Cada vez son más los comedores que no logran obtener los recursos para poder brindar un plato de comida a quienes no pueden tenerlo.
El caso de Horneritos, que ayuda a unas 1.500 personas llegó a los medios y hace unas semanas tomó la decisión de cerrar porque no podía llenar las ollas. Luego apareció el milagro y pudieron volver a abrir, al sobreviven el día a día, aseguran allí. Ahora, otro de la misma zona, El Algarrobal, de Las Heras, pasa por la misma situación: el Merendero Niños de Dios brinda cena los miércoles y merienda los viernes. Trabaja hace 8 años, pero ya hace un mes que debieron suspender la merienda de los viernes y hace tres miércoles consecutivos que también tuvieron que -dolorosamente- permanecer cerrados para la cena.
Juan Villegas, quien lidera el espacio solidario, contó a Los Andes con emoción que lograron reunir algo y hoy sí podrán abrir, mientras ya se encontraban en plena faena para brindar un plato de comida caliente esta que se anticipa como una fría noche. Aunque nunca se sabe con certeza con cuantas bocas se encontrarán, son alrededor de unas 550 personas las que llegan allí cada día, de unas 180 familias.
“Vienen abuelos, adultos y niños, la mayoría niños desde bebés hasta 17 o 18 años, a veces vienen acompañados de los papás”, relató.
Menos donaciones
En los comedores comunitarios saben de primera mano lo difícil que le está resultando la vida a muchos: cada vez reciben más gente, de todas las edades, incluso personas con ingresos, como trabajos y jubilaciones. Son quienes no logran cubrir lo básico: el alimento y van en busca de esas manos generosas para calmar el hambre. Pero además, sufren el impacto de quienes se han tenido que ajustar y que pese a su voluntad de ayudar a otros ya no pueden hacer donaciones o al menos no tantas como antes.
Para abastecerse de recursos, cuentan con la solidaridad de las personas que los siguen en redes o se enteran por el boca a boca. “Hay gente que se suma a la colecta de lo que realmente es una guerra porque abrimos la puerta y no sabemos con qué nos encontramos, es un desafío nuevo cada vez, son tres ollas que se llenan y a veces nos falta y cuando pasa les damos un paquete de fideos o un té con azúcar o algo de verdura como para hacerles un combito y que preparen algo en la casa”, cuenta el hombre.
Pero agrega: “Estos últimos meses se ha tornado muy difícil llegar a llenar tres ollas los días miércoles porque se han caído muchas donaciones de gente que antes te ayudaba una vez cada 15 días hoy lo hace una vez al mes”. Y es entonces que se encuentran en una situación complicada que requiere estrategia, creatividad y, por qué no, algo de magia: “Llega el miércoles a las 14, cuando empezamos a cocinar, vemos lo que tenemos y tratamos de imaginar qué podemos hacer que sea llenador, que rinda y dé calor”. Cada olla tiene 50 litros, no es poco llenarlas.
Hasta que tuvieron que suspender, para la merienda de los viernes hacían cosas como tortitas o pastafrola. “Con estos tiempos difíciles que atravesamos hace un mes que no entregamos merienda y muchas veces tenemos que suspender la entrega de los miércoles también. Hace tres que no dábamos y hoy pudimos conseguir algo”, continúa su relato.
Quienes quieran y puedan colaborar pueden hacerlo comunicándose a su teléfono: 2615 96-6938. Entre las mayores necesidades se cuentan productos frescos que son los que más les cuesta conseguir como pollo, menudos o verdura.