Si bien la red 5G aún no llega a todos el planeta, mucho menos a toda la Argentina, el mundo ya se prepara para el 6G y vaticina su funcionalidad, diferencias y ventajas, cuyas primeras versiones operativas se proyectan para 2030 en adelante.
De hecho, el 5G ya es ideal para manejar aplicaciones del internet de las cosas, ya que permite velocidades de transmisión que sirven para la gran mayoría de las aplicaciones y cuenta con tiempos de respuesta aptos para aquellas aplicaciones que son críticas en tiempo real.
Sin embargo, se espera el 6g tenga velocidades de transmisión de datos en el rango de un terabit por segundo, latencias de 0,1 milisegundos, soporte de conectividad para vehículos con velocidades hasta 1000 km/h y niveles de fiabilidad del 99,99999 %.
Los especialistas confían en que esto posibilitará múltiples aplicaciones: sistemas de control en tiempo real de robots, conectividad masiva de todo tipo de dispositivos (electrodomésticos, mobiliario urbano, wearables, bicicletas), hasta 107 dispositivos por kilómetro cuadrado y la implementación de entornos de realidad mixta y realidad extendida, con aplicaciones tan espectaculares como las comunicaciones holográficas.
En este contexto, entorno a las nuevas redes 6G surge el concepto de capacidades conjuntas de comunicaciones, como un claro elemento diferenciador e innovador. Un ejemplo de ello serían las señales inalámbrica, que podrían alcanzar frecuencias en el orden de 3 THz, con propiedades más cercanas al infrarrojo que a las frecuencias de microondas y ondas milimétricas.
Esto quiere decir que pueden servir no sólo para enviar información, sino también para localizar objetos, máquinas y personas con elevados grados de precisión, incluso en interiores. Incluso se espera que puedan determinar el ritmo de respiración cardíaca de una persona.
De esta manera, la red 6G pasará a ser mucho más que una red de comunicaciones, y potencialmente se puede convertir en un elemento que unifique nuevas formas de interacción, tanto con nuestro entorno real como en entornos virtuales.
Para eso, sin embargo, será necesario que también se desarrolle tanto la tecnología como el contexto socioeconómico y cultural en el que convivirá. Por lo tanto, aunque las previsiones indican 2030, es probable que en Argentina se vean estos avances algunos -o varios- años después.