La Habana, 1994. Las vidas de Candelaria y Víctor Hugo pasan lento, están juntos porque no hay más opción y nunca se acostumbrarían a vivir separados. En la monotonía de sus vidas, que consisten en el ir y venir de la casa al trabajo, un día cualquiera aparece un aparato que sin querer queriendo cambia sus vidas. Es una cámara de video que Candelaria se encuentra en las sábanas sucias del hotel en donde trabaja.
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