Regresar a Mendoza es como rebobinar la cinta de su vida para Ramón "Palito" Ortega. Es inevitable pensar en sus comienzos, cuando con apenas 18 años vivía en una pensión, tocaba la batería en un cabaret y cantaba en la radio LV10 para ganarse la vida.
Aunque nunca fue fácil, el destino siempre tenía una cuota de suerte preparada para él. De abajo, sin unpeso y sólo con su guitarra y sueños a cuesta, el cantante y compositor nunca dejó de visualizar sus anhelos.
"Yo ya había mandado una cinta para hacer una prueba en Buenos Aires e hice el cambio de domicilio. Justo me llamaron para hacer el servicio militar y me presenté, pero puse una excusa: que tenía un problema de salud y no caminaba bien. Entonces me dejaron en reserva. Cuando llegué a la pensión, encontré la respuesta de la cinta que mandé a Buenos Aires y me aceptaron la prueba. Y pensé: 'A todos los chicos que estaban conmigo les decían que iban a sacar nieve y yo me salvé. Y llego y encuentro un telegrama de prueba aceptada'. Todo de una manera muy particular...", recuerda al otro lado del teléfono sobre ese capítulo fundacional de su carrera, en esa habitación de la calle Necochea 350 que lo cobijó cuando su apodo artístico era "Nery Nelson".
Palito parece inoxidable y cuando habla, es una caja de Pandora que devela anécdotas de una vida de película. Con la vitalidad que lo caracteriza y despliega en el escenario, será una de las figuras del Encuentro de las Naciones (Junín), que empieza el próximo viernes y donde actuará en su último día, el domingo 20.
A sus 77 años, Palito no se queda sentado en el living de su casa rememorando el pasado. Al contrario, se sigue renovando para su público. El año pasado editó "Románticos de los 60's", con canciones de esa época y versiones en español de "Tu cabeza en mi hombro", "Quédate junto a mí" o "Fugitiva", clásicos en inglés que marcaron una época.
-Con más de cincuenta años de carrera, seguís produciendo y tu vida parece un sueño que no se desvanece.
-El tema es recorrer un poco la historia y las consecuencias. Todos mis sueños a los 18 años andaban por esas calles, por ejemplo. Y menos mal que me tocó en Mendoza, con gente que te alentaba. Como Pedro Loforte, que me hacía sentir que iba a llegar a ser una figura importante. Si uno no tiene ese aliciente de la gente, te vas quedando, por más que siempre tuve el ímpetu de ir para adelante.
-Ese coraje que siempre te caracterizó, ¿fue decisivo en tu vida?
-Creo que siempre está la voluntad y la decisión de lanzarte a cumplir tus sueños, pero también hay una mano invisible. Esa mano invisible es Dios o un ser que te acompaña y no te deja aflojar. Escuché más “no” que “sí” en el camino. Y yo en el fondo escuchaba el “sí”...
-¿Tus hijos no te han propuesto llevar tu vida al cine?
-(Ríe) A Sebastián, cuando le preguntan del tema, me doy cuenta de que va guardando datos, porque vivió la historia desde la intimidad. Siempre como que lo está guardando. Y Luisito valora mucho toda la historia, pero creo que lo están guardando, e inclusive cuando ya no esté, lo podrán plasmar de alguna manera. Como decir: “Nadie conoce la historia como yo y la voy a contar como a mí me parezca”. Pero yo no estoy atento a eso, sino que estoy atento a lo que es mi vida y las consecuencias de mi vida, que son ellos.
-¿Qué te mueve en la actualidad para continuar en la música?
-Creo que el día que no tenga las ganas de seguir haciendo cosas es cuando voy a darme cuenta de que me resigno ante la vida. Y soy como un torero, que estoy con la capa haciendo los pases para esperar el próximo toro. Me quiero sentir vivo todo el tiempo y eso es estar en actividad, en movimiento, tener proyectos, sueños. Tal vez un día empiece a ralentizar el paso y comience el momento de la reflexión. Y por suerte están los hijos, que continúan el camino, y también los nietos.
-Son un gran clan...
-(Ríe) Yo los veo y me doy cuenta de que heredaron el espíritu de no conformarse, de buscar ideas, de empujar. Por suerte hay una mezcla importante, porque también son reflexivos. Luisito es un chico muy cerebral y sensible.
-En "El Ángel", Luis te hace un homenaje y sobre todo con la versión de "La casa del sol naciente". ¿Sabías que había elegido ese tema para la película?
-No. Él no me lo dijo, pero me imagino que es una forma de rendir un homenaje, porque sobre todo esa canción es una versión libre que hago de la original. Es una versión un poco de la historia de mi vida. Quería decir un poco eso y Luis, sin que le explicara nada, se dio cuenta del porqué de esa canción.
-¿Seguís con el proyecto de montar un museo en tu casa de la infancia, en Lules (Tucumán)?
-Sí. De hecho, la casa fue declarada de interés provincial. Tengo un montón de cosas que irán a parar ahí. Será un museo el día de mañana, con cosas de mi carrera. Tal vez, la connotación de la precaridad del pueblo, esa casita, hasta lo que fue toda mi historia. Vamos a tratar de reunir la mayor cantidad de elementos para que la gente entienda cuál fue el punto de partida y adónde llegué.
-Desde hace tiempo pintás, ¿te animarías a montar una muestra con tus pinturas?
-Empecé a pintar por un gran amigo, Carlos Alonso (N. del R.: artista plástico mendocino, radicado en Unquillo, Córdoba), uno de los artistas plásticos y dibujantes más importantes. Lo conocí en los años ‘60 y él me hizo la tapa del disco “Un muchacho como yo”. Y ahí conocí a un ser humano maravilloso. Yo iba mucho al taller y tocaba la guitarra, tomábamos un vino, charlábamos, y es una amistad que continúa. Igual no me atrevería nunca a exponer, porque me moriría de vergüenza. Él nunca aceptó tener alumnos en su taller, pero cuando iba le insistía para que me enseñara. Y él se reía de lo que hacía. Y un poco empecé ahí, pero no me atrevo a mostrarle las pinturas. Sigo pintando, me gusta, pero lo hago para mí, me relaja. Tengo la escuela de acompañarlo a Carlos en el taller, en momentos emocionales y de altibajos, y ver que eso se iba reflejando en su obra. En mi casa tengo obras de él por todos lados.
-¿Está el proyecto de hacer una comedia musical con tu obra?
-No, siempre hay alguien que viene con una idea. Pero yo no me decido a hacerlo, porque escribir la historia ahora sería incompleta. Pueden hacer una comedia con música tuya, pero no es más que una parte de la historia. La comedia “Viva la vida” querían hacerla con mi obra y vida, pero ya es el título de una película y no tiene gracia. Tal vez algún día lo haga.
-¿Qué historia contarías?
-La generación del ‘60 siempre tiene esa curiosidad de contar cómo fue todo. Evidentemente nosotros convertimos la música en inglés, la convertimos al español, con altibajos, pero sos parte de una historia. Habrá una generación que se enterará de todo. Y también lo político que había en el medio, cómo se reivindicó a una clase social. O cómo un chico era mirado como cabecita negra en Buenos Aires. Toda una historia que tiene que ver con la sociedad, lo político, una época donde no había ídolos. Tiene cierta connotación política la música de los ‘60. La historia se va escribiendo sola y llegará un día en que se haga una lectura de esa época.
Encuentro entre la música y la tradición
La décimo sexta edición del Encuentro de las Naciones propone una grilla de artistas para todos los gustos. Comienza el viernes 18 de enero, a partir de las 22, con el show de Valeria Lynch, Los Campedrinos y Agapornis.
El sábado 19, luego de la fiesta departamental de la Vendimia, cerrará la jornada el concierto de Sergio Denis. Y para el domingo 20, Palito Ortega y Mano Arriba serán los artistas destacados para cerrar una edición del Encuentro de las Naciones que promete ser inolvidable.
La entrada será un envase de plástico para reciclar, que será utilizado en el programa ecológico Junín Punto Limpio. Además de la grilla de conciertos, los visitantes podrán disfrutar de los stands de comidas típicas y acercarse a la cultura de las colectividades.
La serie
Aunque se muestra esquivo en el tema, le deja el camino abierto a sus hijos, quienes según él, están guardando material para hacerla algún día.