Ucrania: las guerras dentro de la guerra

La invasión a Ucrania encontró un panorama diferente al calculado por Putin de instalar en Kiev un régimen títere.

Ucrania: las guerras dentro de la guerra
La invasión a Ucrania encontró un panorama diferente al calculado por Putin de instalar en Kiev un régimen títere.

Es difícil saber si las señales optimistas que emitieron las negociaciones en Estambul son las que muestran el trayecto de conflicto, o si son los movimientos que ocurren en el escenario bélico los que señalan ese rumbo. En lo general, el mundo consume los relatos que elaboran los servicios de inteligencia de las potencias enfrentadas. Y a esa batalla de información parecen estarla ganando la CIA y el MI-6 (inteligencia exterior británica).

Aún desconfiando de la información recibida, la invasión a Ucrania encontró un panorama diferente al calculado por Putin y eso complicó su plan de ocupar Kiev para instalar un régimen títere, mientras se amputa el Este creando “estados independientes” y anexando el resto a Rusia.

La suma de las señales alentadoras que emitió la negociación en Estambul y las confusas señales que emiten las acciones militares, da como resultado un punto de inflexión. Lo que aún resulta indescifrable es si la inflexión apuntará hacia una reformulación de los objetivos inicialmente planteados por Putin, resignando metas para concentrarse en la conquista de la región del Donbás; hacia una desescalada que busque poner fin al conflicto; o si el Kremlin está “reseteando” la operación para superar sus estancamientos y relanzarla hacia las primeras metas planteadas: ocupar Kiev para convertir a Ucrania en satélite de Moscú y amputarle al menos la tercera parte del territorio.

Una negociación puede abordarse con la intención de finalizar un conflicto, o con el objetivo inconfesable de continuar la guerra por otros medios. ¿Se resignó el ejército ruso a que Kiev y otras grandes ciudades son inexpugnables y, por ende, no podrá imponer a Ucrania el régimen títere que pretendía? ¿o sólo aceptó que los asaltos fallidos a la capital y otras urbes estaban mal calculados, mal planificados y mal ejecutados, por lo que necesita replegar sus tropas para reagruparlas y reequiparlas con el objetivo de volver a la carga? El hecho de que, además de fracasar en la toma de Kiev, al ejército ruso le cueste tanto ingresar y controlar Jarkiv, ciudad que está en el Este, tiene como primer idioma al ruso y vínculos sociales y económicos frondosos con Rusia, debe ser suficiente para que Moscú acepte que debe replantearse todo.

Es posible que las aparecidas en Estambul fueran señales ciertas de voluntad negociadora, pero más bien parecen estratagemas para lograr efímeras calmas que permitan reposicionamientos de fuerzas o forzar división en el bloque euro-americano.

Si resigna metas del plan original, se concentrará en retener la totalidad de Donbás por las riquezas mineras que tiene, entre las que se destaca una altamente estratégica: el litio, mineral cuyo valor crecerá de manera directamente proporcional al crecimiento en la producción de autos eléctricos (cuyas baterías utilizan litio) para reemplazar a los autos que funcionan con hidrocarburos.

Pero antes de concentrarse sólo en la región minera del Este, el ejército ruso intentará conectarla territorialmente mediante un corredor con la península de Crimea, para lo cual necesita la conquista de Mariúpol y dejar a Ucrania sin salida al Mar de Azov.

Además, hay otras guerras que se libran dentro de este conflicto. Una es la guerra económica que le plantearon a Rusia las potencias de Occidente procurando la caída de Vladimir Putin, y otra es la guerra sobre el escenario de la opinión pública mundial, en la que tiene un valor estratégico la imagen de los líderes enfrentados.

Por eso fue tan grave que Donald Trump apareciera públicamente señalándole al líder ruso un flanco donde atacar al presidente de Estados Unidos, que está jugando un rol protagónico en proporcionar ayuda económica y militar a Ucrania y en la guerra económica de las potencias de Occidente contra Rusia para destruir su agresivo régimen.

En la antesala de la campaña electoral, Trump apretó personalmente a Volodimir Zelensky para que hiciera revelaciones sobre Hunter Biden que dañaran la campaña electoral de su padre, el candidato demócrata que finalmente se impuso en las urnas. El magnate neoyorquino no consiguió lo que buscaba extorsionando a Zelensky con una ayuda económica que era crucial para Ucrania. Y ahora le pide lo mismo al jefe del Kremlin.

La diferencia es que, en este caso, no se trata de una presión extorsiva, sino de un favor estratégico: le avisó al actual archi-enemigo de Estados Unidos y la OTAN cual era el flanco débil al que debe apuntar y le alcanzó la munición.

Putin añadió esa munición a su arsenal de acusaciones contra Kiev y contra Washington, diciendo que el hijo de Joe Biden medió en la supuesta instalación de establecimientos secretos para producir armas químicas y biológicas en Ucrania.

Más que un juego sucio contra sus adversarios políticos, lo que hizo Trump parece una traición perpetrada de manera pública.

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