La Vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, representó al Presidente Joe Biden el 28 de enero pasado en la asunción de Xiomara Castro, líder de la izquierda en Honduras, como nueva Presidenta del país.
Días antes, Biden realizó declaraciones sobre la región. Concretamente, criticó a Trump por haber “dedicado demasiado tiempo” a países como Venezuela, Argentina y Chile.
El Presidente estadounidense aclaró después que no se había referido a los tres países como si integraran una misma categoría, sino que lo había mencionado respecto a los esfuerzos diplomáticos que se habían realizado sobre ellos.
La declaración refleja la baja prioridad relativa que tiene la región para Washington, en momentos en que la crisis global, en la cual se registran conflictos simultáneos de Estados Unidos y sus aliados con Rusia, China e Irán, pone la atención fuera de América Latina.
De cualquier manera, la visión estadounidense de impedir la presencia militar rusa y limitar la económica de China, es el eje de esta política.
La Vicepresidenta de Estados Unidos todavía no ha encontrado un rol en la política exterior, como el que tuvo Biden con Obama. Pero se le ha encargado específicamente que se ocupe en las relaciones con México y Centroamérica, prioridad de la política exterior estadounidense por el tema de las migraciones.
En este contexto, adquiere significación para ella su presencia en Tegucigalpa. Además, Harris quiere adquirir un rol en la promoción política de la mujer en el ámbito global.
Xiomara Castro asume con una situación política interna muy compleja y frágil, que hoy pone en evidencia el tema de la “gobernabilidad” en el ámbito regional.
La legislatura hondureña tiene 128 legisladores. El nuevo bloque oficialista quedó con 61 (compuesto por 50 legisladores del partido de la nueva Presidenta, “Libre”, y 11 aliados), mientras que el bloque opositor quedó con 67.
El nuevo oficialismo eligió como Presidente del cuerpo a Luis Redondo. Pese a la ventaja de 6 legisladores del bloque de la nueva oposición, Xiomara Castro había acordado designar un Presidente afín en la Legislatura.
Pero después, 18 legisladores del Partido Libre cambiaron de posición y votaron para Presidente a Jorge Cálix, candidato de la nueva oposición.
En una situación confusa, se ha generado una crisis político-institucional, quedando la titular del Ejecutivo con sólo un tercio de la Legislatura y dos legisladores enfrentados que fueron elegidos como Presidentes del cuerpo.
Esto pone en evidencia un problema que se está generalizando en la región.
En Ecuador, Perú y Chile, los otros tres países con Presidentes elegidos en los últimos meses, los partidos de estos mandatarios tienen sólo una cuarta parte de los legisladores.
Esto es un fuerte desafío para la gobernabilidad, crítica en el caso de Pedro Castillo, el Presidente peruano; difícil para el ecuatoriano Guillermo Lasso, y una incógnita para el de Chile, Gabriel Boric.
En Honduras, la situación es aún más difícil incluso que en los tres casos precedentes, antes de que asuma la Presidenta.
Este fenómeno tiene que ver con la crisis de las estructuras políticas tradicionales por un lado, y el giro hacia la izquierda que se registra en los procesos electorales con pocas excepciones, como la de Ecuador.
En cuanto al giro a la izquierda, se confirmará en las próximas elecciones presidenciales de Colombia y Brasil.
En el primer país, la elección tiene lugar en mayo. Desde hace más de un año las encuestas ubican en primer lugar a Gustavo Petro, el candidato de la izquierda que perdió la segunda vuelta cuatro años atrás. El candidato del centro, Sergio Fajardo, está logrando convertirse en una opción competitiva, mientras que en la derecha todavía no hay un candidato que la unifique. Lo único cierto es que Petro estará en la segunda vuelta.
En Brasil, que realiza la elección en octubre, Lula -primero en todas las encuestas con clara ventaja- está consolidando un giro hacia el centro con las conversaciones con el ex candidato de centroderecha, Geraldo Alkim, para hacerlo su compañero de fórmula. Esta situación está generando resistencias en la militancia del PT, el partido de Lula, quien piensa neutralizarlas buscando el apoyo de los gobernadores.
El ex Presidente parece convencido de que enfrentando a Bolsonaro, puede ganar sumando al electorado de centro.
En cuanto a la elección presidencial de Costa Rica, que se realiza en el presente mes de febrero, puede ser una excepción al giro a la izquierda que se está dando.
En cuanto al nuevo gobierno chileno, Gabriel Boric ha constituido un gabinete de centroizquierda que ha generado consenso en los sectores moderados de la política chilena y críticas en los más radicalizados de su propia coalición.
En conclusión: la asunción de Xiomara Castro en Honduras da una oportunidad a la Vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, para expresar la política de su gobierno respecto a la región; la crisis institucional con la cual asume Castro, revela que la gobernabilidad y los congresos divididos son un problema creciente y el giro hacia la izquierda en los procesos electorales latinoamericanos es la tendencia general con pocas excepciones, como las de Ecuador y Costa Rica.
*El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría