Agustina Tapia forma parte de ese enorme grupo de mendocinos dispersos por el mundo que dejó la provincia para ir detrás de un sueño y lo alcanzó. La joven veterinaria tiene 32 años y desde que era una niña soñó con dedicarle su vida a los animales, pero a una especie muy particular, a los primates. Gracias a su formación y sacrificio, en la actualidad forma parte de un equipo de veterinarios que atiende a diario a gorilas y chimpancés rescatados que viven en un santuario en África, su nuevo hogar.
Desde su infancia, Agustina sintió una profunda atracción por los animales, lo que la llevó a estudiar la carrera de Veterinaria en la Universidad Juan Agustín Maza. Sin embargo, su interés no se centraba en las mascotas tradicionales, sino en la fauna silvestre, algo que salía de lo común entre sus compañeros de facultad y, posteriormente, entre sus colegas.
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Agustina Tapia, mendocina que trabaja con grandes simios en África. Foto Los Andes.
"Desde que era muy chica sabía que quería trabajar con chimpancés y estudié veterinaria por eso. A veces cuando lo contaba pensaban que lo decía en chiste y otros creían que iba a ser solo una etapa, que se me iba a pasar, pero durante toda mi carrera enfoqué mis capacitaciones en fauna silvestre", contó la joven veterinaria en diálogo con este diario.
Alineado con su pasión, hizo un gran aporte a la provincia de Mendoza ya que participó de forma activa en el proyecto de traslado de los monos aulladores del Ecoparque y aún sigue muy de cerca todo lo relacionado con los primates que quedan en el ex zoológico provincial.
Incluso, trabajó en algunas veterinarias donde pudo aplicar sus conocimientos, pero no del todo su especialidad, pese a que atendía a algunas especies no convencionales. Fue así que dio sus primeros pasos en la profesión, pero sin perder el objetivo de trabajar con grandes simios, aún sabiendo que para hacerlo debía dejar su ciudad natal y cambiar por completo su estilo de vida porque tanto los chimpancés como los gorilas son originarios de África.
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Agustina Tapia, mendocina que trabaja con grandes simios en África.
El sacrificio de vivir en África y el trabajo con los primates en Camerún
Mientras daba las materias necesarias para obtener su título universitario, Agustina nunca dejó de capacitarse con el objetivo de cumplir su sueño e hizo todo lo posible para alcanzarlo. Si bien desde un primer momento supo que tendría que instalarse en el continente africano, con todo lo que eso conlleva, nada la frenó y lo consiguió.
La joven profesional vive en Camerún, más precisamente en un refugio en el santuario de primates de Mefou, y este será su segundo año trabajando para Ape Action Africa, una ONG que lucha por la conservación de gorilas y chimpancés en peligro de extinción. "Hace cuatro años fui a trabajar al Amazonas. Me eligieron para Sierra Leona, donde estuve unos meses y después me llamaron de Camerún en 2024", contó sobre cómo comenzó a cumplirse su sueño.
La mendocina forma parte del equipo veterinario que atiende a los más de 300 primates de distintas especies que allí se refugian. Allí su trabaja va desde la parte de clínica médica, pasando por procedimientos médicos hasta la parte quirúrgica, ya que muchos de los animales fueron rescatados del comercio ilegal de carne de animales silvestres, una amenaza constante en África central y occidental.
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Agustina Tapia, mendocina que trabaja con grandes simios en África.
El día de Agustina comienza a las cinco de la mañana y no tiene horario de cierre. Cada jornada es diferente y las condiciones de vida son exigentes. "Es muy duro. Ser veterinario de fauna silvestre es un estilo de vida, porque no es muy compatible con una vida convencional. Donde vivo, no tenemos comodidades que son básicas para mucha gente. Por ejemplo, no tenemos agua potable, sacamos agua de un pozo y cargamos bidones para bañarnos, para lavar la ropa y los platos, y para consumir compramos agua", relató.
A esto se suma la falta de energía eléctrica durante la mayor parte del día, porque solo cuentan con tres horas de electricidad diarias, entre las 18.30 y las 21.30 y conexión a internet solo tiene en un espacio que está alejado de su refugio. "Uno se acostumbra a vivir sin esas comodidades. Después de diez meses, ahora que volví, fue hermoso que saliera agua de la ducha", confesó sobre cómo fue el impacto apenas pisó Mendoza.
El santuario de Mefou está en medio de la selva, a hora y media de la capital de Camerún. Por lo que, además de los desafíos logísticos y las exigencias de su trabajo, Agustina también está expuesta constantemente a enfermedades, como la malaria y otras aún desconocidas. A eso se suma el hecho de ser una mujer joven, con características y rasgos físicos diferentes a los locales, en un contexto socio-cultural y político que no deja de ser desafiante.
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El trabajo de la mendocina es en medio de la selva. Foto: Agustina Tapia.
"Donde estoy, estoy súper segura, pero estamos expuestos a un montón de situaciones propias de un contexto internacional difícil. Uno entrega mucho. Estamos solos, en medio de la selva, sin la familia, los amigos... comemos arroz todos los días", dijo entre risas pero consciente de que esa pasa a ser su realidad una vez que baja del avión.
"Es un trabajo demandante física, mental y emocionalmente porque estamos viviendo en medio de la selva para trabajar", sostuvo e incluso por la falta de personal o de insumos para poder hacerle frente a las demandas de los animales que llegan allí, muchas veces en condiciones deplorables, luego de haber sido rescatados.
Es que muchas ocasiones, los primates llegan al santuario en situaciones de salud críticas, ya sea por desnutrición, heridas o enfermedades, por lo que cada rescate representa un nuevo desafío para los veterinarios.
Sin embargo, resaltó con orgullo que prácticamente todas los que trabajan con grandes simios, son mujeres: “Se están abarcando espacios que no están hechos para mujeres, que son complejos, en países que tienen condiciones políticas, sociales y culturales que vienen de antaño, difíciles de comprender”.
El compromiso de Agustina con la conservación de la especie
Además del trabajo veterinario, en el santuario también realizan tareas de concienciación con las comunidades locales. La ONG Ape Action Africa impulsa programas educativos para enseñar sobre la importancia de la conservación de los primates y los ecosistemas donde habitan.
Agustina participa de forma activa de estas iniciativas y, a través de sus redes, genera conciencia sobre la protección de los animales. "La solución siempre es la educación. Para conservar hay que educar, es la única manera", destacó.
Incluso, durante los dos meses que estuvo en Mendoza, que fueron sus vacaciones laborales, no dejó de pensar en su regreso a África y en las necesidades propias del santuario. Por ello, inició una campaña para recolectar insumos médicos veterinarios y fondos para adquirir lo que les faltaba para poder trabajar en condiciones más óptimas y recibió ayuda, principalmente de sus colegas.
Por lo que quedó claro que el compromiso de Agus con los primates es inquebrantable. Pese a las dificultades, su pasión por estas especies la mantienen firme en su misión y, con su aporte, también contribuye a la lucha global contra la caza furtiva y el tráfico ilegal de especies y demuestra que la vocación y el esfuerzo pueden hacer una diferencia, incluso en los lugares más remotos del mundo.