Las imágenes se viralizaron y generaron todo tipo de repudios y reacciones en las redes sociales, así como también en la sociedad en general. Al menos 5 personas se filmaron tras haber cazado a 4 pumas en la localidad de Buta Ranquil (Neuquén, cerca de Chos Malal y del límite con Mendoza) y en el video se los puede ver sonriendo, cargando a los ejemplares muertos sobre sus hombros y hasta gritando –con cierto cinismo- “¡Viva la patria!”. Se trata de una puma hembra y sus tres crías –ya de tamaño juvenil-.
En las últimas horas los protagonistas de esta triste secuencia fueron identificados y ahora deberán pagar una multa de 85.000 pesos, según confirmó la directora de Áreas Naturales Protegidas y Recursos Faunísticos de Neuquén, Lucía Redondo. Sin embargo, se trata de una práctica que es cada vez más común, no solo en la Patagonia, sino en todo el país. Y, aunque la caza de pumas se encuentra prohibida y penada por ley en algunas jurisdicciones (como es el caso de Mendoza), no dejan de registrarse estos episodios en todo el territorio nacional donde habita este felino.
El detalle es que, por fuera de lo que es la caza deportiva –el reciente caso neuquino se ajusta a esta cuestionable práctica-, suele ser muy común entre los productores ganaderos (especialmente caprinos y ovinos), quienes intentan proteger a sus animales por medio de la matanza de estos felinos. Y es una realidad a la que Mendoza no escapa.
“En la Patagonia es un problema de hace muchos años y que ha ido proliferando en la medida en que han ido creciendo también los productores ganaderos. En Neuquén está autorizada la caza de control (casos excepcionales y siguiendo todo un protocolo), mientras que en Chubut, Santa Cruz y Río Negro directamente está permitida y, en cierta manera, se impulsa. En Mendoza, donde está terminantemente prohibida por la Ley de Fauna Silvestre, también es común que se registren episodios en que los crianceros salen a matar a pumas como represalia porque cazan a sus animales para alimentarse”, destacó el presidente de la ONG S.O.S. Acción Salvaje, Eduardo Furlán. La entidad cuenta, además, con un centro de conservación y rehabilitación de pumas y otras especies en San Carlos.
Sin ir más lejos, en febrero de este año y durante distintos operativos que hizo personal de Fauna de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de Mendoza junto a la gente de “S.O.S. Acción Salvaje”, se encontraron en un campo de La Paz cuatro cráneos de pumas que habían sido cazados y cuya cabeza se había colgada en distintos postes de los corrales. “Los cuelgan como trofeo y es algo impactante y problemático. Si bien hay casos como el de Neuquén, que toma más trascendencia mediática y genera un fuerte repudio, esto es algo que se da en todo el país y todos los días”, resaltó Furlán.
Incluso, hay lugares en los que se despelleja al puma cazado y se cuelga toda su piel en alambrados, de la misma manera en que se encontraron los cuatro cráneos en el mencionado campo del Este mendocino hace ya cinco meses.
Responsabilidades compartidas
El crecimiento desmedido de la actividad ganadera y la falta de control –ya sea de los propios crianceros como de los gobiernos provinciales y nacionales- son los que han llevado a que rija el “sálvese quien pueda” al momento de compartir hábitats los animales de ganado con los carnívoros salvajes.
“Se entiende que hay una problemática seria entre ganaderos –que quieren proteger su producción- y carnívoros salvajes, pero no quedan dudas de que matar pumas no es la solución. El puma es una especie muy territorial y solitaria y su extensión depende de la vegetación y –fundamentalmente- de la abundancia de presas. Su dieta incluye un amplio número de especies, desde camélidos como el guanaco, ungulados como venados y ciervos, roedores, armadillos, variedades de aves, entre otros. De esta manera, el puma cumple un rol fundamental como ‘arquitecto del ecosistema’, manteniendo su estructura y funcionalidad. El tema es que hoy en día, la pérdida de hábitat -debido al avance de la frontera agrícola, el desarrollo inmobiliario, el manejo de ganado en su área distribución y la cacería furtiva (no solo de la especie en sí, sino también de aquellas de las cual se alimenta)- hacen que los conflictos con el humano sean cada vez más frecuentes, atentando contra su supervivencia (la del puma)”, explicó Furlán. Y ejemplifica en que precisamente la caza de guanacos, de quirquinchos y de choiques –presas naturales del puma- los suele llevar a acercarse al ganado.
El principal conflicto se suele dar con ganado menor (como, por ejemplo, el caso de caprinos, ovinos y hasta terneros). Pero difícilmente un puma vaya a ir por una vaca grande. “Muchas veces se dan las matanzas vengativas, en represalia a un episodio en que un puma caza a un animal de ganado. Lo que suele hacerse es envenenar a la presa muerta –ya que el puma suele dejarla apartada para volver a buscarla- cuando no haya nadie. Entonces se la usa como un cebo envenenado y, cuando el o los pumas van a comerlo, mueren envenenados. Pero esto afecta a otros ejemplares –como por ejemplo carroñeros, que es lo que pasó en Los Molles cuando murieron 34 cóndores en 2018- y puede afectar a seres humanos, ya que pueden entrar en contacto con ese potente veneno, por ejemplo, a través del agua que consumen”, se explayó Furlán, quien desde “S.O.S. Acción Salvaje” está trabajando en un Programa Integral para la Conservación del Puma, precisamente con el objetivo de reducir los conflictos que hoy amenazan a la especie.
En cuanto a los gobiernos provinciales y nacionales, por lo general también suelen detectarse ciertas falencias al momento de implementar políticas que permitan contrarrestar esta práctica tan común como peligrosa y dañina.
“Para los productores agrícolas suelen existir políticas y hasta seguros en casos de que se pierda la producción por alguna contingencia, pero no es muy común entre los crianceros. Entonces, lamentablemente, el ganadero encuentra como más fácil y accesible ir a comprar balas e ir por su cuenta a por el puma. También suele haber cierta comodidad en los productores, que –en ocasiones- dejan al ganado en el campo y no lo van a ver ni a cuidar por 3 o 4 semanas. Pasa lo mismo que con cualquier comercio o actividad, si vos te ponés un kiosco –por ejemplo- y no vas a atenderlo nunca, no te va a dar ganancias”, ejemplificó Furlán.
Así se trabaja para lograr la convivencia armoniosa entre carnívoros y animales de corral
Furlán está convencido de que es fundamental lograr cambiar la forma de ver a los animales, tanto a los carnívoros salvajes como a los que integran el ganado. “Es fundamental mejorar el manejo ganadero, invertir en mejor producción. Hace años que en la Patagonia se está matando al puma y la realidad es que no cambia nada. Los estudios demuestran, entonces, que matar al puma no sirve y se necesitan medidas especiales de cada productor. También los gobiernos tienen que dejar de mirar para otro lado, algo que –afortunadamente- está empezando a cambiar”, sostuvo el referente y activista.
En Mendoza y en otras zonas cordilleranas, por ejemplo, se comenzó a trabajar hace tiempo en la figura de perros protectores. Y si bien se comenzó con experiencias pilotos, es un modelo que cada vez se replica más. Consiste en trabajar con perros que, desde cachorros, se crían integrados a la manada del ganado. De esta manera, logran convertirse en un miembro más dentro del corral.
Esto termina siendo fundamental ya que la sola presencia de uno de estos canes –incluso ya desde lo olfativo y marcando su territorio a través del olor-, muchas veces los predadores (como pumas o zorros) se mantienen alejados de la producción ganadera. Esto no quiere decir que el puma y el perro protector vayan a enfrentarse frente a frente y cuerpo a cuerpo, sino que –por sus características silvestres- el puma no se va a acercar a donde ya hay perro.
“La conservación está en el trabajo de campo de todas las especies. Si no se trabaja en conjunto, el ganadero va a seguir viviendo en el campo y –guiado por la bronca- va a seguir matando a la fauna silvestre. Por eso hay que trabajar codo a codo con el ganadero. La convivencia entre ganaderos y predadores silvestres es posible, aunque ello implica lograr cambiar la forma de hacer ganadería”, concluyó Furlán.