Dos metas: arreglar y hacer caminos

Hay que tratar de que Mendoza no decaiga en su red caminera, que fue un orgullo provincial en otras épocas. Hay que tratar por todos los medios de mejorar las vías de comunicación existentes y hacer las que nos faltan.

Imagen ilustrativa / Archivo
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Las recientes declaraciones del nuevo jefe distrital de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV), ingeniero Guillermo Amstutz, sobre la posibilidad de hacer obras viales en la jurisdicción, no despiertan mucha esperanza porque el funcionario admite que hay proyectos pero poca plata para ellos.

Sin embargo, mejor que hacer falsas promesas para Mendoza, es enfrentar los hechos y ponerlos sobre la mesa sin otras especulaciones.

Mendoza ha sido pionera en materia de buenas vías de comunicación terrestre en general y, si aun no perdió esa condición totalmente, hay muchas rutas, troncales y secundarias, que se encuentran mal, con diferentes fallas en su base de rodamiento.

Vialidad Nacional tiene responsabilidad en su jurisdicción, principalmente las rutas 7 y 40, y otras en el sur provincial, pero resulta interesante que las dos vialidades pudieran trabajar en permanente contacto y relación, como el propio jefe distrital lo reconoció, haciendo referencia al arreglo del puente del arroyo Los Chañares, en la 40, Tunuyán. El hecho es que tenemos un panorama no propicio, de regular para abajo en el mejor de los casos, en diferentes recorridos, especialmente entre el monumento al Cóndor y Desaguadero (La Paz), eje estratégico por el volumen de tráfico de carga que se desplaza por allí.

Una gran obra, que suponemos se inaugurará pronto, es la llamada variante Palmira-Agrelo, que el funcionario nacional describe como la más importante en este momento. Un emprendimiento muy esperado porque sacará un volumen destacado de tráfico pesado de la 7 y un tramo de la 40, en su desplazamiento hacia Chile y viceversa.

Más habrá que esperar en cambio por la doble vía a San Juan, un trabajo muy retrasado, y por el momento solo con expectativas para cubrir la extensión que media entre el aeropuerto Francisco J. Gabrielli y el cruce de la 40 con el ingreso a Lavalle.

En el mismo plano de necesidad ponemos las mejoras que necesita la RN 7, entre el sitio donde se emplazan las cárceles, en Campo Cacheuta y la localidad de Potrerillos.

Tomando palabras del funcionario mendocino al frente del área local de la DNV, un anhelo sureño es seguir potenciando la RN 40 sur y llegar de una vez por todas desde Malargüe al río Barrancas, límite natural entre Mendoza y Neuquén.

Como la caja de aportes de partidas presupuestarias para obras que necesita Mendoza no es de lo más generosa, el mendocino espera soluciones de la mano del entendimiento y la colaboración mutua de las 2 reparticiones viales: la DPV y la DNV, en el cometido común de mantener y mejorar la carpeta asfáltica provincial.

Hay que insistir en que Mendoza tuvo fama y acreditó poseer una red vial bien desarrollada y mantenida por los dos organismos citados en sus jurisdicciones, y en muchos casos también con el aporte de los municipios.

Por lo tanto, se debe hacer todo lo posible para recuperar esa característica de una provincia con buena red de rutas y calles, aprovechando al máximo los recursos disponibles y los que puedan llegar.

Asimismo, repetimos que muchas roturas de asfaltos se deben a la circulación de enormes transportes con cargas que superan las medidas permitidas. Esa situación, denunciada repetidamente por este diario, debe ser corregida en el horizonte mediato.

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