La mirada de los otros: Crítica de "Picado fino"

El espectáculo de café concert que presenta Adrián Sorrentino luce todos los gestos del artista pero abusa de sus propios gags.

La mirada de los otros: Crítica de "Picado fino"
La mirada de los otros: Crítica de "Picado fino"

Ya conocemos de lo que es capaz Adrián Sorrentino; tanto que lo apodamos "El Rey del Café Concert", un título que heredó con mucha justicia del mítico Héctor Fernández Leal (sinónimo del género allá por los '80).

Sin embargo, y para ser totalmente honestos con Sorrentino, su estilo sobre el escenario es completamente propio. Ninguna copia ni de Leal, ni de Carlos Perciavalle, ni de nadie.

El toque de Sorrentino para el café concert, o unipersonal de cabaret, es justamente ese: el clásico. El que surgió con la Segunda Guerra en Europa, como parte de los espectáculos de variedades del musical berlinés.

Así, Adrián toma su boa de plumas, sus jackets de lentejuelas, sus galeras de raso, sus canciones -como escenografía más que vestuario-, para que lo anclen a la propuesta artística que quiere entregar en cada uno de sus shows.

Pero lo interesante es que al clasicismo en el que hace pie le adiciona, a través de los guiones y los gags, esa fuerte personalidad bien argentina que abreva en las aguas de la revista porteña.

Curiosa mixtura que en Adrián Sorrentino tiene una buena articulación: desde la puesta y también desde la dramaturgia del actor y del texto.

"Picado fino", el reciente espectáculo que acaba de estrenar en Soul Café (Pedro Molina 221) y que presenta todos los viernes a las 22, tiene todos estos gestos que antes puso en "Divino diván" o "Sorrentime" como sello personal.

El monólogo de humor recorre tramos de viviencias personales en torno al amor, la sexualidad y los hombres. Tango, bolero son buenos compañeros atmosféricos para las humoradas picantes sobre el asunto. El show funciona, y muy bien: es entretenido, elegante, de buena calidad interpretativa, bien pensado en su estructura.

El problema es uno que el mismo actor preanuncia en varios tramos: "como no cojo, sublimo arriba del escenario, y mis show pueden durar mucho". Es cierto: dura mucho, demasiado. Tanto que el buen ritmo, las atmósferas y la risa se van apagando en su efecto cuando una anécdota se estira innecesariamente con los mismos recursos.

Fuera de este detalle, "Picado fino" es altamente recomendable para, en compañía de una copa, ponerle calor a una de estas frías noches mendocinas.

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