De lejos, muy pero muy de lejos, Francisco Leiva tiene esa cerrazón fonética característica del francés. Pero es apenas una reminiscencia lejana y sutil, como si su vínculo con nuestra tierra fuese tan fuerte que le impide a cualquier sonido foráneo echar raíces en su matriz cultural.
Esto quizás se deba al hecho de que viene cada año, "son mis siestas, mis calles, mis amigos, mi familia. Esos sellos de la infancia y la adolescencia que están en mí, consciente e inconscientemente. Estoy orgulloso de ser de allí y me interesa profundamente la historia con Mendoza", dice.
Pese a este lazo afectivo profundo, Francisco no vive aquí desde el '96. Y es que esta provincia está tan aferrada a la romántica idea de la pequeñez, el amateurismo, la "autogestión" que no le ofrece a los artistas con ansias de proyección profesional un espacio donde desarrollarse.
No hay ni público, ni circuito, ni rigor disciplinar y formativo -salvo, claro está, las excepciones-. De tan provincia, nos contentamos con ver partir a aquellos que quieren carearse en las ligas grandes y vivir de las funciones y las horas de entrenamiento cotidiano.
La historia artística de Francisco avala las afirmaciones subjetivas de esta cronista: ganó una beca para estudiar danza en el Teatro San Martín, el centro más reconocido de Latinoamérica (gracias a que antes se formó aquí, en el Estudio de Danza de Lucía y Valentina Fusari), y... "no podía decir que no".
Se fue. Llegar a Buenos Aires para ese estudio y entrenamiento implicó también abrir el mundo a la profesionalización de su carrera: como actor tuvo al maestro Ricardo Bartís y ya en Europa se entrenó con la gran figura de la danza contemporánea que es Carolyn Carlson.
"Lo mío es un exilio voluntario. Me fui de Mendoza con esta inquietud artística y en el '96, cuando terminé el secundario, estaba la Facultad de Teatro, con lindos profesores, pero también esa sensación de que estaba bien hacer esto sin plata; algo que no se acerca en nada lo que puede ser la profesión de la danza y el teatro, que son espacios de pensamiento y de reflexión. Me parece que Mendoza tiene una mirada arcaica sobre el artista. Espero poder quizás hacer esta obra allí. Tengo amigos trabajando muy bien en Mendoza y estamos hablando de esto; pero para hacer un trabajo como corresponde se necesitan ayudas privadas y públicas; es la única forma de hacer algo de calidad, y no estoy dispuesto a dejar de lado cosas fundamentales para que las cosas salgan bien en un una puesta artística".
Así las cosas, Francisco ya hace años que está en París, donde despliega su trabajo como puestista y también como maestro en una escuela de teatro y danza. Sus obras son varias y el tango está en ellas presente de una manera particular.
Hoy, en una de las salas más ilustres de París, el Théâtre du Gymnase, Francisco Leiva estrena con su compañía una especialísima versión sobre el clásico de William Shakespeare, que se llama "Romeo & Juliette Tango". Sobre esa obra, con música original de Facundo Torres -el bandoneonista de Gotan Project-, que tendrá hoy su función a sala repleta y con la presencia de programadores de todo Europa, Leiva nos da precisiones.
-¿Cómo es la obra, tiene similitudes con "West side story"?
- Es un musical, porque hay música y danza en vivo; pero no es la idea desde el musical de Broadway. Se acerca a “West side story”, por ejemplo, porque esta obra es una adaptación también del “Romeo y Julieta”. Pero este trabajo es otra cosa, aún cuando se basa en el tango. Tomé en cuenta las obras más significativas que se habían hecho en danza sobre “Romeo y Julieta”, entre las que está “West side story” y también la clásica de Prokófiev. La obra que hicimos está dividida en cinco actos sin interrupción. En cada acto se evoca el sentimiento de lo que está sucediendo. Uno puede ver la trama y percibirla con símbolos sensoriales y, cuando termina la obra, entender todo el ‘cuentito’.
Hay algunas cosas que están dichas desde la banda musical, desde ciertos textos superpuestos que dejan saber aspectos importantes para la dramaturgia. Hay pequeños textos muy cortos. La idea fue lograr una dramaturgia desde la danza y la música, sin necesitar de la palabra. Es de tango, sí; pero por mi formación la base es contemporánea. La música es de tango tradicional y también moderno. Es en vivo y es de Facundo Torres.
-¿Cómo surgió la idea?
- Hace varios años tuve la idea de trabajar la obra de Shakespeare en el tango, porque los espectáculos de este género for export siguen siendo repetitivos, caducos, machistas: la puta, el malevo... Siempre se cuenta lo mismo. Con la primera obra que hice “Cuando Dora conoció a Picasso” surgió el interés de contar historias a través del tango. Fue una gran producción, viajó por Noruega, España. Tenía como condimentos de una historia que podían vincularse con el tango: amor, pasión, locura. Lo mismo veo en esta obra de Shakespeare porque es una historia de amor, muerte, guerra, pasión. Si evoco estas palabras, se evoca el tango.
Hace tres años me encontré con un productor que quería hacerla. La primera etapa, “Tango story”, fue la investigación que hicimos en una residencia en España. Hicimos audiciones, primero en España y en Francia; un primer elenco ensayando en España y después lo terminamos en París. Fue un work in progress. Un año después retomé la idea con la obra avanzada y un equipo compuesto por los mejores bailarines de tango de escenario de Francia, entre los que hay algunos argentinos radicados allá.
-¿Que te costo más del proceso?
-La dramaturgia fue un gran desafío: hubo bastante tiempo de análisis, de entender cuáles son las fuerzas de la obra, de entender qué obviar, qué no. Lograr la síntesis sin que se perdiera la esencia, ese fue el primer escollo. Después el otro fue que en el primer momento trabajamos con bailarines que no tenían tanta técnica de danza contemporánea. Esta obra es más que tango. Y fue encontrar un lenguaje; que la danza no fuera solo estética, que no estuviera pensada desde afuera sino desde adentro.
-¿Cómo se recupera la rítmica de los textos de Shakespeare en esta puesta?
- Descubrimos que en la escritura hay una rítmica que existe como una tensión constante. Yo lo llamaría más que ritmo, fuerza dramatúrgica de los personajes. Y es en el nudo de la historia. Entonces de algún modo la obra tiene un alto nivel energético. Y cuando la obra baja, hay tensión subyacente, queda latente algo que está por suceder.
-¿Hubo intención de hablar con esta obra, y en este momento particular del mundo, sobre la imposibilidad actual de aceptar al "otro", sobre la intolerancia?
- Sí. Está en el prólogo de la obra. Intentamos plantear que no hace falta vivir la historia de otros, ni odiar a los demás porque me dicen que es así debe ser. Las guerras de clase, la intolerancia en general, no son decisiones propias sino impuestas. Me gustaría echar luz a esta aspecto porque es una época en la que hay gran despertar de conciencia pero también un avance de las facetas políticas más intolerantes.
La ficha
"Romeo et Juliette Tango"
Puesta en escena: Francisco Leiva. Coreografía: Laura Rotta y Francisco Leiva. Dirección musical: Facundo Torres.
Bailarines: Patrice Meissirel, Irene Moraglio, Rémi Esterle, Cécile Rouanne, Octavio Fernandez, Flávia Morari, Dimitris Biskas, Mariana Patsarika. Puesta lumínica: Juan Pablo Espinoza.
Música: Facundo Torres, Jonatahan Lefevre-Rèich, Romain Lecuyer, Gonzalo Gudiño.
Producción: Association Tango en Red, Canal Danse Madrid, Ravin Bleu y Ass. Cambalache.
Sala: Théâtre du Gymnase, París.