Lo primero que encontró Pablo Gallina - paleontólogo investigador adjunto del CONICET- fueron dos dientes que sobresalían de una roca en el medio de la Patagonia neuquina. Desde ese instante creyó que lo que venía por detrás era algo importante y por eso les pidió a otros científicos que apuraran el proceso de extracción y limpieza. Su corazonada era cierta: se trataba de una nueva especie de dinosaurio herbívoro, con enormes espinas que nacían de su cuello.
"Es comparable con hacer un gol como el que le hizo Maradona a los ingleses en el 86", cuenta Pablo, como ejemplo de lo que equivale el descubrimiento, todavía emocionado porque este lunes la revista Scientific Reports -una de las más prestigiosas de la actualidad para las ciencias naturales- publica el informe sobre este hallazgo.
Lo que encontraron, básicamente, es una nueva especie de dinosaurio. Fue nombrado como Bajadasaurus pronuspinax. El nombre propuesto, hace alusión a sus diferentes características: Bajada, en relación a la localidad de hallazgo, Bajada Colorada; saurus, en griego significa "lagarto"; pronus, en latín significa "inclinado hacia adelante"; spinax, en griego significa "espina". El nombre en castellano sería entonces "lagarto de bajada con las espinas hacia adelante".
Este animal pertenecía a la familia de los saurópodos, que son herbívoros de cuello largo y que desarrollaron diferentes estrategias que les permitían defenderse de sus predadores. Mientras que en algunos la combinación de gran tamaño y crecimiento veloz los ponía a salvo, otros desarrollaron creativas estrategias como colas de látigo, piel acorazada o mazas de hueso en la punta de la cola. En este caso, el Bajadasaurus poseía largas y puntiagudas espinas en el cuello y la espalda.
Estos animales pasaban gran parte del tiempo alimentándose de plantas del suelo mientras las cuencas de sus ojos, cercanas al techo del cráneo, les permitían controlar lo que sucedía en su entorno.
En la zona donde fue encontrado se hallan rocas de unos 140 millones de años de antigüedad, pertenecientes a la unidad geológica, conocida como Formación Bajada Colorada, Neuquén, depositada en una época en la que, como aún no existía la cordillera de los Andes, y el océano Atlántico recién comenzaba a esbozarse, la región de Neuquén era bañada por el océano Pacífico.
Exactamente es sobre el valle medio del río Limay, en la Patagonia Norte, entre los pueblos de Picún Leufú y Piedra del Águila, donde se exponen sus rocas color rojizo a quienes se dirigen a Bariloche por la ruta 237.
"La importancia de este estudio radica, entre otras cosas, en que nos permite conocer un poco más sobre los dinosaurios que habitaron la zona de la Patagonia Norte mucho antes del reinado que ejercieron durante el Cretácico Superior grupos de dinosaurios como los saurópodos titanosaurios o los terópodos abelisaurios. De ellos sí sobre los que sabemos mucho más. Es con este objetivo que desde 2010 venimos explorando la zona de Bajada Colorada donde encontramos rocas de 140 millones de años atrás", cuenta Gallina, también investigador de la Fundación Azara y la Universidad Maimónides.