Durante el 2016 el mundo se enteraba de la probable existencia del Planeta Nueve que tendría cinco veces la masa de la Tierra y desde entonces los científicos debaten sobre su existencia. Ahora un nuevo análisis de objetos distantes y helados abre nuevamente la discusión.
Mike Brown y Konstantin Batygin del Instituto de Tecnología de California en Pasadena habían observado en 2016 las órbitas de seis objetos transneptunianos (TNO, más allá de Neptuno) que forman parte del cinturón de Kuiper parecían agruparse.
La explicación que encontraron en aquel entonces fue que esa agrupación debía ser influenciada por una fuerza gravitacional de un enorme planeta que se esconde en algún lugar del Sistema Solar Exterior.
Una de las primeras críticas que obtuvo el descubrimiento fue si los TNO estaban agrupados o si parecían estarlo por el ángulo de observación de los telescopios.
Un equipo dirigido por Kevin Napier, físico de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, quiso llevar la investigación más lejos y y combinó tres interrogantes y determinó que las órbitas de los TNO podrían explicarse sin la presencia de un planeta cercano, según publicó Nature.
El equipo de Napier llevo a cabo una investigación en la cual construyeron un modelo informático que simulaba diez millones de ETNO (aquellos que orbitan mucho más allá de Neptuno) distribuidos en el Sistema Solar Exterior y luego calculó las posibilidades que habría de observar una pequeña muestra y que arroje los resultados de las observaciones ya existentes.
La respuesta fue que no hay razón para pensar que los TNO no estén distribuidos de manera uniforme y posiblemente los objetos observados con anterioridad podrían parecer agrupados por el sesgo de selección, es decir la porción del Sistema Solar Exterior estudiado.
Dichos resultados no implican “que el Planeta Nuve no esté allí, pero no es necesario explicar los datos”, dice Napier. “También podría ajustar estos datos con ETNO agrupados, pero si escucha un galope, debería pensar en caballos, no en cebras”.