Luis Alberto Romero estará en Mendoza. El reconocido historiador dará el presente en la Universidad Nacional de Cuyo y antes de desembarcar en la provincia dialogó con Los Andes para anticipar lo que será su charla, que tendrá como foco el Estado y democracia en la Argentina contemporánea.
En tiempos turbulentos, Romero reflexionó sobre la situación del país, haciendo foco en los hechos sucedidos durante el siglo XX que terminan desembocando en el estado de crisis actual. Y ahondando sobre el deterioro de las instituciones, de la gestión y de la ética.
“No son reflexiones sobre la coyuntura, es decir, no pretendo explicar qué pasa con el dólar, pero sí los términos de la crisis argentina, que rastreo desde los comienzos del siglo veinte”, indicó Romero, doctor honoris causa por la Universidad Nacional de San Juan. “Intentaremos ver, quizás, por donde pasa la salida”, agrega.
Romero explicó que un Estado potente ha sido la principal herramienta en la construcción de la “Argentina moderna”.
El estado potente
-¿Qué se entiende por estado potente?
-Eso se refiere a la primera fase, que arranca a finales del siglo XIX con muchos problemas y se prolonga hasta la década de 1960. Trata de ser una palabra que no toma partido, sino que señala que el Estado le permitía a los gobernantes lanzar políticas que podían sostenerse en el largo tiempo.
Tanto en la ley de Educación de 1880 como en la reestructuración económica que se hace en la década de 1930 y duró hasta los 90. Es esa capacidad del Estado para intervenir y trascender un gobierno para ir más lejos. Esto se perdió en los últimos 50 años.
¿Hoy el contexto permite que vuelva un Estado así?
-No es un buen día para decirlo, pero es la única alternativa. El Estado es la herramienta de los gobiernos; si esta herramienta no funciona, no hay programa o buena voluntad que funcionen. Y todos los días tenemos elementos más evidentes y más crudos hasta en las pequeñas cosas de la capacidad estatal, en lo grande y en lo chico.
-Ha señalado en varias oportunidades que tiende a confundirse Estado con gobierno y también ha dicho que el primero está antes que el segundo. ¿Hoy que distancia hay entre uno y otro?
El gobierno es el que conduce al Estado en un determinado momento y luego es reemplazado por otro. El problema, que tiene que ver con la crisis argentina, arranca con la década del ’70, donde hay un gran deterioro del Estado, cuando se decía que achicar el Estado era agrandar la Nación y simultáneamente hubo un crecimiento de la discrecionalidad de los gobiernos, que no están limitados por las instituciones, ni por las oficinas de control, ni por principios éticos. Con sus más y sus menos, hay una línea en este sentido que va desde la dictadura militar hasta el kirchnerismo. Es el Estado del gobierno que recibe Macri y con ese pobrísimo (sic) Estado tiene que tratar a la vez de reconstruir el Estado y salir delante de cada coyuntura.
-Hablando de Estado en relación con la democracia, ¿cree que la democracia ha retrocedido, que está en peligro?
-Una opinión como esa depende de la extensión del sentido de la palabra democracia. Antes, uno contraponía democracia con dictadura militar y hoy no es una alternativa. En ese sentido está arraigado y a nadie se le ocurre otra forma de gobierno que no esté basada en elecciones. Eso como definición es bastante escueto. Hay atributos del tipo de democracia que la Argentina eligió, que es institucional, republicana, con una ciudadanía consciente de las cosas que se discuten, y ahí estamos llenos de problemas. Una cosa paradójica es que Argentina nunca tuvo democracia institucional hasta 1983, que se afirma en el momento en el que la crisis social la va dejando sin ciudadanía; y ese es un punto débil de la democracia argentina, pero no al punto de que esté en riesgo porque a nadie se le ocurre otra forma.
-El jueves pasado hubo una marcha multitudinaria por la educación pública y por el salario de los docentes, ¿qué opinión tiene al respecto?
-La crisis de la educación es infinitamente más complicada que la crisis presupuestaria, pero la crisis presupuestaria es parte del problema. Tengo muy claro que en los años del kirchnerismo hubo un despilfarro de recursos enormes que quizás no habrían estado mal si tuviéramos como sostenerlos, pero no fue así. El problema presupuestario es externo a la educación pero no se puede evitar, pero el problema de la educación es muchísimo mas grande. En el campo que conozco, que es el de la historia, la formación de los docentes es muy mala y no es fácil cambiar esa situación porque los que forman a los docentes fueron formados así. Y en un campo más específico, las miradas que existen sobre el pasado tienen un simplismo y facciosidad enorme. Hay una historia oficial que es nacional y popular y no hay espacio de discusión para otras interpretaciones. No creo que haya una versión verdadera de la historia.
-¿Habla de un período histórico en particular?
-Es toda una mirada de la historia, que arranca con una frase que dice que los argentinos somos contrabandistas porque en el siglo XVII lo fuimos y eso da la idea de que la historia es un proceso inevitable, una especie de código genético de los argentinos. Se arranca de una manera torcida, que sigue con la contraposición de lo nacional y popular de un lado y lo cosmopolita y elitista del otro, como si fueran cosas excluyentes y no integrables.
Es una historia política donde hay buenos y malos que deben ser ignorados y destruidos. Específicamente hay una ignorancia de la complejidad de la disciplina histórica que se ocupa de temas que son ignorados y descartados, que ayudarían a comprender la enorme riqueza del pasado y la capacidad de enseñarnos cosas. Lo importante es la actitud plural.
-Respecto de los medios de comunicación y en función de la democracia y el Estado. ¿Qué rol cree que juegan hoy para su sostenimiento?
-A veces hago un balance pesimista porque los días actuales te invitan a eso. Pero es una cosa que ha conquistado la Argentina desde 1983, es la existencia de un medio público integrado por los grandes medios, por otros medios, por las redes sociales, enormemente democrático. No es el estado ideal, porque aun en las redes sociales hay formas de manipulación.
Allí no son todas rosas, hay robots que dirigen la opinión. Pero si uno piensa lo que fue el primer gobierno de Perón y el monopolio total de los medios de prensa, y no hablo de Perón, sino de que eso era posible. De que el Estado tuviera todos los medios de prensa, pocos y poco variados... Estamos a años luz de esa situación.
Si uno toma un gran medio como es Clarín, yo lo conozco un poco más de adentro, tiene una heterogeneidad impresionante. Un diario no es una línea. Lo mismo La Nación, está dividido en dos líneas que coexisten. Esa idea de medio homogéneo y todo poderoso no es así. Eso es bueno. Se vio en durante la discusión de la interrupción Voluntaria del Embarazo, donde se pudieron escuchar todas las opiniones.
Las locas redes sociales
-¿Las redes sociales exacerban odios latentes o sólo son un reflejo?
Cuando me asomo a ellas, veo que es un mundo absolutamente loco, que quien se pone a escribir para pensar en lo que está escribiendo, sino dando expresión a un sentimiento o pasión; o para intervenir exagerando las cosas, cosas que cuando uno escribe en un diario se cuida un poco más. Pero no estoy seguro de hasta qué punto eso forma la cabeza de la gente o la gente lo lee sabiendo que es eso y no tiene mucha más trascendencia. A veces yo pienso que es gente que sabe de qué se trata , pero si los veo de cerca veo que no tiene la menor idea. Se me ha ido ese tren.
-En alguna entrevista sostuvo que todo lo mal que le va a Argentina lo hemos hecho nosotros solos... ¿Sigue sosteniendo esta idea?
-Depende un poco del contexto. Pero en cualquier caso la historia la hacen los hombres, para bien o para mal. Y por otro lado Argentina no es una ínsula, de modo que muchas cosas que le pasan son las que le pasan al mundo. Son cosas que los argentinos no pueden controlar. Y para bien o para mal, es lo que hemos construido. La alternativa sería decir que la culpa la tienen los poderes hegemónicos, y yo no creo eso, aunque existen, por supuesto.
“Hoy no sería posible que surgiera otro Sarmiento”
A pocos días de la conmemoración del los 130 años del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, el historiador opinó respecto a la posibilidad del surgimiento de una figura similar a la del Padre del Aula.
“No creo que sea posible un Sarmiento actual, no porque no se produzcan esos talentos sino porque Sarmiento y la gente de su generación, como Alberdi, tuvieron la excepcionalidad de trabajar sobre una materia blanda, es decir, una Argentina por hacer, y se daba un conjunto de situaciones internas e internacionales que se pudieron moldear con discusiones. Se daba la posibilidad de poder hacer ingeniería social”, señaló.
Las ideas de Sarmiento se concretaron en la ley 1420 para una educación común, gratuita y obligatoria. “Un proyecto de esa magnitud no sería posible por la cantidad de posiciones e intereses. Esa posibilidad de que un conjunto de personas diga que la educación es prioritaria, universal, laica hoy no está al alcance de las posibilidades”.
Perfil
Profesor de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, por la Universidad de Buenos Aires.
Desde abril de 1985 es miembro de la carrera del Investigador Científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, clase Investigador independiente .
También es miembro de la Academia Nacional de la Historia.
En su extensa trayectoria intelectual, es autor de varios y artículos sobre historia en publicaciones especializadas.
Conferencias
Información de la charla.
El historiador argentino analizará el Estado y la democracia en la Argentina contemporánea, en un curso que dictará el 6 y el 7 de setiembre en Filosofía y Letras.
Las inscripciones están abiertas y se pueden realizar en línea en http://ffyl.uncuyo.edu.ar/inscripcion-on-line-a-cursos