Mary Poppin s cantaba sobre la ayuda de una cucharadita de azúcar, pero en el medio siglo desde que la original "Mary Poppins" debutó hemos aprendido mucho sobre este endulzante refinado y, en general, no han sido buenas noticias.
Los doctores nos dicen que puede llevar a la obesidad, a problemas cardíacos y a todo tipo de males para la salud. Pero seamos honestos: un poco de azúcar (o bueno, toda una cucharada) es lo que necesitamos, si no por salud, al menos por felicidad. Así que son noticias dulces que "Mary Poppins Returns" ("El regreso de Mary Poppins"), una secuela que tardó 54 años en llegar, nos dé esa cantidad de felicidad en la forma de Emily Blunt, quien resulta prácticamente perfecta en todos los sentidos como heredera de Julie Andrews. "¡Spit spot!", "¡Pish Posh!", "¡Jigetty Jog!", todas estas expresiones estilo Poppins salen sin esfuerzo de la boca de Blunt en esta secuela, que llega hoy a las salas argentinas.
Tampoco es sencillo darse cuenta que uno dice "prácticamente perfecta en todos los sentidos", pues sentimos que traicionamos a Andews: la calidez de Blunt y su encanto brillan. Claro que puede cantar y bailar con personajes vivos y animados. Y es graciosa: basta con ver su indignación cuando un niño le pregunta cuánto pesa. Pero también puede cambiar rápidamente y mostrar esa firmeza de acero de Poppins, que da esa sensación de que en una crisis sabe exactamente lo que se tiene que hacer y todos los demás se tienen que hacer a un lado.
Pero hay otras buenas noticias: No sólo Blunt muestra sus mejores habilidades en esta deliciosa cinta del director Rob Marshall, pues hay un gran equipo de artistas dedicados a honrar a un clásico que había quedado desgastado con el tiempo y a encontrar algo nuevo qué decir.
Los efectos visuales son encantadores, de las pinturas de óleo en los créditos al inicio a una feria llena de globos al final y los vestuarios de Sandy Powell son fabulosos, especialmente los rojos y azules, así como las rayas y lunares que adornan a Mary, además de la ropa en colores pastel que Mary, Jack y los niños Banks usan en la escena principal mezclando actuaciones reales y animación: ¡literalmente fueron pintados a mano!
El poder estelar de Blunt está complementado con atractivos giros de Lin-Manuel Miranda en el papel de Jack, un alegre farolero que alguna vez trabajó para Bert el limpiador de chimeneas (Dick Van Dyke), Ben Whisham y Emily Mortimer son los hijos mayores de los Banks, Colin Firth es el jefe de un banco, y por si faltara poco Meryl Streep es la prima de Europa del Este de Mary, Topsy. Pero hay una cereza encima de la cereza del pastel: un cameo del propio Van Dyke, quien actuó en la cinta original y se mantiene fresco a sus 92 años. Su participación es la cumbre emocional de la película, incluso antes de que empiece a mover los dedos de los pies.
La historia transcurre en la Londres de la época de la Gran Depresión, donde un viudo (Michael) vive con sus tres hijos en el número 17 de Cherry Tree Lane, pero tiene problemas para mantenerse a flote. Su hermana Jane, una líder laboral, vive en un departamento al otro lado de la ciudad.
Cuando arranca la película Michael se entera de que está atrasado en los pagos de su hipoteca, y el banco quiere quitarle la casa. Tiene cinco días para encontrar pruebas de que su padre era accionista, lo que podría ayudarle a salvar la casa. En su búsqueda desesperada encuentra un viejo cometa, pero lo tira a la basura. Por suerte es un día con viento y ¿quién llega volando con el cometa? Sí, Mary, quien emerge del cielo con su bolso sin fondo y su sombrilla. "Es maravilloso verte", exclaman impactados Michael y Jane. "Así es", les responde Mary. Y así de sencillo Mary se vuelve a deslizar por el barandal de las escaleras. Lo primero que hace para poner en orden la casa: el baño de los niños, que se convierte en una aventura que los lleva por el drenaje al mar, con todo y delfines voladores.
"Can You Imagine That?" canta Mary en uno de los temas cautivadores de Marc Shaiman y Scott Wittman. También hay una canción triste: "The Place Where Lost Things Go", sobre la pérdida, y la enérgica canción de Streep "Turning Turtle", así como la interpretación estridente "A Cover is Not the Book". Cada canción tiene su antecedente espiritual en la película original, incluyendo el número de baile de los faroleros, "Trip a Little Light Fantastic", que recuerda a otra conocida. En el caso de Miranda, a pesar de que el papel podría haber tenido más antecedentes, su presencia inyecta un tono cálido y brillante ante la era gris de la Gran Depresión en Londres.
Además el acento londinense de este actor de origen puertorriqueño resulta mejor que el de su predecesor y es agradable que pueda rapear un poco en la secuencia de fantasía animada como lo hizo Van Dyke. Quizá no hace falta explicar más. Después de todo, como lo dice Jack, "Mary Poppins nunca explica nada". ¿Quién sabe si la volveremos a ver? En todo caso, ojalá vuelva a ser Emily Blunt.