¿Cómo contar aquello que nos ha atravesado de manera definitiva? ¿Cómo volverse observador de la historia siendo testigo en presente? ¿Cómo vivirla, palpitarla, sentirnos parte y a la vez indagadores?
Esta improbable posibilidad de apropiarnos del pasado de otros -que moldeó nuestro presente-, como si hubiésemos sido los protagonistas ocultos de los hechos, es el placer que nos regala en cada tramo de su narración Miguel Vitagliano con “Enterrados”, el libro que Edhasa acaba de publicar en su colección “Edhasa Literaria”.
Primero contar que Miguel es un experto en los juegos literarios y ensayísticos; prolífico en sus invitaciones a horadar las páginas en busca de la pulpa sabrosa de sus tramas e ideas.
Pero aquí nos convoca “Enterrados”: la historia de un hombre que los escombros de una demolición en la que quedó atrapado, deja correr sus pensamientos para eludir su catástrofe. Y en ese divagar, conecta con el Infierno del Dante que lo llevará directo hacia la historia de su traductor en nuestro país del XIX: Bartolomé Mitre.
De ahí a la cama tibia del prócer, en la que su mujer intenta retenerlo o a la Guerra del Paraguay y sus consecuencias, hay un pensamiento desesperado de por medio: el del que enterrado espera su destino, y el del lector que devora esos desvaríos como pasos de una bacanal literaria.
La fuerza narrativa y la naturalidad con la que viajamos por este libro movilizó a la charla con su autor. Queríamos saber más y él, generoso, responde:
-¿Cómo surgió esa maravillosa idea de jugar con la idea del "entierro" de la historia, de los personajes, de las tramas de tu novela?
-El punto de apoyo, o de entierro, fue "La Divina Comedia", especialmente teniendo en cuenta que Bartolomé Mitre hizo una traducción del poema de Dante que publicó a fines del XIX.
Es decir, el ex presidente de la república, historiador, periodista, militar y poeta, tradujo "La Divina Comedia" convencido de que era un gesto que vinculaba la nueva historia Argentina con la nueva historia de Italia.
Así como Dante elegía como guía a Virgilio para moverse por el mundo de ultratumba, la cultura Argentina podía elegir a "La Divina Comedia" como guía en el mundo moderno por venir.
Elegir un guía implicaba también una manera de cómo el discípulo quería verse a sí mismo: un país joven que destilaba nuevas inflexiones en la lengua y que Mitre proponía en paridad con el toscano y con toda esa región que había sido la cuna del Renacimiento y las transformaciones políticas que estaban en las bases de los cambios de la Italia moderna.
Por supuesto que esa traducción adquiere dimensiones significativas al considerar, puntualmente, dos aspectos. Que Mitre fue un autor decisivo para la historiografía argentina, y que como presidente (1862-1868) condujo la guerra más cruenta que conoció América Latina, la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870).
Hay un mito que no deja de circular y es que Mitre tradujo parte de La Comedia en el campo de batalla. Es un mito. Mitre no quería ni pensar en el poema en esas circunstancias, lo que quería era salir de ese infierno que él, en buena medida, había creado.
- "Enterrados" es un libro apasionante en el tránsito porque todo el tiempo el lector se siente "en vilo" en el límite entre la ficción y la no ficción, entre la historia novelada y la novela. ¿Cómo fue gestándose esa arquitectura narrativa?
- La arquitectura de la novela tiene mucho de "La Divina Comedia". En el poema de Dante nos encontramos con personajes históricos y con héroes de la literatura, y personalidades de tiempos remotos junto a otras que pertenecen al propio tiempo del poeta y, en algunos casos, hasta sus amigos.
En "Enterrados" sucede algo análogo, están Mitre y Delfina Mitre, Solano López y Elisa Lynch, pero también Flaubert y López Rega, Char, Warburg, Burucúa, René Girard, Ciocchini, Eva Perón, Mao, Borges, David Viñas, Guevara, y compañeros de mi generación, como Dardo Scavino y Aníbal Jarkowski.
"Enterrados" no busca ser una novela histórica, es una novela. No pretende mostrar “secretos ocultos” de la historia, en todo caso muestra cómo lo que llamamos realidad está atravesado por la ficción. No es.
- ¿Qué opinión personal tenés respecto de los protagonistas históricos de tu libro y cómo ella, Elisa Lynch, se entrelaza en tu prosa?
-El personaje de Elisa Lynch me interesó por sus contrastes. Una mujer irlandesa, casada muy joven con un francés, que vive en Argelia, después en París, sola y separada, y que termina convirtiéndose en la heroína de una guerra y de un país, el Paraguay, del que poco antes ignoraba hasta su existencia.
Una mujer lectora, que “se hace a sí misma” entre una heroína de George Sand y otra de Flaubert. Pero también está Delfina Mitre, madre de seis hijos, que es una intelectual silenciada por su esposo.
Y Mitre, que encuentra en ella a su donna angelicata, su Beatrice, y a la que desencuentra entre las imágenes de Elisa, que tanto se parece a las heroínas de las novelas que él admira.
- ¿Por qué decidiste abordar ese tramo de la historia argentina? ¿por qué desde esa mujer?
-También por los contrastes. La Guerra de la Triple definió el rumbo hacia la modernidad de tres países de la región -Argentina, Brasil y Uruguay- y la condena de un país, el Paraguay, al atraso. Un siglo después eso cuatros países van a fundar el Mercosur. Y sin embargo, poco y nada conocemos de esa guerra; es más, en Argentina se la suele llamar “La Guerra del Paraguay”, como si fuera un desastre ajeno.
Aun hacia fines de la década del 20, cuando Manuel Gálvez publicó su trilogía sobre la guerra, se seguía diciendo que Elisa Lynch era la causante de la guerra, que había hechizado al Mariscal López, ofendida por lo que decían de ella los diarios de Buenos Aires. Los contrastes, dicho sea de paso, estaban en el centro de "La Divina Comedia" porque ni los temas ni los personajes eran todos exclusivamente “elevados”.
- ¿Cómo fue el proceso de investigación para poder entregarnos esos personajes tan vívidos, tan realistas?
-Extenso y muy disfrutable. Me alegra que tenga esa opinión de los personajes, en la novela hay un esfuerzo para mostrarlos con sus contradicciones, si me permite decirlo: para arrancarlos de sus imágenes de piedra.
- ¿Qué relación tiene esta novela con tus otras obras anteriores?
-En cada proyecto me ilusiona hacer algo distinto. Es una pretensión que no creo cumplir. En mi primera novela ya estaba Flaubert dando vueltas y personajes transformados por los libros. ¿El poder de la ficción? Tal vez.
Miguel sigue empeñado en hacernos navegar naturalmente, como peces, por ese océano de historias y consecuencias que nos atañen. “Estoy trabajando en una novela que tiene como protagonistas a Hudson y Conrad, y que se mueve desde nuestra pampa a Londres, en barcos y pájaros”. Nosotros, queremos zarpar.