El acoso escolar es una de las mayores problemáticas en las aulas del mundo entero, sino la más importante. Pese a los intentos de las instituciones educativas, las familias y los organismos competentes del Estado, es una situación que cada vez se agrada más y que se presenta como un mal arraigado en la sociedad.
Las principales acciones para combatirla tienen que ver, primero, con la prevención, y luego con una detección temprana y acción reparadora, tanto de la salud pública como de las familias. Para todos ellos y los demás involucrados, he aquí una serie de recomendaciones sobre cómo detectar a tiempo el acoso escolar en los niños.
Prevención
Para poder prevenir el acoso en las escuelas es necesario abordar la problemática desde pequeños, en lo posible desde la educación infantil. Especialistas recomiendan desarrollar programas grupales que favorezcan la convivencia y la resolución pacífica de los conflictos, promoviendo valores como el respeto, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad.
Detección temprana
La detección precoz del acoso escolar es otro aspecto clave, ya que puede determinar tanto el grado de sufrimiento del menor, extendido más o menos en el tiempo, como las consecuencias a corto, medio y largo plazo que conlleva ser víctima de acoso escolar.
Es algo difícil, ya que la violencia entre iguales suele manifestarse “a escondidas” y lejos de la presencia de adultos. Además, muchas de las víctimas no relatan lo que les está sucediendo, pudiendo presentar sentimientos de culpabilidad y vergüenza, llegando a creerse merecedores de los ataques.
Por eso es importante el abordaje masivo y general de diagnósticos de acoso escolar. En España, por ejemplo, existe una “Guía de actuación contra el acoso escolar”, con un listado de indicadores que pueden revelar la presencia de una situación de acoso en el menor:
- Incremento súbito de las faltas de asistencia y negativa a asistir al centro escolar.
- Descenso drástico del rendimiento académico.
- Ausencia o pérdida de amigos y aislamiento.
- Problemas de concentración y atención.
- Cambios en el carácter: ansiedad, mutismo, tristeza, irritabilidad, introversión, agresividad y conductas autolesivas.
- Somatizaciones: dolores de cabeza, molestias gastrointestinales, opresión en el pecho, taquicardia, etc.
- Alteraciones del apetito o del sueño.
- Abandono o pérdida de aficiones.
- Moratones, roturas de ropa y desaparición de trabajos o material escolar.
- Búsqueda prioritaria de los docentes cuando hay recreo o educación física.
Un problema de salud pública
El nivel de violencia intencionada y mantenida en el tiempo es tan alto que ya dejó de ser un problema particular de una escuela u otra, o exclusiva de una sola parte de la sociedad. Mas bien se ha convertido en una problemática psicológica y social de salud pública, que afecta la calidad de vida de los menores de nuestra sociedad, con consecuencias en los planos escolar, social y psicológico.
Por esto, es muy importante que el Estado se comprometa, involucre y tome acciones para combatir y erradicar el acoso escolar, en lo posible con políticas públicas sostenidas en el tiempo.
El rol de la familia
Lógicamente, el rol de la familia es crucial, tanto en la prevención como en la detección precoz. De hecho, hay situaciones donde el entorno cercano tiene más relevancia que el escolar, ya que se pueden dar situaciones donde el niño quede expuesto desde su casa, como el ciberacoso. Para esta problemática en particular, algunas de las recomendaciones son:
- Llevar a cabo una adecuada mediación parental online para poder abordar con sus hijos los riesgos de internet, así como establecer límites en su uso.
- Generar un ambiente de confianza y seguridad en el que los hijos puedan exteriorizar dudas o preocupaciones sobre lo que ocurre en el ciberespacio.
- Fomentar el uso de los dispositivos electrónicos en las zonas comunes de la vivienda (especialmente cuando se trata de niños y niñas de edades tempranas).
- Estar especialmente alerta si el menor ha sufrido o está sufriendo acoso escolar.
- Analizar cambios en el uso del celular, como aumento o disminución del tiempo de conexión, consultas frecuentes y compulsivas, abandonarlo o dejarlo apagado o en modo avión largos periodos.