Un chico de 15 años llega solo y a pie a Tijuana, la ciudad fronteriza mexicana que se ha declarado en emergencia y en la que confluyen miles y miles de desplazados que lo están pasando mal, que ante la desesperación huyen caminando, que dejan su tierra para buscar paz. Del otro lado del muro, en el destino al que quieren llegar porque tienen conocidos, el presidente Donald Trump amenaza con apresarlos, castigarlos y hasta matarlos.
Son "ilegales", aunque las ONG y todas las religiones aseguran que ningún humano es ilegal. Tienen hambre, frío, sed y mucha tristeza; aunque algunos gobiernos y bastantes personas los tratan de parias y de invasores, como si dejar la tierra fuera un hobby o un pasatiempo. En medio de tanta irracionalidad, gente como la mendocina Giuliana Guzzo (33) ayuda a esas personas para que el horror sea más llevadero, para que tengan acceso a los derechos humanos básicos como agua, comida y techo y para que puedan ordenar medianamente sus papeles.
"A veces nos falta empatía. Nadie quiere hacer una travesía tan peligrosa y dejar su país. Acá hay mujeres que han llegado a dar a luz, que han caminado kilómetros y kilómetros embarazadas, sin agua, sin comida, sin medicamentos", cuenta Guzzo, licenciada en Ciencias Políticas de la UnCuyo y especializada en Migraciones en la Universidad de Quilmes. Ella decidió dejar la comodidad de su casa en Mendoza para ayudar en los hogares que decenas de voluntarios de todo el mundo han instalado en la frontera.
-¿Cómo es tu trabajo en los refugios?
-Acá se dividen en refugios masculinos y femeninos. Yo estoy en uno para varones. Se les da contención psicológica, se trabaja con asistentes sociales, se les da techo, servicios básicos. Cuando se despiden para seguir camino es un dolor enorme. Por ejemplo, llegó solo un chico de 15 años, durmió aquí y partió. Es muy penoso ver todo esto.
-¿Es la mayor catástrofe humanitaria, como aseguran algunas ONG?
-La mayor de América, porque desplazados hay millones en todo el mundo. Se calcula que hay 300 mil personas que han debido dejar sus hogares por la fuerza. Estas personas que atendemos en Tijuana escapan del Triángulo Norte - Guatemala, Honduras y El Salvador-. Escapan de situaciones de violencia y de pobreza extremas
-¿Por qué se empeñan en llegar a Estados Unidos si los amenazan de muerte?
-Porque allí tienen familiares o conocidos. Es lo único que tienen. Pero muchos se están quedando en México
-¿Qué deberían hacer los Estados ante la oleada de migrantes?
-Migrar es un derecho humano. Deberían existir mejores políticas. Lo paradójico es que al margen de esos políticos florecen los voluntarios y las organizaciones de ayuda, como la de Madres Deportadas, mujeres que se han enfrentado a la pesadilla de tener que separarse de sus hijos porque las echaron de Estados Unidos -De acuerdo con estadísticas de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobierno (Segob), de 2015 a marzo de 2018 un total de 23 mil 57 mujeres mayores de edad han sido deportadas tan solo por territorio de Baja California, de las cuales se estima que al menos el 50 por ciento son madres de familia.
-¿Quiénes son lo más vulnerables en esta situación?
-Las mujeres y los niños. Los niños por razones obvias. Y las mujeres….si los hombres en la larga caminata se enfrentan a peligros, imaginémonos a lo que se enfrentan las mujeres.
-La gente en México ha sido enormemente amable con las caravanas, más solidaria.
-La gente sí, pero los gobiernos no. El accionar del gobierno local de Tijuana deja mucho que desear. En primer lugar otorgó un albergue a cielo abierto, en plena época de lluvias, para recibir a las caravanas con capacidad limitada para 2000 personas, siendo que el número estimado de arribo responde a 10.000 aproximadamente. Además el intendente Juan Manuel Gastélum (PAN), demostró en dichos su mirada restrictiva de política migratoria manifestando que la llegada de la caravana implica una “amenaza a la seguridad y tranquilidad” de la ciudad y apoyó las violentas marchas realizadas por algunos vecinos de la zona que fogoneados por medios de comunicación se oponen a la venida de más migrantes centroamericanos.
-¿Argentina es un país de puertas abiertas? ¿Qué pensás de los que quieren endurecer las leyes migratorias?
-Argentina tiene la ley 25871 (2004), que reconoce la migración como derecho. Establece pautas y reglamentos, pero no cierra fronteras.
- ¿Por qué creés que nos cuesta tanto comprender, sobre todo en el llamado "primer mundo", que el inmigrante no es un invasor que hace las cosas por gusto?
-Hay que ponerse en el lugar del otro y pensar si a uno le gustaría dejar todo lo que conoció para embarcarse a una travesía a la nada. Si a uno le gustaría aparecer en un país europeo y acabar durmiendo en el subte. Quienes huyen desahuciados encuentran más apoyo en aquellas personas que generan empatía en lo cotidiano, donde las campañas del odio no hacen efecto y la solidaridad abunda. El caso de Tijuana es uno de los tantos, que muestra la ineficiencia de las gestiones locales de frontera, que no están a la altura de los hechos para afrontar complejos procesos de integración ciudadana a favor de los recién llegados. Manifiesta que el trabajo generoso y silencioso, en red y organizado, es hoy la esperanza de quienes buscan un nuevo hogar.
Hondureños, salvadoreños y guatemaltecos iniciaron un éxodo que comenzó en octubre
"Quienes nos encontramos actualmente en Tijuana podemos presenciar la paulatina llegada de las caravanas centroamericanas que atraviesan territorio mexicano desde fines de octubre pasado. La primera, compuesta por 7000 personas, cumplió un mes desde su partida y comenzó su arribo el 13 de noviembre aproximadamente a la frontera de Baja California, uno de los pasos más transitados para ingresar a Estados Unidos.
Los países que integran el Triángulo Norte presentan elevados índices de violencia con aproximadamente 300.000 personas desplazadas en el 2017 según datos otorgados por la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR). Honduras es el caso más emblemático con cifras que, según la CEPAL, justifican esta realidad: para el 2017 el 25.3% de niños migraron a México sin familia, el 12% de población presentó niveles de desnutrición, un total 531 mujeres fueron asesinadas y los niveles de pobreza superaron el 42%.
En esas circunstancias la idea de escapar no resulta extraña, pero la singularidad de hacerlo en grupo sí. Ya que si bien es una modalidad existente en diferentes rutas migratorias del mundo, ha sido poco difundida hasta la actualidad. Las caravanas se presentan en este momento como sujetos colectivos con identidad propia, personas de todo género y edad, mujeres embarazadas; niños, niñas y adolescentes aterrados por su entorno. Amenazados y sin esperanzas se reúnen para emigrar.
Llevan consigo pocos elementos, algunos recuerdos y las mujeres, generalmente entre 15 a 30 años de edad, cargan a sus pequeños en brazos. Confiando en la solidaridad de las organizaciones y personas que encontrarán en su camino persiguen el objetivo final, que lejos de ser un territorio con nombre y apellido, es el logro de una vida digna, un lugar donde descansar, amanecer y poder trabajar, regresar a salvo y llegar a casa. A la casa segura y tranquila que su país no les ofrece. Esta esperanza que les une, también les otorga identidad conjunta, además de fuerzas para caminar"
EEUU y la caravana migrante
Estados Unidos, uno de los países con mayor flujo migratorio en el mundo, endureció sus políticas desde que Donald Trump llegó a la presidencia en 2017, con decisiones como la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) -del el que se beneficiaron miles de inmigrantes de El Salvador, Honduras y Nicaragua- las deportaciones masivas y la salida del Pacto Mundial de la ONU para la Migración por "incompatibilidad con su soberanía". Desde entonces, se ha separado a más de 2.000 menores de padres indocumentados.
Mientras tanto Centroamérica, donde la gente escapa aterrorizada hacia el norte, atraviesa una nueva crisis humanitaria con la caravana migrante, integrada por miles de personas, en su mayoría hondureños, que emprendieron el 13 de octubre una caminata hacia EE.UU. en busca de mejores oportunidades y para escapar de la violencia y la pobreza.
Hace cinco años Guatemala, Honduras y El Salvador impulsaron la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, con el auspicio de EE.UU., para mejorar las condiciones sociales en la región y así desalentar la migración. Sin embargo, este pacto no ha logrado hasta el momento revertir las causas estructurales de la migración.
El actual éxodo migratorio se perfila como uno de los mayores dramas humanitarios de los que el continente tenga memoria.