisis sanitaria hubo grandes retrocesos para las infancias y adolescencias. Superada, buscaron conocer las condiciones actuales y fue entonces que se encontraron con lo que nadie quiere oír: hubo mejoras en algunos planos pero la deuda persiste.

Desde 2020 ha habido mejoras, al menos en lo que se mide, pero, hay que ver en qué condiciones. Es que en muchos casos ha habido un descenso de la pobreza, sin embargo, es difícil de comprender esto en un contexto inflacionario sin considerar la ayuda y transferencias estatales para paliar la situación. Asimismo, según expresa a través de diversos indicadores, más allá de que logren cubrir las necesidades indispensables de alimentación, persiste la falta de garantías de derechos esenciales como acceso a una educación de calidad y la atención de la salud.

Ayuda insuficiente

“En resumen, se estima con base en los microdatos de la EPH-INDEC que el 52,7% de los NNyA (niños, niñas y adolescentes) en el país son pobres en términos de los ingresos de su hogar, y dentro de estos un 10,1% son indigentes, es decir pobres extremos”, advierte la UCA.

Al comparar los datos al respecto tomando los terceros trimestres entre 2019 y 2022 se aprecia que la región de Cuyo en vez de recuperarse tras lo peor de la pandemia aumentó los registros de pobreza en chicos de 0 a 17 años: así, pasó de 51,3% en 2019 a 53,9% en 2020, tras el impacto del aislamiento y la suspensión de actividades por el Covid. Sin embargo luego, en vez de repuntar al recobrar la “normalidad”, la situación empeoró: fue de 55,1% en 2021 y de 54,3% en 2022. En general en la mayoría de las regiones durante ese periodo la pobreza tiende a bajar o se mantiene y la proporción de Cuyo es similar a la del resto de las regiones, con excepción de CABA que tiene prácticamente la mitad (24,2%, la más baja del país) y la Patagonia (45,2%). Todo esto pese a la ayuda estatal por diversas vías.

La indigencia muestra otro recorrido: a fines de 2022 6,5% de la población de Cuyo se encontraba en esta situación. Fue una mejora visible al menos en los números: es prácticamente la mitad del máximo registro de ese periodo que era el de la pre pandemia, ya que en 2019 llegó a 11,6%. Luego bajó a 7,6% en 2020, el año crudo de la pandemia, y se mantuvo así en 2021. Asimismo, la indigencia del último periodo medido en Cuyo es la segunda más baja del país, solo superada por CABA, con 3,8%.

Noche fría en El Algarrobal, Las Heras: Conurbano mendocino.  
El país vive una de sus peores crisis económicas contemporáneas y se refleja directamente en el aumento de la gente que concurre a los comedores comunitarios para completar algunas de las cuatro comidas diarias. Allí es donde los números de la pobreza e indigencia adquieren un rostro.  
El comedor y merendero Los Horneritos da raciones de comida todos los martes y jueves a más de 1500 personas entre niños, adultos y ancianos.
Ricardo Alvarez sirve una racion de tuco que prepararon.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Noche fría en El Algarrobal, Las Heras: Conurbano mendocino. El país vive una de sus peores crisis económicas contemporáneas y se refleja directamente en el aumento de la gente que concurre a los comedores comunitarios para completar algunas de las cuatro comidas diarias. Allí es donde los números de la pobreza e indigencia adquieren un rostro. El comedor y merendero Los Horneritos da raciones de comida todos los martes y jueves a más de 1500 personas entre niños, adultos y ancianos. Ricardo Alvarez sirve una racion de tuco que prepararon. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Las condiciones de los últimos meses no son mejores. El economista José Vargas, de la consultora mendocina Evaluecon, reconoció un incremento en el asistencialismo pero también un aumento de la pobreza. “Venimos notando en las mediciones de canasta básica, de patrones de consumo y de inflación que se han incrementado notablemente los niveles de pobreza en Mendoza los últimos seis meses, es decir desde fines del año pasado”, afirmó.

“La inflación crece rápido de una sola vez y los salarios en cómodas cuotas. Por otro lado reconocemos los niveles de asistencialismo que hay, si no los datos serían bastante peores”, sostuvo.

Enumeró que el asistencialismo se da a través del gobierno nacional, de los gobiernos provinciales, de los municipios y en algunos sectores a través de las organizaciones sociales. “Sabemos que el gobierno intenta hacer eje muy fuerte en la asistencia para evitar males mayores pero así y todo lo que vemos es que los niveles de pobreza vienen creciendo de una manera considerable; no es gratis la inflación que venimos teniendo y a la velocidad a al que viene creciendo”, señaló. Pero además dijo que las mediciones se hacen en zonas urbanas y la pobreza y la situación empeora fuera de esta. “Cuando te vas al resto de la provincia el asistencialismo es mayor y los niveles de pobreza crecen considerablemente, entonces si a nivel provincial te da un 44% aproximadamente, si tomas toda la provincia está dando cerca del 55%”, alertó.

“El derecho a la alimentación de NNyA en el país es una deuda pendiente cuyo balance general es negativo. En efecto, entre 2010 y 2022, la situación de inseguridad alimentaria se incrementó un 44%, sin embargo, el mayor deterioro se registra en los últimos cinco años”, expresa el informe. Esto refiere a casos en los que se ha reducido la dieta de alimentos en los últimos 12 meses por problemas económicos (Inseguridad Alimentaria total).

Se registra el peor momento de la serie en plena pandemia del 2020 llegando al 37,2%. Y, si bien en los últimos dos años post pandemia se registra una mejora los niveles de privación alimentaria afectan a un tercio de la población de NNyA en el segundo semestre del 2022.

En tanto, la inseguridad alimentaria severa, cuando se informa que los niños han pasado situaciones de hambre por falta de alimentos, en los últimos cincos años se incrementó de modo significativo. Alcanzó el 15% en el 2020, logró una progresiva recuperación y llegó al 12,4% en el 2022.

“Las ayudas alimentarias directas en comedores escolares, y comunitarios, así como la copa de leche, entre otros, han incrementado su cobertura de modo progresiva y a partir del 2020 sumaron una ayuda indirecta como es la Tarjeta Alimentar. Estas ayudas alcanzaron en plena pandemia al 46,5% de la población de NNyA, pero en el 2022, llegan de una u otra forma al 59%.

El informe refiere la transferencia de ingresos a las infancias como la Asignación Universal por Hijo (AUH), y el programa AlimentAR, ejercen un rol fundamental en la merma y sostenimiento de las tasas de pobreza e indigencia.

Derecho vulnerados

Lo que advierte el trabajo es que estas los abordajes hechos en investigaciones previas permiten reconocer los límites de estas políticas de transferencias de ingresos para incidir en otras carencias sociales fundamentales al desarrollo humano y social de NNyA.

En cuanto a acceso a atención de la salud : dos de cada 10 niños no tuvo un control médico el último año, mientras que 44,9% no hizo consulta odontológica el último año. También señalan que la AUH contribuyó inicialmente a la reducción de la no asistencia escolar pero perdió su efecto con el correr de los años.

En Mendoza, la Dirección General de Escuelas (DGE) duplicó este año las raciones que hace llegar a los colegios para alimentar a los niños.
En Mendoza, la Dirección General de Escuelas (DGE) duplicó este año las raciones que hace llegar a los colegios para alimentar a los niños.

“Si bien, también se ha registrado un impacto positivo de la AUHAlimentAR en indicadores de inseguridad alimentaria severa y existe evidencia cuantitativa y cualitativa sobre su insuficiencia para garantizar un consumo adecuado de nutrientes esenciales en la infancia”.

En octubre del año pasado un informe de Unicef concluyó que más de un millón de niñas, niños y adolescentes en Argentina dejaron de comer alguna comida -desayuno, almuerzo, merienda o cena- por falta de dinero.

En Mendoza, la Dirección General de Escuelas (DGE) duplicó este año las raciones que hace llegar a los colegios para alimentar a los niños. Los docentes reconocen que hay chicos que llegan con hambre en las zonas más vulnerables e incluso, para muchos lo que reciben allí es quizás casi todo lo que comen en el día, si no lo único.

En abril de este año, Franco Pulido, director de Alimentación Escolar del gobierno escolar detalló que se brindan 230.000 raciones por día en concepto de desayuno o merienda y 60.000 almuerzos. Así, los $3.000 millones de presupuesto que se destinaban a comida con este destino en 2022, se duplicaron este año.

Tras el inicio del ciclo lectivo, referentes sociales advirtieron que hay chicos que no asisten al colegio porque no tienen útiles. Si no hay agua, luz, alimentos, las condiciones básicas no están dadas, mucho menos la chance de tener conexión a internet que hoy se ha transformado en casi indispensable.

Asimismo, a los comedores llega cada vez más gente en busca de un plato de comida mientras que la inclusión es cada vez más temprana en el mercado laboral.

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