A Sergio Massa hay que reconocerle sus dotes de ilusionista. No sólo expresa desde el viernes la unidad del peronismo nacional y una posibilidad más cierta de dar pelea en la elección presidencial, pese a todo lo ocurre con la economía, siempre a punto de estallar. Su nominación también ha hecho creer en la franquicia mendocina del PJ que logrará lo que nadie había podido en este año electoral: amalgamar el agua y el aceite. Y a la vez insuflar optimismo a dirigentes y militantes superados por el presente gris.
En apenas 24 horas, dejó de asustar la sombra del tercer puesto en la Nación que muchos creían posible hasta el viernes mismo con las fórmulas que estaban en competencia. Como si Daniel Scioli, en el mismo acto de declinar su postulación, hubiese transmitido al resto su “fe y esperanza” infinitas.
Lo más importante para los peronistas de Mendoza es que creen que el “efecto Massa” puede ayudarles a remontar el humillante tercer puesto que supieron conseguir hace dos semanas en las primarias provinciales.
La candidatura de Wado De Pedro no entusiasmó a nadie en nuestra provincia. De hecho, el jueves sólo hubo tuits de felicitaciones para él de parte de Anabel Fernández Sagasti y de la fórmula para la gobernación, Omar Parisi y Lucas Ilardo. Los tres debieron el viernes borrar y volver a escribir para aplaudir al binomio Massa-Rossi. Sapos que obliga a tragar la política.
Tal vez el mejor síntoma de cambio de ánimo, hasta que la realidad demuestre lo contrario, lo exhibieron los intendentes no kirchneristas. De desentenderse de la suerte del PJ en la provincia y no mostrar interés por una diputación nacional, pasaron a pujar disimuladamente (y no tanto) entre ellos para encabezar la lista.
Ese giro se produjo apenas se confirmó que si aceptaban la oferta de Fernández Sagasti no deberían compartir la boleta con la fórmula Wado de Pedro-Juan Manzur.
Martín Aveiro (Tunuyán) ya venía encaminado para liderar, pero apareció Roberto Righi (Lavalle) queriendo ser. Emir Félix (San Rafael) dudó en algún momento, pero finalmente ratificó su “no” por razones de salud.
Igual, la demora en confirmar la lista se extendió demasiado. Con Aveiro primero, el tercer lugar que le ofrecieron no convenció a Guillermo Carmona. Y el tironeo estiró todo hasta el hartazgo. Al punto de hacer creer a algunos que el “efecto Massa” había desaparecido tan rápido como el humo.
“Nos perdimos la posibilidad de instalar la lista el sábado, además de mostrar unidad y llevar confianza a los compañeros. De dar un poquito de certidumbre y parecer algo normales”, se lamentaba sobre el final de la larga jornada uno de los dirigentes que milita y piensa el peronismo. En esos arrebatos de decepción que lo embargan suele ponerle a su partido un calificativo preciso: amateur.
El “gesto” de la senadora nacional de ofrecer la cabeza de lista a sus rivales internos y guardarse el segundo para uno de los suyos (Amalia Granata) es una manera de socializar la segura derrota. Así compensaría la que sufrirá “su” fórmula provincial cuando deba dirimir la contienda final por la gobernación.
“La postulación de Wado era casi tan mala como la de Parisi”, soltó entre risas un peronista que obviamente no está encolumnado con el cristikirchnerismo. A veces son muy hirientes los compañeros.
“La nueva fórmula le hace bien al peronismo de Mendoza, Activa a Stevanato por su vínculo con Massa, activa al Emir por Massa también, activa a Carmona por Rossi. Y un peronismo fortalecido puede dejar mejor parados después de la PASO presidencial a Parisi e Ilardo”. Las ventajas las enumera un esperanzado dirigente vinculado a la conducción partidaria. El tiempo dirá si acierta.
Todo lo que el peronismo ambiciona ganar por el empujón que puedan darle las primarias nacionales se lo pretende sacar a Omar de Marchi. A él ansían superar, el que les arrebató el cómodo segundo puesto que venían ostentando sin pausa desde 2013.
El PJ sabe que tiene en la abstención nacional de La Unión Mendocina (LUM) una ventaja que lo ayudará a reposicionarse. Más si Massa recupera el electorado peronista indiferente y supera en la provincia el 30%.
De Marchi y los suyos se autoexcluyeron de la competencia y deberán participar como observadores en la campaña previa a las primarias del 13 de agosto. Por supuesto, buscarán no quedar fuera de las cámaras, pero el debate público los excederá.
Tal vez una muestra de ello la haya tenido el viernes. Mientras el país miraba la resolución del culebrón peronista, con nombres que caían y subían, el candidato a gobernador intentaba aferrarse a la agenda provincial e insistía con sus acusaciones contra Cambia Mendoza por la “persecución” a Daniel Orozco y la agresión a Janina Ortiz. La coyuntura lo superó.
La heterogeneidad de los dirigentes de LUM les permitiría estar alineados con varias de las fórmulas que competirán, excepto las de izquierda. Desde Rodríguez Larreta a Massa. Pero el frente quedó preso de su alcance sólo provincial. Algo así como el Partido Demócrata en 1999, que no llevaba lista presidencial, aunque ahora son elecciones desdobladas.
Sólo dos de sus miembros, el PD y los libertarios, sí serán parte, con postulantes a diputados, de la puja nacional. Acompañan a Javier Milei, el candidato que apuntaba a ser la sorpresa y hoy es una incógnita por sus errores. Habrá que ver qué hace el resto.
Reordenados
A diferencia del PJ, el oficialismo provincial se mostró alineado en la resolución de su lista nacional “de unidad”. Tres radicales de tres sectores distintos en los lugares “entrables”. Dos del Pro, uno de Patricia Bullrich y otro de Horacio Rodríguez Larreta, en puestos de menor relevancia. Así, construyó lo que denominaron la “Y”. Dos listas presidenciales con la misma nómina legislativa, pese a cierta resistencia de Gerardo Morales, el precandidato a vicepresidente larretista.
Así evitan las disputas fratricidas. También las definiciones anticipadas.
En Mendoza, además, a Rodríguez Larreta se le fueron todos sus seguidores con De Marchi, su embajador local. Sin él, quedó sin soldados de peso. Todos saben a Alfredo Cornejo alineado con Bullrich. Y con el candidato a gobernador está encolumnada la mayoría del radicalismo.
Es cierto que Rodolfo Suárez siente más cercanía con el jefe de Gobierno porteño. Pero nadie se imagina al Gobernador encabezando un acto de rebeldía de la magnitud que implica armar una lista contra el cornejismo.
Otro que podría haberse embanderado con Rodríguez Larreta es Julio Cobos, sobre todo por su amistad con Morales y su decisión de estar siempre en la vereda de enfrente de Cornejo. De hecho, cobijó al presidente de la UCR en su casa cuando muchos correligionarios se fotografiaban con Bullrich en la Vendimia.
Pero entre el amigo y el discípulo, esta vez el ex vicepresidente se inclina por su “pollo”. Luis Petri fue primero la sorpresa mendocina, por su buena elección pese a la derrota ante Cornejo. Diez días después, fue sorpresa nacional cuando fue anunciado como vice de Bullrich.
La presencia del ex diputado nacional en la fórmula se la adjudican en el oficialismo local a la influencia de Cornejo. Pero varios reclaman la paternidad, al menos de la idea. A Cobos, principal respaldo de Petri, le adjudican la sugerencia y una triangulación a través de Federico Pinedo.
Como sea, el protagonismo nacional de Petri puede jugar a favor de Cornejo, al menos hasta las PASO de agosto. Ni hablar si termina ganando la interna. Así, el candidato a gobernador se asegura hacer campaña con la nueva estrella política.
Algunas ausencias en la lista presentada dejan entrever a la vez el futuro gabinete de Cornejo, si gana. Tadeo García Zalazar era el apuntado para estar al frente de los diputados, pero prefiere construir poder desde el Gobierno. A Jimena Latorre, otra mencionada, también le asignan un lugar en el equipo de gobierno.
Sí está claro que los nombres elegidos reflejan el nuevo reparto del poder radical. Y algunas rarezas. El Gobernador tuvo que conformarse con el tercer lugar para un ministro (Víctor Ibáñez) que sólo será electo si hacen una gran elección. Cornejo a su vez tuvo que ceder a Petri (y Cobos) el segundo espacio para Patricia Giménez. Y se reservó para sí el primero, con Lisandro Nieri, otro nombre que pensaba para su gabinete, pero que prefiere tener en el Congreso que debatirá el destino nacional desde diciembre.