El mendocino que es director de una universidad en Miami y experto en inteligencia artificial

Para el científico de datos José Luis Córica, la IA es el mayor desafío del sistema educativo. Dijo que se posicionó como uno de los temas centrales en todos los ámbitos por su transversalidad a profesiones, pero en especial por los temores que despierta en lo laboral, económico y educativo.

El mendocino que es director de una universidad en Miami y experto en inteligencia artificial
José Luis Corica

La Inteligencia Artificial aparece hoy como tema de preocupación pero no es un fenómeno reciente y, de hecho, Mendoza fue una de las pioneras en posicionar la temática desde los años 80. Así lo remarcó el doctor José Luis Córica, científico de datos, investigador y consultor internacional, quien acaba de participar como orador de apertura del Simposio Internacional Inteligencia Artificial en la Educación Superior, Etica, Ciencia y Tecnología organizado por el Ministerio de Educación de República Dominicana.

-Corica, ¿cómo y por qué ocurre que la IA se ha vuelto de repente tan importante?

- No podemos hablar de IA en Mendoza sin hacer esta respetuosa referencia a los pioneros mencionados. Sin embargo, pasaron décadas de desarrollo sin que la IA se volviese una tecnología de interés a nivel social, porque para operarla siempre era necesaria una formación en lenguajes de programación. No fue sino hasta que surgieron las interfases de lenguaje natural como ventanas de chat disponibles para cualquier persona, que se produjo la socialización de esta tecnología.

-¿Cuáles son los principales temores que despierta la IA?

-La IA es una tecnología disruptiva porque tiene repercusiones positivas y negativas profundas en la sociedad, en particular en la mente humana, por su capacidad de influir en el pensamiento de las personas, en nuestras interacciones y en la adopción de nuestras decisiones. La primera preocupación es análoga a cualquier desarrollo tecnológico y es la posibilidad de que ésta haga trabajos históricamente en manos de los humanos, dejándonos a todos como desocupados. La segunda, que es menos evidente, es que quienes manejan los datos que entregamos a la IA, manipulen nuestros deseos y decisiones sin que nos demos cuenta de ello. De los dos, este es el que puede llevarnos a uno de los peores futuros distópicos.

-¿Nos dejará a todos sin trabajo la IA?

-Ciertamente que no y puedo argumentar el porqué. Toda nueva tecnología que surge (desde las de la revolución industrial en adelante) tiene una dinámica común, que los historiadores llaman “destrucción creativa del trabajo” y consiste en la desaparición de puestos de trabajo de baja tecnologización y el surgimiento de puestos de trabajo de alta tecnologización. Pasó con las telefonistas cuando aparecieron las centrales telefónicas automáticas. Se le llama “destrucción creativa” porque la nueva tecnología crea muchos más puestos de trabajo de los que se destruyen. Volviendo al mismo ejemplo, cuando surgieron las centrales telefónicas, la industria de la telefonía pasó de 100.000 líneas a 100 millones de líneas en menos de una década, creando millones de puestos de trabajo, cuando había destruido apenas decenas de miles. Lo que ocurrirá es que surgirán nuevas profesiones, nuevos puestos de trabajo, asociados a la IA. No nos quitará el trabajo la IA sino otro colega que use la Inteligencia Artificial que nosotros no sabemos utilizar.

-Pero, ¿cómo se cubre la brecha entre la destrucción de trabajos antiguos y la creación de nuevos trabajos?

-Es siempre el sistema educativo el que crea los perfiles nuevos. Hoy el sistema educativo tiene la responsabilidad de desarrollar los perfiles profesionales que utilicen las herramientas de la Inteligencia Artificial. No veo a ningún profesional en los próximos tres años, que no utilice las herramientas de IA con la misma naturalidad que hoy utiliza las herramientas de internet. Quien no aprendió a usar internet hoy casi no tiene trabajo. Quien no aprenda a utilizar las herramientas de IA correrá en el corto plazo con igual suerte.

-¿Cómo está el sistema educativo al respecto?

-En primaria y secundaria la temática en la mayoría de los casos no entra aún en agenda. Los funcionarios no saben utilizar estas herramientas, los docentes apenas están haciendo sus primeras incursiones (en especial el 5% de los que en la literatura se llaman “early adopters”). Lo que sí hay es temor y preocupación, en especial por como integrarlas y también ciertas preocupaciones por las implicancias éticas de la IA. Aquí la lucha no es contra la herramienta. No se trata de tener temor, ni de entrar en pánico, ni de prohibir las tecnologías.

-¿Si el camino no es prohibir la IA, por dónde debieran comenzar las instituciones educativas?

-Creo que vamos a tener que retornar a fortalecer en los planes de estudio a las competencias duras (en especial la matemática, la estadística, el pensamiento computacional) que nos permitan comprender conceptualmente a los algoritmos. También es recomendable formar en competencias de utilización e incorporación de herramientas concretas de IA a las profesiones desde la propia curricular (utilizar en la formación lo que se utilizará profesionalmente). Además es imprescindible el formar para las competencias del futuro: El análisis crítico, la capacidad de diagnóstico, de selección de herramientas, de selección de estrategias, de evaluación de impactos de corto, mediano y largo plazo de cada una de ellas, la capacidad de aprendizaje permanente, la capacidad de trabajo en equipo, la comunicación asertiva, la comunicación multicultural.

-¿Cuáles son las preocupaciones éticas hoy?

-La preocupación por los riesgos éticos de la IA es transversal a los cuerpos docentes. Sin embargo, rara vez pasan de temores elementales: al plagio, a la entrega de ensayos generados por IA (con un estudiante que simula el aprendizaje), o a que haga los exámenes con ChatGPT. Básicamente son temores a que el estudiante “apruebe haciendo trampa” sin haber construido los aprendizajes. Sin embargo, en mi opinión, no es allí donde está el verdadero riesgo

-¿Dónde está el verdadero riesgo?

-El verdadero riesgo ético es la limitación a la libertad de elección, que surge como consecuencia de la transparentización de la IA, es decir la integración silenciosa y no percibida de algoritmos que orientan nuestras decisiones. Pensemos esto: Si la Inteligencia Artificial recibe de Google Maps y Waze el registro de secuencia de nuestra localización y tiempo en cada lugar a lo largo de nuestros días, meses y años. Si la IA además me elige las noticias que me muestra en los diarios en línea, si me elige los reels de Instagram y los memes que leeré y los que no; si me elige la próxima canción que escucharé cuando termine mi lista; si la IA decide qué publicación leeré primero y cual difícilmente me muestre; si además hace análisis de sentimiento de lo que escribo y registra mi estado de ánimo en cada interacción con personas; si la IA utiliza toda esta data que con inconciencia yo le entrego ¿Hasta dónde mis decisiones son mías… y hasta dónde quien me eligió hasta las noticias, las lecturas y las relaciones, está decidiendo por mi lo que compro, lo que argumento, lo que voto?

-¿Entonces?

-Es la libertad de elección del ser humano la que está en juego cuando cedemos despreocupadamente todos nuestros datos y permitimos que la IA construya nuestros perfiles habilitando así la manipulación del ser humano por parte de quien maneje la Inteligencia Artificial.

-¿Qué debe hacer el sistema educativo?

-Creo que lo primero es crear una conciencia colectiva que evite los futuros distópicos para cualquier tecnología y para cualquier herramienta. El sistema educativo tiene la responsabilidad ética y filosófica de educar para crear un futuro utópico y prevenir un futuro distópico y esto solo se logra a través de la generación de una conciencia colectiva. De hecho, ya lo hicimos con el cuidado del agua (son hoy los hijos los que les hacen cerrar un grifo abierto a los padres). Lo hicimos también con la conciencia de clasificación de residuos, o con la conciencia de la contaminación por los combustibles fósiles. Finalmente, la responsabilidad ética más importante del sistema educativo es la creación de una conciencia colectiva que evite los futuros distópicos para cualquier tecnología y para cualquier herramienta.

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