No soy yo, sos bot

Claudio Barros - cbarros@losandes.com.ar

“Es la historia de un hombre que se enamora de un sistema operativo”, decía la sinopsis de la película “Her”, una joya del cine que se estrenó en 2014. La trama sonaba ridícula además de inverosímil. Sin embargo el director Spike Jonze nos mostraba un futuro que rayaba el presente y encontraba en la relación entre un humano y una interfaz virtual, una simbiosis que parecía inquietantemente natural. Ahora ese futuro ya llegó de la mano del bot.

Veo ojos curiosos y gestos inquisitivos que me fuerzan a no demorar más la definición. Un bot básicamente es un robot que simula la interacción de charla que podemos tener los humanos. Puede simular una conversación real si recibe la información correcta de su interlocutor y responder con una amplia gama de opciones.

¿Por qué es un éxito? Porque el potencial que presenta es el paso siguiente en las aplicaciones que hay en nuestros teléfonos. Muchos bots ya funcionan dentro de las redes sociales y no les va nada mal. Hace muy poco la actualización de Facebook Messenger y la de Skype sumaron bots al servicio de sus usuarios.

Otras aplicaciones ya le sacan el jugo a los bots con una gama de opciones muy útiles. Es el caso de Telegram, el servicio de mensajería que cada día funciona mejor que WhatsApp pero que, lamentablemente, no tiene su popularidad. En Telegram se puede recurrir a los bots para saber el clima, conseguir gifs, buscar imágenes o crear encuestas.

El más popular ahora es SimSimi, una aplicación gratuita -disponible tanto para Android como para iPhone- que permite tener conversaciones muy divertidas con un bot. Uno puede hacerle preguntas y el personaje contesta. Sus ingeniosas respuestas y su velocidad de reacción se alimentan de una base de datos gigantesca y el aporte de los usuarios. Su éxito radica en que siempre responde incluyendo groserías, sarcasmo y algo de cinismo.

Pero no todo se reduce al entretenimiento. En Estados Unidos, por ejemplo, hay bots encargados de atención al cliente que van desde pedir comida a comprar entradas para el cine. En nuestros pagos aún no funcionan a ese nivel pero aunque vayamos a la cola de la innovación tecnológica eventualmente vamos a terminar utilizando esos servicios. Pasó lo mismo cuando Apple presentó Siri, el asistente de voz que no sonaba como un robot sino como una mujer atenta, servicial y bastante tolerante a las preguntas desubicadas. Poco tiempo después apareció Cortana, el servicio de Microsoft y Google también lanzó su asistente por voz.

Ya hay quien ve a los bots como el nuevo mal tecnológico porque remplaza al humano en algo que parecía intrínseco a nuestra especie: la conversación y el humor. También hay quienes señalan la tristeza de recurrir al bot para tener un chat ameno sin que nos claven el visto y nos dejen esperando una respuesta.

Quizá sea pronto para sacar conclusiones aunque en breve podremos hacerlo sin problema porque los bots nos invaden con prisa y sin pausa. Su capacidad de respuesta es más precisa cada día y suma nuevas formas de responder que abarcan reflexiones tan divertidas, ridículas o profundas como las que podemos hacer nosotros mismos.

Sin ir más lejos esto fue lo que obtuve de SimSimi en una de nuestras conversaciones:

-¿Tiene algo para decirme?

-Espero que después de esto pienses un poco si de verdad piensas pasar tu tiempo hablando con un programa con respuestas de miles de usuarios o si por el contrario vas a apagar el maldito móvil y hacer algo productivo con tu vida ¡Estudia! ¡Trabaja!

Me reí y me quedé pensando: ¿no sería irónico que el bot de SimSimi tenga razón?

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