En el primer semestre del año, las ventas de vino al mercado interno tuvieron una caída del 9,9% en comparación con el mismo período de 2022. Las exportaciones, en tanto, disminuyeron un 31,7% en los primeros seis meses de 2023, pero el descenso perdió fuerza en julio. Desde el sector vitivinícola consideran que el escenario es preocupante, pero se enfocan en la posibilidad de que la merma se desacelere en lo que queda del año y plantean que se debe empezar a pensar en lo que hace falta para volver a crecer.
Sobre las ventas en el mercado doméstico, que representan alrededor del 75% del total, se han visto afectadas por el valor más alto de la materia prima -por la escasez de uva, ya que se trató de la cosecha más baja de la que se tienen registros-, lo que las bodegas han tenido que trasladar (en la mayoría de los casos, parcialmente) a precio, en un contexto de caída del poder adquisitivo vinculada a la inflación.
En cuanto a las exportaciones, comparten el factor de un incremento de los costos por la materia prima, pero se suman al panorama el tipo de cambio atrasado, las dificultades para acceder al Programa de Incremento Exportador (o dólar agro) y una eliminación de las retenciones a partir de setiembre que consideran positiva, pero no suficiente para revertir por sí sola la pérdida de mercados.
Mercado interno
El anticipo de comercialización de vinos al mercado interno, que elabora mensualmente el Instituto Nacional de Vitivinicultura, detalla que, a junio, las ventas acumulaban un 9,9% de descenso. El vino color tenía un 9,4% de reducción, mientras que el blanco, un 11,2% menos. Por otra parte, los datos muestran que la caída fue más importante en los varietales, con un 19,3% acumulado, pero menor en los genéricos, con un 4,8%. En lo que a envases se refiere, la botella se vendió un 12,8% menos que durante el primer semestre de 2022 y el tetra brik, un 7,5% menos.
El presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, Martín Hinojosa, señaló que están viendo una caída en el consumo de todas las bebidas, no sólo del vino. Pero que en el caso de la “bebida nacional” ha sido determinante la poca cosecha, que hizo que el costo de la materia prima se elevara y se tradujera en un aumento de precios. Pese a eso, resaltó, las bodegas han sido moderadas en el traslado a la góndola, porque saben que, si el incremento es marcado, se cae más la venta.
Hace un par de meses, las entidades que participan del Banco de Vinos habían advertido que, de mantenerse la tendencia a la baja tanto en el mercado interno como en el externo, podían superarse los cinco meses de stock al momento de la liberación del vino nuevo, en 2024. Sin embargo, Hinojosa indicó que hasta ahora están viendo un equilibrio en las existencias, sin faltantes ni sobrantes, por lo que se llegaría a la próxima cosecha sin problemas.
Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), consideró que es poco probable que se produzca una recuperación del mercado interno en los próximos meses, si la macroeconomía sigue como hasta ahora. Sumó que apenas están pudiendo trasladar a la góndola parte de la inflación mensual en los vinos básicos y el equivalente en los de un nivel un poco más alto y los da alta gama, para evitar que se caiga mucho más el consumo.
Sobre esto, explicó que la media y alta gama tiene un público de un poder adquisitivo diferente, por lo que el impacto es menor, pero que apenas representa el 5% del mercado. De ahí que la situación no sea para nada alentadora en la comercialización.
Ruggeri sumó que el mercado de traslado también atraviesa una coyuntura compleja, porque hace casi tres meses que los precios no se han movido, con la excepción de los vinos malbec, cabernet, chardonnay y sauvignon blanc, que no tienen tanto problema en aumentar el valor de venta al consumidor. Pero se trata de las únicas variedades que están ajustando el precio, mientras el resto no ha tenido variación y es algo que comienza a ser preocupante.
Detalló que, por lo general, los precios se estancan por dos y hasta tres meses después de la liberación de vinos. Esto, porque las bodegas utilizan los propios, ya sea elaborados con la uva que ellos mismos cultivan o que han comprado a terceros, y recién más adelante salen al mercado a comprar vino. Esto, resaltó, ya debería estar sucediendo, pero también indicó que es probable que la demora se explique por la caída en el consumo.
Aunque esto pueda llevar al interrogante de cómo se iniciará la próxima temporada, el titular de Acovi expresó que el sector productivo siempre quiere invertir y producir, y que saben que son “crisis que van y vienen”. Por eso, la única opción es llegar a la próxima cosecha. Sin embargo, advirtió que están teniendo problemas con los insumos. La entidad realiza compras conjuntas y no están consiguiendo proveedores que les quieran vender, porque no alcanzan a acordar un precio, ya que no se sabe cómo va a evolucionar el dólar, que es el de referencia.
Mauricio Boullade, CEO de Barbarians Wine Group, aportó que hay un fenómeno que todavía no es tan apreciable en Argentina, porque por el proceso inflacionario se ha perdido poder adquisitivo, pero que en el mundo ya se observa, que es el de la premiumización. Esto quiere decir, que el consumidor prefiere tomar vino en menos ocasiones, pero que se trate de un producto más caro.
Resaltó que no es, en realidad, una tendencia tan nueva: de hecho, recordó que 20 años atrás el consumo per cápita alcanzaba los 35 litros anuales, mientras ahora ha caído a 18 o 20. Y este proceso estuvo ligado a que dejó de venderse ese vino blanco dulzón, que se rebajaba con soda, y las familias optaron por consumir gaseosas o amargos con las comidas. De ahí que señale que los que están en mayor riesgo son los productos de bajo precio.
Mercado externo
Las exportaciones de vino acumulaban, entre enero y junio de 2023, una caída de 31,7%, con un descenso de 26,8% en los fraccionados y del 44,5% en los graneles. En tanto, en el mismo período, en comparación con 2022, el valor FOB de esas ventas al exterior había caído un 21%, lo que evidencia que se vendió menor cantidad de litros, pero a un precio promedio superior.
Sin embargo, en julio -el anticipo de exportaciones del INV para ese mes se conoció el miércoles- se desaceleró ese descenso, que había sido de 42,7% en junio con respecto al mismo mes de 2022, y fue de 8,7% en julio (versus el séptimo mes del año pasado). Eso hizo que la disminución acumulada en lo que va del año se redujera del 31,7% a un 29,1%.
Sobre esta variación, Hinojosa señaló que puede ser una cuestión estacional o que haya habido una leve mejora en los precios, pese a que, por haber tenido una cosecha tan corta, no ha sido posible contar con una oferta más barata. Sumó que, si bien no es algo para festejar, en el marco de una caída, es una buena noticia que se haya moderado la tendencia.
Asimismo, destacó que a partir del 1 de setiembre no van a estar más aranceladas las exportaciones -se eliminaron las retenciones-, lo que brinda un escenario un poco más optimista para el segundo semestre. Si bien planteó que no es de esperar que 2023 termine con números positivos, si se modera la disminución, con un contexto de stocks tan reducidos, sería algo bueno para el sector.
Ramiro Barrios, director de Comercio Exterior de Bodegas de Argentina, comentó que se preveía que el 2023 iba a ser un año complicado, porque el atraso cambiario se había acentuado y había aumentado el costo de la materia prima, por tratarse de una cosecha muy corta. Por eso, habían anticipado que las bodegas iban a tener problemas serios de rentabilidad, principalmente en las gamas bajas, en el mercado de exportación.
Pero acotó que la realidad fue que no sólo cayeron las ventas de vinos de entrada de gama, sino también los intermedios o premium; lo que habla de la pérdida de competitividad de Argentina en todos los niveles de precios.
Analizó que si bien el Gobierno nacional lanzó el Programa de Incentivo Exportador para intentar revertir este descenso -no sólo fue para el vino, sino para un buen número de economías regionales-, el nivel de adhesión de las bodegas fue muy bajo (menos de 20, de las mas de 450 que son exportadoras). Y es que mejoraba el tipo de cambio, pero para poder ingresar, las empresas deben adherir al programa Precios Justos para los productos que comercializan en el mercado interno, con aumentos mensuales autorizados del 1% al 3%, frente a una inflación del 7% u 8%.
Por otra parte, recordó Barrios, la ventana de tiempo era muy acotada -entre el 11 de abril y el 31 de agosto-, cuando lo habitual es que las bodegas exporten y cobren en 90 o 120 días, con lo que no estaba claro si el dólar a $300 iba a ser conveniente entonces. De hecho, recientemente se elevó a $340, porque había quedado muy cerca del oficial.
Sobre esto, el titular del Instituto Nacional de Vitivinicultura comentó que, en la visita de Sergio Massa a Mendoza esta semana, acordaron con el ministro de Economía trabajar en una mejor implementación del dólar agro. Hinojosa detalló que, en los próximos días, convocarán a las cámaras para intentar encontrar una solución, que simplifique las condiciones de ingreso al programa.
En cuanto a la eliminación de las retenciones, Barrios señaló que es un anuncio positivo y que no tiene sentido que una economía regional pague estos aranceles, que surgieron cuando el sector vitivinícola había ganado mucha competitividad luego de la fuerte devaluación de 2001 a 2002. Pero hoy, el contexto es diferente, con un tipo de cambio muy atrasado y pérdida de competitividad.
De todos modos, manifestó que la quita no basta para alcanzar la ecuación de competitividad, porque la brecha entre el dólar paralelo y el del Banco Nación ronda el 90%, y el primero es el que se toma para el cálculo del valor de un buen número de insumos.
El director de Comercio Exterior de Bodegas de Argentina consideró que ahora los esfuerzos deben enfocarse en la recuperación, porque, así como el repunte en las ventas de un commoditie puede ser muy rápido, por precio, el vino argentino puede volver a ser competitivo pero va a costar recuperar el espacio en la góndola que ganaron los de otros países. Sumó que no esperan que la tendencia cambie en los próximos meses, pero sí que la caída se ralentice un poco, hasta que se modifique el escenario, a partir de un cambio de condiciones en la macro.
Mauricio Boullade planteó que el mercado mundial está muy competitivo, con: nuevos productos -como los cócteles o “ready to drink” (listos para tomar)-; la guerra entre Rusia y Ucrania; el Brexit; el aumento de los impuestos a Australia por parte de China, que ha causado que los vinos australianos salgan con mucha fuerza a otros mercados; el precio sostenido de los fletes. Y ante esto, los vinos argentinos tienen poca competitividad, principalmente por el aumento de costo de la materia prima y el tipo de cambio atrasado.
Asimismo, señaló que en el mundo se están consumiendo más blancos y espumantes, pero en Mendoza no hay suficiente materia prima, porque se erradicaron muchos viñedos de uvas blancas para implantar malbec, por lo que llevará un tiempo que esta situación se acomode. En cambio, se ha avanzado en productos orgánicos y sustentables, que también son muy demandados por los consumidores.
Boullade se mostró optimista de que, con un tipo de cambio más competitivo, una próxima cosecha que permita recuperar stocks y ajustar el valor de la materia prima, se puede volver a crecer, porque se tiene lo fundamental: la capacidad, la calidad y el terruño.