Perros pastores, la eficaz herramienta para cuidar al ganado

Los canes permiten mantener a los predadores lejos de los animales de cría, evitando el uso de trampas y veneno, prácticas que pusieron en grave peligro a especies protegidas.

En las zonas más remotas de Malargüe, aquellas donde algunos llegan de forma esporádica y donde únicamente viven puesteros los 365 días del año; hace ya varios años se desató un conflicto de convivencia que involucra y afecta al ecosistema. Los puesteros, productores caprinos en su mayoría; por un lado, y la fauna salvaje y autóctona del lugar; por el otro. En defensa de sus animales domésticos -y, muchas veces, sin pruebas concretas de la amenaza-, los primeros salieron a combatir a los segundos. Lo hicieron con trampas, con cebos envenenados; y todo para que los predadores dejaran de devorarse a sus chivas y ovejas. Así fue como, por ejemplo, el 22 de enero de 2018 fueron hallados 34 cóndores y un puma muertos en Los Molles. Todos habían comido los restos de chivos muertos, a quienes algunos puesteros les habían agregado veneno para combatir a los predadores.

Este panorama en general derivó en una crítica situación ambiental; ya que muchas especies salvajes que estaban protegidas o en peligro de extinción se vieron en riesgo por estas prácticas. Para contrarrestar este peligroso conflicto -que siempre dejaba como saldo ejemplares muertos-, desde 2005 en esos parajes montañeses están trabajando con el programa de Perros Protectores de Ganados; iniciativa en conjunto entre la Alianza Gato Andino (AGA), la WCS (Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre, en inglés), la Dirección de Recursos Naturales de la Provincia y la comuna de Malargüe.

“Es una práctica de hace más de 6.000 años; de cuando el ganado y el lobo fueron domesticados. Cuando empezamos a trabajar con perros mestizos en 2005, elegíamos perros con ciertas características; y los productores los cuidaban y criaban entre las chivas. Todo esto para lograr la impronta (adaptación). Porque cualquier animal recién nacido empieza a generar vínculos con otras especies si se lo inserta. Entonces, con la impronta se busca que el perro considere a las chivas como parte de su grupo y quiera protegerlas”, destacó la doctora en Biología María José Bolgeri -a quien todos conocen como Maco-, y quien es integrante de las asociaciones AGA y WSC.

Durante los últimos tres años, luego de algunas falencias en la metodología inicial; comenzaron a trabajar en la cría de cachorros mestizos cuya genética es de pastor de Pirineos y pastor de Anatolia. El programa se encarga desde entonces de hacer la cría de estos cachorros antes de entregarlos a los productores. En este sentido, por estos días han comenzado a trabajar con seis perritos que serán entregados en octubre para que cumplan sus funciones en los puestos (cuatro quedarán en Malargüe y dos serán entregados a puesteros del Norte de Neuquén).

“Los perros son carnívoros, al igual que los predadores y la competencia entre especies es algo que siempre van a buscar evitar. Entonces, cuando se inserta un perro en el ganado; al haber ya un carnívoro en el territorio, lo mejor para otro es evitarlo. El perro nunca se enfrenta con la otra especie; pero marca territorio defecando u orinando, y ese olor en el ambiente va a evitar que se acerque otro carnívoro”, agregó Maco.

En los puestos de Malargüe y como parte del programa ya se han entregado cinco perros mestizos a productores locales para reducir la matanza de predadores. “La idea es promover la coexistencia mediante la conservación el ecosistema. Con la extensión de la ganadería hacia las zonas altas, algunos carnívoros de importancia para los Andes centrales se han visto afectadas ya que allí habitan. Muchas son especies amenazadas, como por ejemplo el gato andino. Por eso se pretende disminuir el conflicto”, acotó a su turno el director de Recursos Naturales, Sebastián Melchor.

El proceso

La finca donde vive Maco cuenta con un corral cerrado; y es allí donde se hace la cría de perros. Luego de 45 días de nacidos se los saca de al lado de la madre y se los lleva con chivas y ovejas para hacer la impronta. Tras cuatro meses y medio conviviendo en el mismo espacio, se hace entrega a los productores que han sido seleccionados (deben inscribirse en un registro), y que son quienes viven justamente en aquellos sitios donde hay registros de gato andino.

“Los perros son entregados al productor a cambio del compromiso de que no van a usar veneno ni trampas para los carnívoros; y que no van a matar al gato andino. Además, durante los primeros meses cada productor debe estar presente con el perro y continuar con el entrenamiento; ya que no lo terminan hasta el año o el año y medio”, detalló la bióloga especialista.

El perro está las 24 horas junto a los animales y puede tomar entre una semana y 10 días hasta que se acostumbre al piño o rebaño. “Como los perros están funcionando en su objetivo, los productores han dejado de usar veneno o trampas, porque también en ellas puede caer el propio perro”, sintetizó.

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